Sarda junto a integrantes de su colmenita Mágica miel.
Las Tunas.- Sarda Fuentes Riverón está atenta a cada movimiento de sus niños. Desde su lugar, como una espectadora, se mueve al compás de la música, da órdenes mediante señas, regaña, reconoce, aplaude. Y cuando termina la puesta en escena corre y abraza a cada uno de sus pequeños, que son muchos.
"Son como mis hijos -dice y los ojos le brillan. Gozo con su felicidad y sufro cuando tienen un problema por pequeño que sea".
Hace poco más de un año que Sarda fundó la colmenita Mágica miel, una de las dos que posee el municipio de Amancio. Como instructora de arte en la especialidad de Teatro asumió la responsabilidad de crear el grupo.
"La idea surge después que regreso de una misión en la República Bolivariana de Venezuela. Por la experiencia de mi trabajo allá me dan la tarea cuando llego, pero poco tiempo después el grupo se desintegra. Luego, el 22 de enero del 2022 volvemos a fundar otro grupo, al cual nombramos Mágica miel.
"Primero surge el proyecto con unos 12 niños en la escuelita primaria Sergio Reinó Reyna, donde trabajo, pero se fueron sumando varias escuelas cercanas. Después de alcanzar el gran premio en un festival pioneril se sumaron otros centros y asumimos niños de la comunidad, pequeños con problemas en el lenguaje, que para nosotros es un honor recibirlos y enseñarles, y la familia está muy agradecida. También tenemos niños de 3 años de edad, de un círculo infantil".
Son 118 niños los integrantes de la colmenita, que transitan por varios talleres. "Es como un trencito -les dice. En el primer vagón se sientan a ver cómo actúan los otros y van pasando de vagón a vagón. Hay algunos que no actúan porque su rol es otro, hacen dibujos y otras tareas que les damos. Algunos ayudan a cambiar a los que están en escena. La integración de la danza es un logro, a las canciones hay que encontrarles la esencia con bailes y expresiones corporales. Los ocho profesores de diferentes manifestaciones son vitales".
Tim Cremata, junto a integrantes de La Colmenita.
Los músicos de la compañía son padres, abuelos, jubilados y otros profesionales, y para ellos es como un honor.
- ¿Y la familia?
- Bueno, sin la familia no pudiéramos lograr lo que hemos hecho. Cuando el niño entra le digo: 'lo importante es que tengas el traje, lo cual es difícil, pero la familia lo logra porque es el resultado de sus hijos'. Yo tengo niños que eran los más indisciplinados en el aula, y desde que entraron a la familia colmenera eso ha cambiado. Y los padres también lo reconocen cuando te aseguran que su hijo se ha transformado porque quiere estar tres veces a la semana en la colmenita. Para nosotros es un orgullo, nos engrandece porque más que enseñarles aprendemos cada día de ellos.
- ¿Pensaste alguna vez tener un proyecto como este?
"Sinceramente no. Para mí fue un reto grande y hoy es un sueño. Comencé sin pensar que tendría tanto impacto. Hoy la gente se acerca a nosotros y quiere ser de nuestra familia. Y me enorgullece cuando la gente me ve en la calle y dice: 'mira a la profesora de la colmenita'".
A Sarda la reclama su hija de 14 años, que la ayuda en su labor con los pequeños. Acaban de ofrecer una presentación y hay que regresar a casa. Y se marcha al encuentro con sus niños, feliz, orgullosa, con la satisfacción de hacer felices a los demás.
