fuente antillas tunas 26

Las Tunas.- No concebimos el entorno sin la Fuente de las Antillas. El sitio escogido fue propicio entre dos arterias importantes para los habitantes y transeúntes de una ciudad de paso: las calles Vicente García y Lucas Ortiz. El río Hórmigo nutre con sus aguas la leyenda que otrora fuera escrita por Pedro Mártir Anglería. Según cuentan, el espacio estaba habitado por una vieja casona con muebles para tomar una que otra bebida.

Rita Longa Aróstegui (La Habana en 1912-2000), representante de la vanguardia plástica, ya ostentaba reconocimiento nacional e internacional cuando Faure Chomón Mediavilla, entonces primer secretario del Partido en Las Tunas, conoció de su quehacer a instancia de la escritora y etnóloga Natalia Bolívar Aróstegui, prima de la escultora. A Natalia y Faure los unía una causa común: la insurrección revolucionaria.
Hombre sensible al arte y la cultura, Chomón animó a Rita para darles a estos lares otra historia con la presencia no solo suya, sino de una pléyade de creadores que dejaron su impronta aquí. El proyecto de la Fuente de las Antillas, que fuera también propuesto para la esquina de 23 y L en el Vedado habanero o para algún lugar en Japón, terminó alojado en la urbe tunera.
Ese conjunto escultórico constituyó un acontecimiento desde la propuesta misma, el emplazamiento y la imagen que ostentaba su autora, dama de elegancia inusual, y la pequeña casa en la que vivió, ubicada en las inmediaciones de la obra, complementaba el encanto. Desde allí dirigió los ayudantes escalpelinos y constructores que hicieron realidad su idea.
El 24 de febrero de 1977 sucedió la inauguración, acompañada de una gráfica realizada por Rafael Ferrero Lores, Gustavo Polanco Hernández, Jesús Vega Faura y Alexis Roselló Labrada. El mural, que ya pocos recuerdan, era parte de otra intención de Faure, asimilada en España, para desarrollar la muralística como otra variante de fuerza en la localidad.
Hasta el momento, la iglesia San Jerónimo, la casa natal de Vicente García González y el Ayuntamiento venían siendo los espacios más representativos de estos predios. Llega así la huella moderna de manos de Rita Longa, cargada de simbolismo y cubanía. A partir de entonces el Balcón de Oriente ostentaba un nuevo emblema.
El proceso de emplazamiento fue empuje para los artistas de la zona, potenció un movimiento que los identificó como la Capital de la Escultura Cubana, patentizado en los encuentros o bienales de la manifestación que se venían celebrando y a los cuales dio toda su energía y talento el escultor y promotor Rafael Ferrero Lores.
En diversos estudios reza el argumento de la Fuente…, una leyenda contada por Anglería, cronista de Cristóbal Colón: “... en una de las ínsulas del mar Caribe el cacique Jaías tenía un hijo como su único heredero, pero este muere y el padre decide darle sepultura en el interior de una calabaza -símbolo de prosperidad y fertilidad-, con el propósito de mantenerlo cerca de él y la esperanza de que en algún momento pudiera resucitar.
“Un día, cuatro muchachos se aproximaron a la calabaza, aprovechando la ausencia del cacique, y al tratar de tomarla, esta saltó y estalló. El lugar se inundó con agua salada y se llenó de peces y plantas”.
El conjunto hoy luce vibrante debido a la restauración que realizaron los escultores Nover Amado Olano y el recientemente fallecido Pedro Escobar Mora. Su trabajo obtuvo mención en el certamen de conservación y restauración de monumentos en el 2020. A 45 años, la calabaza estalla nuevamente para salpicar con sus aguas la tierra que acogió a Rita y su obra entre nosotros.

 

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