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Las Tunas.- En el año 2005 notaron la primera gotera. Marilda Legrá Reyes, directora del memorial Vicente García González, desde hace 23 años, es capaz de mostrar todavía el sitio exacto del salón principal en el que sucedió, preludio de la secuencia triste que sobrevendría a la casona preciosa de la otrora calle Real, donde se amaron Brígida y el egregio mambí.

memorial10Poco tiempo después, “el asunto” parecía un verdadero aguacero, al punto de que andan por ahí, para probarlo, las fotos con sombrillas abiertas dentro de las salas; y las anécdotas de las tantas veces que, en una actividad cualquiera, los trabajadores miraban con disimulo el techo, con el credo en la boca ante un posible desastre.

Un día cerró sus puertas para la reparación que lo mantuvo así, alejado de la vida, hasta el 2012. Pero tampoco fue esa la solución, apenas un hálito de “colorete” para un inmueble que necesitaba más, y aún lo requiere.
De eso conversó 26 con Marilda en uno de los bancos del patio colonial. Un espacio en el que se respira el añejo de los tiempos, mientras la vista se posa en los pasillos exteriores, pulcrísimos.

“En el 2019 inició una reparación un poco más seria. Se comenzaron a cambiar las piezas de carpintería porque tenían carcoma las puertas y las ventanas. Llegó entonces la pandemia de la covid-19 y en tal circunstancia todo se acabó de deteriorar por permanecer cerrado, en ocasiones algunos del colectivo veníamos a dar una vuelta y cuidar detalles, pero muchas oficinas no se abrían siquiera.

“En ese tiempo se acometieron algunas labores constructivas, mayormente en el patio, las paredes del salón polivalente, que guardaban mucha humedad, y en la cubierta, con daños considerables”.

Sin embargo, lo más cruento de la pandemia ya pasó, la vida ha vuelto a los entornos culturales de Las Tunas y el memorial sigue ahí, cerrado, sin que los cronogramas de ejecución de la obra se cumplan y con algunos sacos de cemento que se están poniendo duros de tanta espera.

No parece prosperar demasiado la necesidad de devolver el esplendor a esa institución exquisita, marcada por códigos arquitectónicos coloniales y una fachada ecléctica, joya de esta comarca. Marilda habla de desmotivación, cansancio, insensibilidad y la vista se le pierde entre las flores que nos rodean, un ambiente mejor -asegura- que el de su oficina maltrecha, iluminada apenas por una lamparita mustia.

Asegura a este medio algo que sobrecoge. “El memorial Vicente García está declarado Monumento Nacional desde 1996, pero esa condición no es vitalicia, puede perderse”. Sería terrible.

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¿ES POSIBLE DEJAR DE SER LO QUE TANTO COSTÓ?

En la casa natal de Vicente García funcionaban dos establecimientos comerciales antes de que pasara a ser propiedad del sector cultural tunero. Eran la peletería La Sortija y la Casa Gallardo, ferretería que poseía una imprenta donde vieron la luz algunas publicaciones locales. 

Quedó inaugurado, como museo, en 1987, tras dos años de ingentes faenas. Siempre ha estado acompañado por personas hermosas y sumamente comprometidas. Entre ellas destaca Margarita García, quien fuera su inversionista y la primera directora. Ella conversó con este equipo y asegura que todavía tiene en la memoria el inventario completo del sitio.

“Es bueno que se sepa que no le dio cualquiera la Condición de Monumento Nacional, fue nada más y nada menos que Antonio Núñez Jiménez. Recuerdo que era de noche cuando lo llevé hasta allí y, al encenderse la luz del salón, él se quedó fascinado. Me dijo: “Debes hacer el expediente, este lugar lo tiene todo, solo es asunto de papeles para la declaratoria”.

La escucho con sumo respeto. Y no solo a ella, también atiendo los criterios de la máster en Desarrollo Cultural Tania Fernández Cervantes, directora del Grupo Técnico de Monumentos en Las Tunas. “El local es Monumento Nacional con grado de valor 1, y se halla en mal estado de conservación. Desde hace casi cinco años forma parte de la lista indicativa de monumentos en peligro del Consejo Nacional de Patrimonio. Eso significa que, si usted permanece un tiempo determinado en ese inventario, sin solución, puede dejar de ser Monumento Nacional y recuperar tal designación resulta difícil, muy difícil”.

La Dirección Municipal de Cultura es la entidad inversora. Oriselda Peña Álvarez, subdirectora económica allí, asegura no tener la fecha exacta en la que se reanudarán las labores; aunque sí hay un presupuesto aprobado de un millón 770 mil pesos para construcción y montaje que permitiría dar los primeros pasos.

“El año pasado se había destinado para reparaciones en esa institución un total de 800 mil pesos; de ellos solo se ejecutaron ahí 200 mil, el resto del dinero se transfirió a los barrios vulnerables, fundamentalmente a La Cuchilla, en esta ciudad. Es preciso definir, además, quién asumirá los trabajos a partir de ahora, que ya contamos con algo de dinero”.

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EN LA ESENCIA DE LAS ALMAS

Margarita García vuelve a tomar la palabra. Sus recuerdos la hacen volar lustros atrás y 26 apenas respira para no interrumpir sus cavilaciones y que la historia fluya, tan natural como ella misma.

“La corneta de Vicente García me la dio la hija de Andrés Cué, el ilustre historiador que nació en Chaparra. Y, por una equivocación, logramos traer para acá el machete. Resulta que yo estaba en Santiago de Cuba visitando el museo Emilio Bacardí y, en la sala de armas, me percato de que, por error, ellos tenían el machete del mayor general tunero ubicado en la Guerra de 1895.

“En cuanto me di cuenta, porque él nunca estuvo en esa etapa de la contienda, dije para mis adentros: ‘Margarita, ganaste la pelea’. Ahí mismo llamé al director y a todo el mundo. Entonces me retaron a que si lograba encontrar el acta de entrega, se vería.

“Dije que sí, que tenía el día completo para eso. Así que me senté en el precioso archivo del museo y comencé a buscar. Y para que tú veas que la suerte es así, la hallé casi al instante. Encontré el acta del primer director del ‘Bacardí’ que recibió de manos de Rosa, la hija del León de Santa Rita, el machete con su funda. Enseguida hice fotocopia y llamé al doctor Armando Hart y di la pelea.

“Es ahora lo más importante que posee la colección del memorial y llegó a la casa natal el mismo día de la inauguración”.

A Margarita le brillan los ojos cuando habla del trabajo de aquellos años. Cuenta que lo hicieron “a pulmón”. Dice que ella, historiadora nata, no entendía nada de presupuestos, dinero para obras y todo lo que hizo falta. Por eso, cuando la llamaron y le preguntaron la cantidad que necesitaba para concretar la instalación museística, soltó un número al azar, 30 mil pesos. Aquello le parecía medio mundo en billetes.

Hasta se molestó un poquito cuando en el Gobierno se rieron de su cifra y le dijeron: “Tome, ahí tiene”. Lo entendió poco después, cuando la cantidad se le fue, apenas, en la parte de los escombros y tocó volver a la oficina y sonreír también.

“Ayudaron todos; se hizo con el apoyo de las empresas y con amor de pueblo porque había ilusión por tenerlo. Muchas personas llegaban con papeles para que estuvieran allí. Después era un problema porque los querían expuestos y era muy difícil. Pero notaban un sentimiento, el respeto, el orgullo”.

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NADIE PUEDE VIVIR SIN AMOR

A juicio de esta periodista, el dilema principal del memorial Vicente García González hoy no está en el bloqueo, la lentitud extrema de la intervención constructiva, los lastres espantosos que nos ha dejado la pandemia o los apremios que impone la economía nacional. Lo verdaderamente preocupante, es la desesperanza.

Porque resulta que el memorial es de todos, pero no parece ser de nadie en concreto y, evidentemente, sus trabajadores no tienen soluciones reales para tanto descalabro.

Por ejemplo, por detrás de la grabadora, y pidiendo discreción absoluta, algunos vecinos hasta llegaron a hablarnos de poco más de 50 mil pesos gastados en un piso que está allí, pero no puede usarse porque no responde a la época colonial. ¿Se imagina?

¿Quién les ha asesorado? ¿De qué manera se ha hecho? ¿Por qué es tan difícil salir de la burbuja del “cada cual” y ponerse de acuerdo, en nombre de un bien mayor? ¿Está realmente preparado el personal que toma decisiones sobre la restauración?

En ese sitio lloramos a Fidel Castro, rendimos tributo a Juan Almeida y a Vilma Espín; muchos pioneros, como mi hija, han lucido por primera vez la pañoleta azul desde el esplendor de sus espacios; allí se han reconocido esfuerzos obreros y se han realizado veladas memorables.

La casona es, además, la huella más cierta de la estirpe de los García González. Sus hendijas acogieron el llanto de Brígida cuando sus hijos murieron de hambre con las ventanas clausuradas; su armazón fue la primera en quemarse para no ser esclava de la España caduca y carcomida de la colonia. Usted, querido lector, de seguro tiene sus propias razones.

El periódico 26, hijo también de sus esencias, espera respuestas a estas líneas. Quizás, con ellas, incomodamos un poco, pero el León de Santa Rita, el hombre del bigote más largo de Cuba, cumple 190 años este 2023 y quedarnos al margen nos haría, cuanto menos, cobardes.

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