Las Tunas.- Para los productores de alimentos agropecuarios no hay mejor aliado que el suelo. Ni las semillas, ni el agua, ni los fertilizantes, nada supera en importancia a ese recurso natural que en la provincia de Las Tunas se encuentra muy deteriorado.
Cuando a los campesinos se les pregunta por lo más valioso que poseen en sus predios, la respuesta es instantánea y, por fortuna, ya se aprecia la transformación de su modo de pensar y actuar para conservar lo que el Héroe Nacional José Martí llamó “la gran madre de la fortuna”.
Cuidar de los suelos es una tarea titánica en estos tiempos porque la sequía y la carencia de nutrientes hacen estragos. También, el monocultivo, una costumbre ancestral que todavía perdura en algunos; aunque la mayoría se suma a la diversificación de los sembrados.
De la calidad de la tierra y los componentes químicos que posee depende que crezcan las semillas, que las plantas sean vigorosas y que den buenos rendimientos, para bien de quien las sembró, la familia y la población, de modo general.
En el territorio tunero, la aplicación de técnicas agroecológicas es la mejor solución porque con ellas también aumenta la calidad de las cosechas y se alivian en parte las dificultades que tiene la superficie, evaluada como regular o mala en más de un 80 por ciento.
Sobresalen los problemas de erosión, salinidad, poco drenaje, acidez y baja fertilidad. Superarlos no será fácil ni con rapidez, pues tanto la degradación como la recuperación son procesos lentos que se agudizan o minimizan en dependencia de cómo se actúe.
En todos los municipios hay buenos ejemplos de acciones para proteger los suelos a partir del uso sistemático de nutrientes biológicos, la rotación de los cultivos, el empleo de la tracción animal, laboreo mínimo y la surca contra la pendiente.
Con esas y otras prácticas cotidianas en fincas, parcelas y polígonos mejora la salud de la tierra, y eso se ha demostrado en áreas productivas asociadas a la Tarea Vida y a diferentes proyectos internacionales que motivan el correcto manejo del recurso.
Conservarlo es una de las decisiones más inteligentes para los productores tuneros, pues los resultados demorarán, pero serán evidentes en una mayor sostenibilidad de la agricultura, tal como recoge la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional.
