La Habana.- Unos 333 millones de niñas y niños en todo el mundo, uno de cada seis, viven en condiciones de pobreza extrema, 50 millones menos que hace nueve años aunque se "estanca" el progreso por las consecuencias de la pandemia de la covid-19, según un nuevo análisis de Unicef y el Banco Mundial publicado este miércoles.
El informe, titulado Tendencias mundiales de la pobreza monetario infantil según los Estándares Internacionales de Pobreza, que por primera vez analiza las tendencias de la pobreza infantil extrema, concluye que, si bien el número de niñas y niños que viven con menos de 2,15 dólares al día disminuyó de 383 millones a 333 (un tres por ciento) entre el 2013 y el 2022, el impacto económico de la covid-19 provocó la pérdida de tres años de progreso, es decir, unos 30 millones de niños menos de lo previsto de no haber sido por la pandemia.
El análisis, publicado antes de la Semana de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas (del 18 al 22 de septiembre), cuando los líderes mundiales se reunirán, entre otras cosas, para discutir el avance a medio término de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), advierte que, al ritmo actual de reducción, no se alcanzará el objetivo de poner fin a la pobreza infantil extrema para el 2030.
"Hace siete años, el mundo hizo la promesa de poner fin a la pobreza infantil extrema para el 2030. Hemos logrado avances, demostrando que, con las inversiones y la voluntad adecuadas, existe una manera de sacar a millones de niñas y niños de lo que a menudo es un círculo vicioso de pobreza", ha afirmado la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell.
Si bien ha advertido de que las crisis agravadas derivadas de los impactos de la covid-19, los conflictos, el cambio climático y las perturbaciones económicas han "estancado" el progreso y han dejado a millones de niñas y niños en la pobreza extrema.
"No podemos fallarles a estos niños ahora. Poner fin a la pobreza infantil es una elección política. Se deben redoblar los esfuerzos para garantizar que todos los niños y niñas tengan acceso a servicios esenciales, incluida la educación, la nutrición, la atención sanitaria y la protección social, abordando al mismo tiempo las causas profundas de la pobreza extrema", ha añadido.
LA MAYOR PARTE VIVE EN ÁFRICA
Según el informe, en África subsahariana reside la mayor parte de niñas y niños (40 por ciento) que vive en la pobreza extrema y representa el mayor aumento en proporción durante la última década, pasando del 54,8 por ciento en el 2013 al 71,1en el 2022. Mientras, el resto de las regiones del mundo han experimentado una disminución constante de las tasas de pobreza extrema, a excepción de Oriente Medio y el Norte de África.
El estudio también pone de relieve que, a nivel mundial, los niños y niñas representan más del 50 por ciento de las personas extremadamente pobres, a pesar de ser solo un tercio de la población mundial. Los menores tienen más del doble de probabilidades que los adultos (15,8 por ciento, frente al 6,6) de vivir en hogares extremadamente pobres, sin los alimentos, el saneamiento, la vivienda, la atención médica y la educación que necesitan para sobrevivir y prosperar.
"Un mundo donde 333 millones de niñas y niños viven en extrema pobreza, privados no solo de las necesidades básicas, sino también de dignidad, oportunidades o esperanza, es simplemente intolerable", ha valorado el director global de Pobreza y Equidad del Banco Mundial, Luis Felipe López Calva.
Asimismo, el informe revela que los niños y niñas más vulnerables se ven significativamente más afectados por la pobreza extrema. Según el estudio, uno de cada tres niñas y niños en países afectados por conflictos y fragilidad vive en hogares extremadamente pobres, en comparación con uno de cada 10 en estados no frágiles.
Para poner fin a la pobreza extrema y compensar el retroceso de la pandemia, Unicef y el Banco Mundial instan a los gobiernos y aliados a ampliar la cobertura de protección social para los niños y niñas; diseñar políticas públicas para llegar a las familias numerosas, con niños pequeños y en zonas rurales; aumentar el acceso a las prestaciones infantiles universales y diseñar programas de protección social inclusivos, teniendo en cuenta la discapacidad y las necesidades específicas de género, entre otras medidas.