339369010 184286297731395 276473928134523532 nLas Tunas.- Miraida Fernández Mora lleva muchos años trabajando en la destilería del central Antonio Guiteras y, que resulte desde hace tiempo la jefa del Laboratorio, confirma a todos el valor de su empeño.

Se ha vuelto un poco la historiadora del sitio; con estadísticas procesadas hasta el 2017 y otras tantas por organizar, atesora buena parte de los sucesos que han marcado hito por allá y de otros, más anónimos, pero igual de interesantes al paso del tiempo.

Sería bueno que encontrara las vías para socializar tanta obra buena, parte indispensable de la vida de generaciones completas de lugareños de esa zona.
Por ella supimos que la destilería arrancó por los años 40 del siglo pasado, cuando inició sus labores el central Delicias y que, de manera ininterrumpida, el año 1968 define su inicio.

También nos dijo que fue el Comandante Che Guevara, en una visita por allá, el que sugirió “echar a andar este alambique” en el que ahora ella es feliz y del que conoce al dedillo planes de producción, fecha exacta de los cambios de equipos y actas recogiendo sucesos importantes, además, conserva fotos añejas y nombres primeros.

Miraida, que nunca antes había dado una entrevista, nació en El Yarey de Vázquez, comenzó en el ingenio como química de turno en 1980 y trabaja todos los días cuando hay producción, no importa que sea domingo o que alguna desventura ronde cerca de los suyos.

Conoce como pocos la magia de todo el proceso productivo, desde la entrada de materia prima, índices de consumo, calidad final... todo y está segura de que es el laboratorio parte fundamental del éxito de cada detalle.

Lo sabe porque de los análisis depende la producción y desde el cultivo con levadura hasta el producto terminado y la certificación de las ventas, cada elemento, pasa por su experticia.

Ella es, nos cuenta, “la más vieja de todos los que le rodean allí” y, al escucharla, se intuye el valor y la entrega de su vida.

Mientras hablamos se le humedecen los ojos, habla del esplendor de antaño, la falta de insumos y los mil y un dilemas para que la destilería no pare en estos años de carencias y desafíos.

Como ella hay muchas mujeres en Cuba, dispersas entre la fuerza descomunal de las industrias y sus ruidos mayores; sin miedo y sin estridencias.

 

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