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Las Tunas.- Tres centros de protección social, ubicados en los municipios de Las Tunas, Majibacoa y Jesús Menéndez, acogen temporalmente en la provincia a una treintena de personas con conducta deambulante, quienes son protegidas ante el peligro de la COVID-19.

Miguel González Velázquez, subdirector de Prevención, Asistencia y Trabajo Social en la Dirección Provincial de Trabajo, declaró que al no contar el territorio con un sitio específico para la atención a estos ciudadanos, se crearon las condiciones materiales indispensables para su seguridad en el actual contexto epidemiológico.

González Velázquez detalló que en “Amancio”, “Colombia”, Jobabo, Manatí y Puerto Padre, el lugar de acogida se determina en dependencia de las características de cada caso y puede ser en una institución social como un hogar de ancianos o una unidad de Salud, si la persona posee criterio para su ingreso.

Los deambulantes son detectados, identificados y recogidos por la Policía Nacional Revolucionaria, la cual los traslada hasta las instituciones de protección, donde les entregan los avituallamientos necesarios para su estancia.

De tener residencia fijada en otra provincia, se tramita el traslado hacia la misma, acotó González Velázquez, quien añadió que si tienen familiares estos tienen la obligación de ofrecerles amparo.

En la capital provincial, el centro de protección funciona en el Palacio de Pioneros, donde 22 pobladores con dicha conducta reciben la alimentación a través del Sistema de Atención a la Familia y cuidados de salud de manera permanente, mediante un equipo básico al que se suma un trabajador social.

A la totalidad se les realizó el test rápido para la detección de la COVID-19, les explicaron las medidas sanitarias de protección y son objeto de monitoreo constante, aseguró la doctora LedyIdsel Zamora, especialista en Medicina General Integral.

Por su parte, el trabajador social Eyelber Guzmán Santisteban, manifiesta que esta experiencia lo ha enriquecido como profesional y ser humano.

"El amor que Dios ha puesto en nuestros corazones nos hace atender a estas personas y hacerlo con dedicación. He visto un sueño cumplido. He tenido la oportunidad de poder serviles, y el trabajo aquí me ha permitido conocerlos mejor, conversar con ellos y saber de sus vidas y andar cotidiano. Me ha aportado mucho, aquí se aprende qué hay detrás de cada persona y uno es capaz de sensibilizarse y sentir empatía hacia ellos", dijo el joven empleado de la Dirección Municipal de Trabajo.

Al referirse a los cuidados en el centro y la estancia allí, Abel Sastre Cruz, refirió: "Aquí me siento perfectamente, mejor que en mi casa, donde vivo solo y a veces no desayuno, no almuerzo ni como. El trato y la atención es muy buena. La comida, especial. Yo llegué medio borrachón, y enseguida me atendieron, alimentaron y hasta me afeitaron. El que se queje es porque es un mal agradecido".

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