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Las Tunas.- Ahora que acaba de cumplir 45 años de edad (2 de julio de 1976), Dánel Castro ha venido a llamarnos la atención sobre un hecho muy cierto: si bien hace solo dos años que consiguió su primer título nacional, el béisbol de Las Tunas ha estado abocado por décadas a la leyenda.

No importa si por unos largos 40 años fue esta tierra la verdadera cenicienta de la pelota cubana. En su historia conviven dos generaciones de jugadores que concretaron el sueño de llegar a las Grandes Ligas, sobresalen superestrellas de las series nacionales con su nombre para siempre plasmado en los libros de récords, y peloteros que consiguieron la gloria olímpica y mundial e impusieron marcas inalcanzables en la arena internacional.

Mientras se apresta a jugar su campaña 28 y alcanzar al pinero Carlos Yanes como los hombres más longevos del béisbol nacional, el nacido en Manatí bien podría ser la síntesis perfecta de toda esa tradición. Se trata de constancia, de una entrega a prueba de casi todo y, más que todo, de fidelidad a una afición que lo ascendió hace tiempo a la categoría de símbolo. Por eso, su nombre está ahí, junto al de otros inmortales que tendrán un sitio asegurado el día que esta provincia concrete algo parecido a un Salón de la Fama.

Desde Heliodoro (Yoyo) Díaz ayudando a ganar al Cienfuegos en la Liga Profesional Cubana a principios del siglo pasado, pasando por el célebre Cleveland (Chiflán) Clark, que sería campeón en 1947 de la Serie Mundial Negra; hasta figuras de la talla de Orlando (Ollie) McFarlane, un receptor atípico, capaz de pegar 21 jonrones y robarse 25 bases en Ligas Menores, y que después jugó cinco temporadas en Grandes Ligas.

O el diestro Orlando (El Guajiro) Peña, probablemente el mejor lanzador tunero de todos los tiempos, autor de una destacada carrera en el béisbol invernal cubano e integrante de ocho equipos durante 14 campañas en las Mayores.

Otros muchos peloteros han alimentado la pasión por el béisbol en estos lares. Entre los lanzadores habría que mencionar a Aristónico Correoso, Rafael Rivas o Enrique (Kiki) Torres, el primer tunero en lanzar un juego sin jits ni carreras; el recientemente fallecido Gregorio (Mano Negra) Pérez, el zurdo de mejor control en la historia del béisbol nacional, Eliécer Velázquez, o el Látigo de Colombia, Félix Núñez. Y, por supuesto, el campeón olímpico Juan Carlos Pérez, el gran José Miguel Báez, el aún activo Yoalkis Cruz y el sorprendente zurdo Darién Núñez, protagonista de una increíble historia de superación profesional que al cierre de esta edición lo tenía a punto de debutar en Grandes Ligas con los vigentes campeones, los Dodgers de Los Ángeles.

Otros que también llegaron a la Gran Carpa fueron Henry Urrutia (Orioles de Baltimore), ahora mismo uno de los mejores bateadores en la Liga Mexicana, y el chaparrero Alexánder Guerrero (Dodgers), quien después se llevó sus jonrones a Japón, se mostró dispuesto en meses recientes a jugar con el equipo Cuba y no descarta regresar a la disciplina de los Leñadores antes de decir adiós a los diamantes.

Y luego están los que, sin llegar a probarse nunca en el mejor béisbol del mundo, mostraron una calidad que no parece admitir dudas en cuanto a sus posibilidades de haber triunfado allí. Entre ellos, Joan Carlos Pedroso, en su momento elegido mejor pelotero juvenil del orbe y más tarde autor de 300 jonrones en nuestros clásicos nacionales, casi todos con bate de madera.

Párrafo aparte para dos de los más grandes: Ermidelio y Osmani Urrutia, ambos monarcas mundiales y olímpicos, bateadores temibles dentro y fuera del país. Ermidelio, con hazañas como aquel juego en el que produjo de 6-6 con tres jonrones, para dejar en casa el título de los Juegos Panamericanos de 1991; o su récord de 667 de average ofensivo, el más alto en la historia de los campeonatos y copas mundiales. Osmani, el eterno “Señor de los 400”, seis veces campeón cubano de bateo y con cinco temporadas en las que sobrepasó la mítica cifra.

Por último, el grupo que finalmente consiguió en el 2019 el ansiado título nacional, encabezado por dos peloteros fundamentales: el capitán Yosvani Alarcón, autor del récord de más jonrones para un receptor en series nacionales; y, por supuesto, el inacabable Dánel Castro Muñagorry, leyenda viva de la pelota en Las Tunas.

                                                                                                             EL ASOMBRO SE HACE NÚMEROS

No es para nada gratuito que, entre tantos jugadores excepcionales, Dánel reciba la distinción de pelotero legendario. Sus números en torneos domésticos y sus demostraciones con la Selección Nacional no dejan lugar a las dudas.

Desde que hiciera su debut en la 33 Serie Nacional, el de Sabanalamar ha vestido las camisetas de Las Tunas, Holguín, Camagüey, Artemisa y Villa Clara, elenco con el que fue campeón de la Serie 53.

Entre sus hitos más recordados está su gran actuación en el Campeonato Mundial de Italia 1998, cuando bateó 438, con tres jonrones y 12 carreras impulsadas en solo 10 juegos. Y, por supuesto, su momento de mayor gloria llegó un año después, ante los Orioles de Baltimore en aquellos dos históricos encuentros: en La Habana, como emergente, se fue de 1-1; mientras que en tierras norteamericanas produjo de 5-4, con par de triples, cuatro anotadas y dos remolcadas.

Así se comenzó a tejer la leyenda de un pelotero excepcional, ya incluido entre los mejores de todos los tiempos en infinidad de departamentos ofensivos de nuestras series nacionales.

Además de darle alcance a Yanes con sus 28 temporadas, probablemente la marca más codiciada para Dánel sea el liderato histórico en jits. El capitalino Enrique Díaz es el puntero, con 2378, seguido por Antonio Pacheco, quien terminó su carrera con 2356. El tunero, ahora mismo con 2284, podría necesitar dos temporadas para convertirse en el hombre jit del béisbol cubano.

Pero, si estas cifras ya causan estupor, dejemos espacio al asombro con un repaso estadístico de los muchos departamentos en los que la Pantera de Manatí se encuentra entre los punteros históricos. Las cifras que ponen en perspectiva una carrera legendaria que no se acaba aún:

• Tercero en comparecencias al bate, con 8599. Enrique Díaz (1ro/9720), Víctor Bejerano (2do/8669).

• Tercero en sacrificios de fly, con 88. Orestes Kindelán (1ro/91), Antonio Scull (2do/89).

• Cuarto en veces al bate, con 7368. Enrique Díaz (1ro/9720), Sergio Quesada (2do/8310), Víctor Bejerano (3ro/8669).

• Quinto con más juegos jugados (1983).

• Quinto en carreras impulsadas, con 1250. Orestes Kindelán (1ro/1511), Antonio Muñoz (2do/1412), Antonio Pacheco (3ro/1304), Eriel Sánchez 4to/1255).

• Octavo en anotadas, con 1276.

• Octavo en total de bases recorridas.

• Noveno en dobles, con 364.

• Décimo cuarto en extrabases, con 640.

• Décimo tercero en boletos recibidos, con 997.

• Necesitó 13 series para llegar a los mil jits y fue el bateador 116 que alcanzó esa cifra.

• Arribó a la cifra de dos mil jits en su temporada 24 y lo hizo con su jonrón 194 de por vida, en el estadio ¨Julio Antonio Mella.

• Su jonrón 100 fue durante la 46 Serie, en el estadio Julio Antonio Mella, frente al lanzador villaclareño Yoandri Ruiz.
• Llegó a los doscientos cuadrangulares en la Serie 58 y lo hizo, otra vez, en el “Mella”.

*Con información de Oreidis Pimentel y Arnelio Álvarez de la Uz.

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