0308 bandera cubana

Las Tunas.- ¡Zhazz!, zhazz!, zhazz! El látigo cae sobre la negra espalda, que ya es una sola roncha sanguinolenta. La voz del mayoral estremece las cañas: “¡Negro, hijo de mala madre, vas a saludar a tu amo o te parto la vida!”.

¡Zhazz!, zhazz!, zhazz! Ni un gemido. Tanto es el silencio, que casi pueden escucharse las lágrimas de las esclavas y sus niños cuando caen al suelo. Continúa la marcha.
Unos pasos más adelante está el amo, cómodamente sentado a la sombra de un flamboyán, en espera de que ahora el negro no se atreva a pasar por su lado sin bajar la cabeza, en plena sumisión.
¡Zhazz!, zhazz!, zhazz! Llegado el momento, el pobre hombre se yergue, como si quisiera emular con las palmas, inclina hacia atrás la frente, sonríe, da media vuelta y pasa de espaldas por delante del señor.
¡Zhazz!, zhazz!, zhazz! Con satánica furia, el látigo le muerde el pecho y el rostro, pero él no deja de sonreír, visiblemente feliz.
Varias veces en mi infancia escuché a mi padre narrar esa historia, moviéndose, gesticulando y hablando como cada uno de los personajes. No sé de dónde sacó la anécdota, pero acudía a ella para justificar algún enfrentamiento suyo a los abusos de la Guardia Rural o el dueño de la finca cañera en la cual trabajaba, o para respaldar el desafío a cualquier injusticia.
También, seguramente, con el fin de inculcarnos el ancestral espíritu indomable de los cubanos y la voluntad de no rendirnos jamás ni en las peores circunstancias.
Triunfó la Revolución, y mis hermanos y yo: pobres, negros y guajiros (“las últimas cartas de la baraja”, según antes se decía) pudimos asistir a la escuela, al igual que todos los niños del país.
Así, en contacto con los libros y la realidad, hemos conocido y vivido sublimes historias, pero nunca olvidamos la narrada por nuestro difunto padre, a la cual volvemos una y otra vez, especialmente en momentos de definiciones, como los actuales.
Y es que… ¡Zhazz!, zhazz!, zhazz! …el látigo no ha dejado de restallar. Allí está, a 90 millas, ya no hecho en España, sino made in USA, y más ávido que nunca de carne y sangre nuestras. Suena y resuena, pero aquí escasean los asustadizos y los de alma vendible: Cuba está de pie frente al pretendido amo, con la frente en el cielo y el sol entre los labios.

 

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