Las Tunas.- Paisaje es el nombre que la historiografía del arte le da al género pictórico que representa escenas de la naturaleza. Aunque también existe el paisaje urbano, el onírico, el más contemporáneo, de academia, interpretativo, conceptual, naif y otros tipos, la vertiente rural ha atrapado a no pocos creadores, desde los aborígenes hasta la actualidad.
En la obra de virtuosos del pincel como René Portocarrero, Arturo Montoto, Wilfredo Lam, Pedro Pablo Oliva, Nelson Domínguez, Agustín Bejarano, Tomás Sánchez, José Bruzón, Lester Campa, Ernesto Estévez y otros, se aprecia el tratamiento paisajístico, aunque sea de manera más sutil o más explícita.
Las Tunas ha sido tierra privilegiada en este sentido. El Salón Nacional de Paisaje, Décima Ilustrada y Artesanía Popular (cuyo reciente capítulo exhibe el Centro Provincial de Artes Plásticas, CPAP), es un ejemplo de creaciones emanadas de la Jornada Cucalambeana. Carlos Gutiérrez, Luis García Hidalgo, Ángel Luis Velázquez, Juan Manuel Velázquez, Jorge Villamar, Alberto García, Saúl Santiesteban, José Ángel Naranjo, Roberto Vázquez, Wilber Ortega, entre otros, han defendido el género en estos predios.
Felizmente, durante este mes, el paisaje está de plácemes en galerías tuneras. No solo por la muestra colectiva que presenta el CPAP, también la filial de la Fundación Nicolás Guillén (FNG), la casa iberoamericana de la décima El Cucalambé y el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) se hacen eco de la campiña llevada al lienzo.
En el inmueble de la calle Colón nombrado con el seudónimo del bardo Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (mayor poeta bucólico del siglo XIX en Cuba), se observa la expo Pachamama, de Roberto Vázquez. Previamente compartida en los municipios de Colombia y Amancio, la propuesta consta de 15 obras, que incluyen bohíos, humedales, campesinos en plena faena, campos cubanos... Deviene así un abrazo a la cubanía a través de elementos como el dominio del color, la atmósfera apropiada y el cuidado del detalle.
Tuti, como lo conocen, afirma a 26 que en el pasado fue carbonero y obrero agrícola, y que esos oficios le ampliaron su visión en torno al campo y sus esencias. Además, trabajó desde el 2001 hasta el 2015 en la casa de cultura Sergio Reinó Reyna, de "Amancio", donde preparó a jóvenes talentos. Y, desde ese último calendario, se desempeña como instructor de Artes Plásticas en la casa de cultura Tomasa Varona, del municipio cabecera, con resultados.
La sede tunera de la vanguardia artística, por su parte, acoge la expo Así, tan natural, de Wilber Ortega, quien confesó a este medio que todo parte del "don de Dios" que asiste a quienes les fascina el género. "Mis recuerdos como observador de la naturaleza siempre han sido de deleite. Desde niño he tenido el privilegio de vivir en el campo y he sido impulsado por una curiosidad hacia el entorno. Cuando observo algo lejano, quiero saber que hay allí, ya sea una montaña, un árbol, un río... ", narra el padre del evento pictórico Confluencia.
Y así, casi sin saberlo, llegó a la profesión, no sin intermitencias previas en los horizontes estudiantiles y laborales. Trabajó -incluso- en Mantenimiento Constructivo, entre asfalto y arreglos de calle, hasta que -tras su vocación- se presentó a la otrora existente Academia Provincial de Artes Plásticas y aprobó. Había encontrado su camino en la mirada de un lienzo. Hoy su nombre es más que un paradigma en el paisaje y, a pesar de ello, ayuda a nuevos cultivadores.
De hecho, varios discípulos de Ortega y colegas contemporáneos exhiben hoy sus obras en la expo colectiva Confluencia, con sede en la FNG. Cosmovisiones que nos llegan de la mano de cultores de un género que tiempo atrás fue considerado la Cenicienta de la plástica, pero que se revitaliza a través de diversos estilos y técnicas, desde el paisaje tradicional de Pachamama hasta el surrealismo que, "Así, tan natural", ofrece Wilber Ortega.