3 Tarek con FidelEl autor del libro junto a Fidel.

Las Tunas.- Cuando la tierra se abre como una enorme garganta que engulle parte de una civilización, no queda más que contar con el humilde don de la palabra el eco de los destrozos. Así lo hizo el abogado venezolano Tarek William Saab con el terremoto que azoró a Pakistán el 8 de octubre del 2005.


1 Los niños del infortunioLos niños del infortunio no es el único libro que me ha marcado, pero sí es uno de mis ejemplares de lectura recurrente. Fue escrito desde el dolor, pero con el amor pisándole los talones. Cada línea es un tatuaje en el alma del lector y, como todo buen texto, deja esa envidia agridulce de no haber sido precisamente uno quien esculpió tamaño tesoro.
Miles de seres fueron tragados por el apetito voraz de la natura, por el demoledor invierno de esos lares o por la propia dentadura del hambre. Y aunque es difícil describir el color de la soledad, cadáveres mezclados con las piedras, miles de cuerpos despojados de su aliento, Tarek lo hizo. Él sabía que, como dijo Martí: “En todo gran escritor hay un gran pintor, un gran escultor y un gran músico”.2 Tarek william saab
Observó las cabañas fabricadas de sábanas rotas desafiar el frío y las dibujó con el verbo y la razón. Esculpió entre las líneas las manos suplicantes de los hombres que como sombras deambulaban en el vacío y dirigió como notas musicales hacia la hoja en blanco voces como la de Leticha, el anciano que mirando al cielo exclamó: “No tengo casa, no tengo nada, que se haga la voluntad de Dios”.
Pero aún no le bastó la descripción austera, también perforó los sentidos trasladándote hasta el mismo día del acontecimiento y esbozó la esperanza con las historias de la brigada médica cubana Henry Reeve. No en balde el historiador Eusebio Leal Spengler (2006) expresó: “Este libro ha de quedar no solo para las futuras generaciones, sino para todos los que hoy aspiran a un mundo mejor”.
Fragmentos al estilo de este: “Los niños del infortunio vivirán en mi corazón hasta el último instante de mi vida. Ellos, de la mano de míticos ancianos, pastoreando cabras en antiguos sembradíos abandonados, orando en silencio cerca de los campamentos y hospitales; desde una voz melancólica atravesando la distancia ya diluida en la resonancia de los altavoces…”
Son textos que te quitan la piel, la acarician y retuercen como para recordarte que eres un simple mortal, pero importas. Fragmentos que golpean las neuronas y te hacen aplaudir aun así el masoquismo cerebral.9niña
“Muertos por las rocas cayendo sobre sus espaldas (…) Son insomnes devueltos del averno para reencontrarse en la fe y la peregrinación. Los hijos del terremoto no tienen sexo, ni color”.
¡Qué inspirador resulta viajar por sus páginas! Cada palabra tiene ala y color, como quería Martí. Se desborda una sensibilidad que palpita desde los escombros hasta llegar a los ojos vidriosos de quien hurga en sus trazos.
Es poesía que se sumerge y sale a la superficie, que llega al límite de la asfixia para mostrarte detalles de una realidad descarnada que afectó a más de tres millones de hombres, mujeres e infantes.
“Sin padres/ los niños del infortunio/ vagan/ como estrellas solitarias/ como fósforos encendidos/ como luces de bengala/ que no cesan/ como ángeles caídos/ sin casa/ ni puertas/ ni ventanas…”
8colinas1La intertextualidad es otro de sus recursos. Hamlet, Martí, Dante, Rimbaud y otros se asoman a las líneas. “Escucha, pues, padre, en respuesta a mis luctuosos pesares. Tus dos hijos sobre la tumba gimen…” (Cita de Electra, en las Tragedias, de Esquilo).
También grandes maestros de diferentes esferas dan matices a una descripción que humaniza el escenario y sus protagonistas, porque “… la noción del bien flota sobre todo, y no naufraga jamás”, como dijo el Apóstol cubano.
“Uno tras uno, saturando multitudinariamente los campos de refugiados en Marshera, Battal, Chatar Plain. Alegres, duermen en el suelo, sin zapatos, algunos con el rostro quemado. Los sostiene, en sus precarias moradas, el afecto y el cariño de los médicos cubanos. Tristes, por el futuro inexorable que les aguarda; semejantes a una película de Buñuel, de Wenders, de James Dean… ”
Pero nadie piense que es la sensibilidad la única razón que me amarra a este libro, los trazos de Saab se visten de estilismo, de una redacción depurada, se usa el adjetivo correcto, múltiples metáforas sobre hechos complejos de describir, oraciones cortas, sustantivos precisos… Tamaño resultado el de este abogado, poeta y político.
Vale la pena desandar Los niños del infortunio porque como dijo el autor, quien se autotituló “el celoso guardián de sus horas en vela”: “La voluntad de saberlo todo y transitar, aunque sea brevemente, por el túnel sin salida de sus biografías, conquista un instante para la solidaridad, el abrazo y las fotos de ternura”.
Otro fragmento mágico, aunque desgarrador: “Sugra, de 28 años, me recibe al final de la pendiente y me encuentra husmeando en un improvisado fogón. La carpa de lona está impregnada de hollín. Una cacerola achatada, y hundida a la vez, contiene los restos de un arroz quemado, como única evidencia de alimentación en este dantesco sitio. Sugra vivía en Muzaffarabad, en un lugar conocido como Julalabad. Ahora es una más de las millones de evacuadas, con sus seis hijos a cuestas…”
180px 5medic1Este libro testimonial, con atisbos de poesía, crónica, entrevista y hasta plegaria, es un manjar para el lector. “Si pudieran/ los fosos/ de los suelos/ deshechos/ reconstruirse/ para no quedarse en la conciencia la imagen perforada/ del suplicio/ la inclemencia/ y el terror”.

Tarek nos acerca a varias historias de vida como la del militar jubilado Mir Osancha, de 65 años, y nos actualiza sobre su triste realidad: “Sus ahorros, guardados en su vida de milicia, yacen sepultados en las montañas, junto a la gran mayoría de sus amigos”.
Utiliza la comparación para ampliar el espectro de sus testimoniantes: “Gulan Rubani, de veinte años (…) me impresiona por su parecido con un personaje de la película La última tentación de Cristo de Scorsesse, aquel ciego a quien Jesús de Nazaret le restituye la vista.”
Saab nos narra anécdotas tristísimas como las de los niños Muna, Bicharat, Mohamed Fiaz, Bibizema, Amma y Mahmud, que perdieron a sus padres en la catástrofe, o de Sara Kipur, pequeña de 10 años de edad ahogada en el río Kunhar. “… aguas/ azules/ aguas/ cobalto/ plomizo/ que perturba el alma”.7william
Y en medio de la penuria nos cuenta cómo “…cruzando océanos, continentes, escalas y cráteres; hasta instalar los treinta y cuatro hospitales donde nadie imaginó que otro mortal ajeno al terremoto estuviera: allí estaban ellos y ellas, con sus ritos de abnegación infinita, con la bandera de Cuba y de Fidel en el alma”.
Su olfato reporteril le lleva a explicitar fragmentos como este: “Liane está recién graduada (septiembre del 2005) y esta es su primera misión. No tiene palabras para describir su experiencia: ´Es un país islámico, con un idioma diferente, en medio de una región devastada y un pueblo muy pobre, me siento muy útil´”.
El quehacer de los profesionales de las batas blancas no escapa a sus pupilas: “Rolando construyó las sillas, las mesas, los stand, las mesas de comedor, los bancos, los mesones de cocina y los fregaderos. Él es carpintero y sus manos practican la sanación pero también la creación de mundos hechos de árboles…”
Esta no es una redacción insustancial, hay también un seguimiento noticioso. “Para la primera semana de enero de 2006, fecha de nuestra llegada a territorio pakistaní, los brigadistas de la Henry Reeve habían atendido a más de cuatrocientos veinte mil pacientes, de los cuales, ciento noventa y nueve mil son mujeres…”
También la crítica asoma en su mirada: “… la Organización de Naciones Unidas (ONU) no concluye su promesa de donar los recursos prometidos el pasado 19 de diciembre de 2005, cuando anunció el aporte de quinientos veinticinco millones de dólares…”
3campamento1Además, reminiscencias de la historia matizan el volumen. Y hace que se abracen el pasado y el presente con sus comparaciones. “Salim Khan pudiera evocar, por sus nombres, al rey de los mongoles; sin embargo, su historia y la de su familia es hondamente contradictoria y fatal. El 80 por ciento de las edificaciones de esta zona fueron diezmadas por el mortal sismo…”
La pormenorización es otro de los recursos que late indeteniblemente. A cada paso se vislumbran los detalles y uno se lo imagina todo como si fuera la propia sombra del autor. También refleja la voluntad de Fidel de ayudar a esa hermana nación porque la prioridad era (lo cita): “acompañar al pueblo sufrido de Pakistán en el invierno que alcanza los -6 grados Celsius en varias de las zonas afectadas”.
Por momentos el libro se torna novelesco, pero enseguida aterriza al penoso escenario. “Abuelas trayendo a sus nietas a punto de fallecer. Niñas de seis años cargando a sus hermanitas de dos, por la ausencia del padre, de la madre, de los tíos, de los primos, de los hermanos… ¿Dónde cabrá tanta tragedia? ¿Dónde guardar todo el dolor?”.180px 4medicoscub1
Este libro, que nace de un preliminar encuentro del autor con Fidel en diciembre del 2005, es uno de los necesarios en mi stand. Para mí Saab logró, enlutado e insurgente a la vez, llegar al lector sensible. “Los textos proyectaban ser testimoniales, escrito a través de una prosa literaria cargada de imágenes sensoriales, usando los recursos de la poesía para darle mayor fuerza a la escritura”, dijo él en alguna ocasión.
Apenas nueve días bastaron para rubricar este libro. ¡Parece increíble! Pero las horas de poco dormir, germinadas ante el cansancio, le valieron a Tarek una hermosa página testimonial para la humanidad. Ya el presidente Chávez en una ocasión había aplaudido su talento. Sin embargo, más que los elogios de grandes hombres, el legar a la posteridad la historia de tantos seres y sus vivencias, basta para mí. Al concluir el libro el 25 de enero del 2006 Tarek dijo: “La poesía, fiel a sus orígenes carbonarios, demuestra una vez más, ser invencible”. Coincido plenamente.

Comentarios   

Germán Castillo
# Germán Castillo 15-03-2021 02:05
Que bien lograda introducción, me ha despertado la ilución de leer este libro, aplaudo este artículo introductorio
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