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Buenos Aires.- Logramos una gran batalla, pero la lucha sigue, dice a Prensa Latina una señora de unos 60 años de edad que, como cientos de argentinas, saldrá hoy a las calles a pedir por el fin del patriarcado.

No es un 8 de Marzo cualquiera en esta nación. Es el primero con una victoria que aún resuena y parecía una quimera, la de la promulgación de la ley de interrupción del embarazo, que después de una ardua batalla desde diciembre de 2020 es una realidad, aunque no exenta de tropiezos y muchos retos por delante.

Con seis décadas de historia, la señora -que prefiere el anonimato-, sabe que estar en el primer lugar de combate para que la lucha de las mujeres sea visibilizada es una batalla de todos los días, de construcción, de esa unidad que han marcado a las argentinas durante largos años a través de varios colectivos feministas que desde esta tierra austral mueven el mundo.

Este Día Internacional de las Mujeres en Argentina habrá una movilización y también un paro con un urgente pedido: frenar los femicidios, uno de los mayores flagelos que afectan a esta tierra austral donde cada 30 horas se da un caso como este.

Solo en los dos primeros meses de 2021, son ya 50 mujeres asesinadas, sin contar las que denuncian a diario amenazas y otros actos de violencia machista. Si los números aterran, las historias aún más. Mujeres golpeadas, violadas, baleadas, quemadas, apuñaladas, en su mayoría por sus parejas o exparejas, dejando a ciento de niños húerfanos.

Aún se siente con fuerza uno de los casos que más ha estremecido este año. El de Úrsula Bahillo, la joven de 18 años, que recibió 15 puñaladas de su expareja, un policía que contaba incluso con una perimetral. Por ella clamarán justicia cientos de voces desde Buenos Aires hasta la Patagonia este lunes.

Hoy también se espera que el presidente Alberto Fernández encabece un acto en el Museo del Bicentenario de Casa Rosada en el que los gobernadores suscribirán el acta compromiso Acuerdo Federal para una Argentina Unida contra la violencia de género.

Precisamente el pasado 1 de marzo, al dejar abierto el 139 período de sesiones ordinarias del Congreso, Fernández llamaba a la sociedad a convertir la lucha contra la violencia de género en una política de Estado y ponía enfasis en algo que es fundamental, al subrayar que la práctica judicial ha sido deficitaria en los procesos relaciones con violencia de género.

Desde su Gobierno, el presidente y su equipo han puesto entre sus prioridades el tema de las mujeres desde el primer momento cuando creó por vez primera en la historia un Ministerio de Mujeres, Diversidad y Género, desde donde se han logrado varios pasos importantes y se trabaja en una agenda con varios programas extensivos en todo el país. Pero aún falta mucho por recorrer.

En un artículo difundido la víspera en la agencia Télam, la ministra de Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta, hacía un balance sobre la situación de la violencia de género y los planes en marcha para erradicarla.

"Es innegable que la Covid-19 incrementó las desigualdades que afectan a mujeres y LGBTI+. Como nunca, quedó al descubierto el lugar que ocupamos las mujeres en la economía y nuestro rol en el desarrollo productivo. La pandemia generó, según un informe de la Cepal, un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en la región", señaló la funcionaria.

Al referirse a los retos por delante y todo lo avanzado este último año, a pesar del golpetazo de la pandemia, Gómez Alcorta manifestó que el Gobierno está convencido de que una vida libre de violencias por motivos de género no constituye una utopía.

"La fuerza de la lucha colectiva, el tendido de redes y la voluntad política puesta al servicio de los derechos fundamentales de las mujeres y LGBTI+ nos llevan, sin dudas, por el camino que elegimos para vivir en una Argentina más justa, más igualitaria y libre de violencias", remarcó.

De a poco, en esta tierra austral se avanza en la igualdad y en la construcción de un país donde las mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades pero aún la batalla no ha llegado a su fin y hay muchos obstáculos por delante.

El fin de la violencia de género, pero también dejar atrás la precarización laboral, la inacción de la justicia para proteger a las mujeres que denuncian a sus agresores y lograr la aprobación de una Ley de Emergencia en Violencia de Género.

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