Las Tunas.- Williams Clavel Macías me retó. Jamás imaginé hacer una entrevista en la que no mediaran las palabras. "Mire usted -pensé-, las cosas que tiene la vida y las situaciones en las que te pone esta profesión". Pero los caminos guardan sorpresas y una nunca sabe.
La verdad es que no le pregunté mucho, tampoco lo necesité en demasía; pues él tiene el don de transmitir, y muchas ideas que se apresuran a salir aunque una traqueotomía impida la emisión de sonidos y, por ende, de la voz. Una profusa memorabilia ilustra su vida y le auxilia en el desafío de contar sobre los senderos por los que ha andado como hijo de la vorágine luminosa tras el triunfo del Primero de Enero de 1959.
"Siempre con la Revolución y no dejo de trabajar y luchar por ella. Soy fidelista y comunista hasta la muerte", escribió en respuesta a una de mis interrogantes, satisfecha antes con un gesto que lo dijo todo: un golpe en el corazón y los brazos cruzados sobre el pecho.
DE TAL PALO…
De San Benito de Mayarí viene Wiliams. Al menos allá nació, entre el sendero y la montaña; aunque después anduvo por La Maya, luego Holguín y finalmente Las Tunas, donde se asentó hace muchos años. La raíz esencial de su personalidad, dice, le viene del padre, quien al celebrar su centenario de vida y ante un grupo de vecinos que, con la idea de que hacían un bien, pretendieron suprimirle el derecho y la responsabilidad de pagar los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), montó en cólera y dejó bien claro que mientras él estuviese vivo seguiría activo como siempre.
Aquel humilde carpintero supo sembrar bien entre sus hijos la semilla de ser consecuente con los principios. Hasta el último de sus días, ¡y mire que fueron 108 años!, militó en el bando de los que aman a su país y por él crean y se empinan.
VALENTINA Y WILLIAMS
Valentina siempre está presente. Mientras conversamos nos sirve de intérprete y traductora cuando no logro entender a Williams. A veces acota detalles de la historia o finaliza una explicación iniciada por su compañero los últimos 19 años.
"Estamos juntos en las buenas y en las malas, luchando con lo que venga", dice ella. Provocado, él hace un gesto de respuesta dirigida a mí y Valentina traduce, al instante: "Dice que soy su brazo derecho".
No tienen hijos juntos; pero han unido familias y cuando la enfermedad impuso lógicas limitaciones en la comunicación de Williams ella asumió, junto a él, el mando del CDR, causa y motivación de alegrías y dulces desvelos.
UN BARRIO TAMBIÉN ES UN PAÍS
El matrimonio entre Williams y los Comités de Defensa de la Revolución es de los pródigos en amor y mutuas retribuciones. Apenas era un mozalbete cuando se enroló en esta vorágine que lo acompaña hasta sus actuales siete décadas de vida.
"Nunca he pensado dejar de hacer lo que hago", sentencia. Y lo que hace es obra útil, movilizadora, evocadora y digna de imitar. En casa conserva pancartas, pendones, cuadros y todo tipo de accesorios para embellecer el barrio en días de festividad y remembranza. Así, entre los numerosos trofeos a tanta entrega y devoción, guarda, con celo, los libros de condolencias en homenaje a Vilma, Fidel, Chávez y otras personalidades.
La comunidad le sigue en cada idea y ha sido testigo de la admiración hacia Cuba de venezolanos, mexicanos, puertorriqueños y finlandeses que hasta el barrio han llegado para conocer, desde dentro, la realidad de la Mayor de las Antillas. En la cuadra han recibido también a varios coordinadores y miembros de la dirección nacional de la organización, así que con picardía los provoco: "¡Esperemos que Gerardo regrese a Las Tunas pronto y visite el CDR!". Valentina y él sonríen. "Esperamos", responden.
La Medalla 28 de Septiembre, la Distinción por la Unidad del Barrio y otros honores se entremezclan con cerca de una veintena de títulos de igual categoría, pero entregados en reconocimiento a su servicio en las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Esa es otra parte de la fructífera historia de este hombre de pecho luminoso por las tantas medallas acumuladas durante los años de desempeño en la Defensa Antiaérea y la Fuerza Aérea Revolucionaria, y en otras estructuras de protección de la Patria.
Williams Clavel Macías tiene mucho que contar. Vivió con intensidad en una época de paradigmas y sueños. A sus 76 años, conserva unas energías increíbles y la misma firmeza en las ideas que la de aquel jovencito que desde una imagen bicolor arenga a la tropa, por Cuba, por la Revolución. Y así es, hasta el sol de hoy.