huellas literatura

26 se viste de verano y llega, entre sus novedades, con una sección para la etapa estival: Huellas con olor a tinta, que busca visibilizar la obra de escritores tuneros en tierra prolífera en materia literaria. Aquí les compartimos la primera entrega, esperamos que les guste

Hoy en día, en un país donde el verso rimado ha perdido y pierde cada vez más espacio, es fresco encontrarse un libro como Fabulaciones del verbo (editorial Sanlope, 2015), del escritor Junior Fernández Guerra. Es la ópera prima de este escritor, quien luego ganaría el Premio Calendario en la categoría de Poesía Infantil con otro libro de similar estilo. En ese volumen, nos presenta tres secciones con bien marcada temática y estructura: "Abstracción de la piedra de la cordura", "La soportable necesidad del ser" y "Las flores del mar". 
verbo1Si bien Junior fabula con el yo, como especie de monólogo interior o conversación con ese otro lector sobre la soledad, el sexo, el deseo, el abandono o, simplemente, el amor y el desamor en esta primera parte como eje temático, esto es una cuestión que podremos encontrar en el resto de la obra. Pero, ojo, no es para nada un libro romántico.

El autor tiene la necesidad de fabular, filosofar, contarnos algo. Lo hace de la mejor manera que conoce, con la literatura, en especial, la poesía. Esta le brinda la posibilidad de lucir un lenguaje exquisito, erudito, que permite realizar un juego inteligente de palabras e imágenes que enriquecen los versos. Además, le agrega profundidad a los textos con sugerentes títulos, jugando con referencias bíblicas, escenas de mitología y cultura griega, poemas, poetas...

Eso es buena parte del atractivo principal del cuaderno, amén de la experimentación y el riesgo. Los títulos de los poemas nos brindan una sinopsis de lo que encontraremos: Mata Hari extasiada ante el pelotón de fusilamiento mientras la muerte interpreta la "danza de los siete velos", "La décima musa en el estanque de las ninfas", "Último delirio" de Donatien en Charenton ("dormido entre las piernas de Constance"), "Elegías del bardo" (o cualquier silueta bípeda incestuosa), "Éxodo 19,94", entre muchos más así de sugerentes.

No quiso escribir un libro cómodo ni sencillo, se nota desde la primera página. Fue arriesgado al elegir temas complicados de desarrollar de manera original, diferente. Además de usar un lenguaje alto, erudito, multireferencial, moderno, fresco, con toques de ironía y humor negro, hasta crítico en ocasiones.

Asimismo, en una tierra en la que la décima es reina de poesía, quiso arriesgarse y jugar "en casa del trompo". Y jugó con la estructura, con la forma. Tomó la espinela, la décima de vanguardia, el soneto, e hizo lo que sintió que era necesario para transmitir su mensaje. Pero no le bastó el verso octosílabo, el endecasílabo y la forma tradicional. Algunos de sus textos exigían otra estructura; él la rompió y adaptó la forma al contenido. Escribió lo que podría parecer verso libre, prosa poética e -incluso- epigramas, para el lector menos conocedor de la poesía rimada. Sin embargo, son décimas, octosílabas, endecasílabas y hasta de tres y cinco sílabas. En Fabulaciones del verbo la forma no genera contenido, sino todo lo contrario.

Pero necesitaba ir más allá, hacia el soneto, y por eso escribió (además de los tradicionales) algo que podría llamarse "sonetésima", como dice el escritor Eduardo Rosell. Al inicio y cierre de la segunda parte rubricó dos conjuntos de siete décimas, cada uno dentro de la estructura de cinco sonetos. Si es difícil crear una buena décima o un buen soneto, imagínense mezclar ambas composiciones y que funcionen cada una de manera individual y como un todo.
Este libro necesita ser leído por los amantes de la poesía rimada y, sobre todo, por los que afirman que esa estructura es "una camisa de fuerza" tanto para el contenido como para el lenguaje. También es la muestra de que los jóvenes cubanos, y tuneros en particular, están escribiendo poesía contemporánea, moderna, interesante, experimental y transgresora. Y, al mismo tiempo, siguen siendo fiel a las formas clásicas.

En general, es una inmensa historia y, como tal, trae una enseñanza, algo que no te deja indiferente. Es una prueba de que, si salimos de la zona de confort y nos arriesgamos, podemos crear obras maestras, de esas que nos contaminan para bien y nos dejan con ganas de seguir fabulando, por siempre.

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