Foto: Reynaldo LópezLas Tunas.- Era lunes, 24 de agosto de 1987, el día en que Antonio Vargas comenzó como profesor de Biología en el instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) Luis Urquiza Jorge, de Las Tunas.

Habían pasado unos pocos años desde que él, hijo mayor de Isabel y de Justino, diera sus primeros pasos en eso del magisterio. Ha llovido mucho desde entonces; pero recuerda los detalles, porque sabe que en esa fecha, con 26 años de edad, comenzó a andar lo mejor de su camino profesional.

Todo había comenzado el día en que le propusieron ser profesor de Biología en el Ipuec Combate de Levisa (Melanio 3). Allá fundó, junto a Alberto Mojena y Francisco Palomares, la cátedra de la asignatura; y también en esos rumbos fue encontrando el camino para concretar algo que entendía como su responsabilidad en la vida: hacerse universitario. Era 1979.

Sin embargo, cuando puso un pie en el “Luis Urquiza” supo que estaba en el sitio correcto. De ese lugar lo conoce todo; es capaz de desandarlo a oscuras y notar, con escasísimo margen de equívoco, si las jardineras no están bien cuidadas, y hasta si los muchachos andan más inquietos.

A su vera se han formado muchos bachilleres de esta provincia, y también algunos han vuelto a esas aulas a acompañar el paso de sus propios hijos. Y él siente orgullo cuando se le acercan y le dicen: “Profe, ¿usted se acuerda de mí?, vengo porque ni niño ahora va a ser su alumno”. Y entonces, escudriña en su memoria, no puede recordar a todos, pero se esfuerza y, en no pocas ocasiones, la suerte le favorece y rememora la sonrisa bisoña de la persona curtida que está ahí, justo delante de sus pasos.

Para él pocas cosas tienen la voracidad que supone un turno de clases. Es una especie de santuario en el que se da todo. Y muchos, pero muchos años después, los muchachos de antes le recuerdan las frases que también dice ahora, porque los muchachos de hoy son de otro tiempo, pero igual lo provocan, lo encandilan.

“Ese es uno de los espacios más hermosos de mi vida, incluso, personal. Porque el aula te da la posibilidad de interactuar con un sinnúmero de estudiantes, y todo lo que se transmite tiene valores. Por lo tanto, es el medio ideal, donde sucede algo que es fructífero y hermoso. Quizás ahí está la esencia de por qué me he mantenido tanto tiempo en el preuniversitario, a esa edad el muchacho te contagia.

“Algunos alumnos llegan muy carentes a la escuela, y necesitan el contenido y la preparación integral. Desde formarles hábito de lectura, para que entiendan que ahí está la savia del conocimiento, hasta ayudarlos a rastrear programas de televisión, para que vean cosas que los instruyen a tiempo sobre los avances más grandes que hay en el mundo de la ciencia.

“Con sutileza se les motiva, porque esos conocimientos hacen falta para tomar decisiones y hacer valoraciones. Esa es una edad en que se abren muchos campos”.

Foto: Rey López Le escucho en silencio. Siempre ha tenido el don de hacerme pensar en muchas cosas a la vez. Porque Vargas, que también fue mi maestro, es un hombre preocupado por disímiles asuntos. “El problema es que estás todo el tiempo frente a estudiantes. Y si estás dando fotosíntesis, por ejemplo, hablas de árboles, de vida, de la ciudad; y es un tema que tiene que ver con el sol, y entonces hablas del cáncer, que es una enfermedad que en la piel sube por la incidencia del sol, todo es importante.

“Hay prioridades que ocupan a los gobiernos actuales, pero no todas. Por eso, tenemos que insistir desde la ciencia, abrir puertas; en la Universidad de Las Tunas tenemos facultades de Agronomía y Biología, hay que poner cada vez más los problemas en contexto, utilizar las investigaciones para beneficio de todos”.

Más de una vez, Vargas ha llegado hasta mi casa, perfectamente al tanto del nacimiento del primer hijo de alguno de mis compañeros de antaño, reparte entre nosotros los números de celulares y hasta nos pregunta, a veces discreto y otras tantas, con el desparpajo maravilloso que le da una vida de compañía, sobre lo humano, lo simple y lo divino, sin medias tintas.

Hablar con él, un día cualquiera, es recorrer el ”Luis Urquiza”, un centro docente que este año celebra 50 calendarios dedicado a la Educación Preuniversitaria cubana.

“El Ipvce ha marcado pautas en la educación tunera, es una institución de alto impacto en la provincia. Durante cinco años, a partir del 2012, se mantuvo en el primer lugar de Cuba.

“Un elevado porciento de los egresados de la escuela forman parte de los principales cargos de dirección que tiene hoy la provincia, y hasta el país. Eso da mucha alegría, porque le he dedicado los mejores años de mi vida. Da gusto que se hayan traducido en buenos profesionales que ocupan responsabilidades importantes.

“Una provincia adquiere deudas con una institución así. La primera, es la necesidad de escribir la historia del pre; es doloroso que tanta experiencia se desperdicie, y se vaya disipando. Ese lugar es un pedazo de la obra de la Revolución en un territorio que no tiene ese alto impacto en el país, y el 'Luis Urquiza' va por delante de todo eso.

“Hay que insistir en los encuentros con los egresados, utilizar sus visitas para el propio trabajo vocacional, ¿quién mejor que un estudiante que ha pasado por esas aulas para explicarles a los que ahora están, por qué quiso ser médico, maestro o investigador?”.

En el año 2010 regresó a todo ese mundo intenso de las preparaciones de concurso; lo define como “docencia en grandes cantidades”; porque hay que acelerar los programas para ejercitarlos y que los muchachos puedan responder a las exigencias de esas competencias de conocimientos.

Tuvo en esas lides una experiencia anterior. Fue a fines de los 90. Y de esos años recuerda, especialmente, a Yordanis, aquel muchachito de Manatí al que nunca más ha visto y que obtuvo medalla de oro y la mejor nota del país en Biología cuando estaba en décimo grado. Su primer gran medallista, con unos 85 puntos que le supieron a gloria.

De esa etapa son Pedro, Germán, Yanny y otros tantos como Roberto Rodríguez, el microbiólogo del que habla con el orgullo inflado, como si fuera Tonito, el único hijo que la vida le dio.

“Recuerdo a muchachos que salieron a representar a Las Tunas y llegaron muchas medallas de la mano de ellos y, aunque ya no tengo la misma energía, me siento un hombre feliz por todo eso. Y lo maravilloso es que ha sido en mi aldea, en mi ciudad, porque, aunque me lo han propuesto, yo nunca me he ido de Las Tunas”.

Comentarios   

José A. Calomarde Bermúdez
# José A. Calomarde Bermúdez 03-06-2021 13:36
Trabajé en el IPVCE desde 1988 hasta 1995 y Vargas no es sólo un gran profesor, es también una gran persona y un gran amigo.

Un abrazo bien grande.
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Urselia Sánchez Labrada
# Urselia Sánchez Labrada 04-06-2021 09:30
Profe Calomarde, fui su alumna, de la segunda graduación: Muchas gracias a usted también. De hecho creo que mis mejores años de estudiante fueron junto a ustedes (todos los profesores del IPVCE, gracias a todos por tan buenos momentos y tanta dedicación para con los alumnos.
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Rolman
# Rolman 03-06-2021 16:12
Es grande Varga, es grande porque lo recordamos a el y sus enseñanza, para mi fue mi profe, guía del grupo y sobre todo amigo consejero. A él le debo gran parte de lo que luego ha sido mi destino.
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Adrian Mola
# Adrian Mola 03-06-2021 23:42
El profesor Vargas ha entregado su vida y lo mejor de sí a la educación. Personalmente le agradezco su enseñanza y merece lo mejor. Fue, es y será un súper profesor junto a otros más del IPVCE. Mis felicitaciones profesor.
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Urselia Sánchez Labrada
# Urselia Sánchez Labrada 04-06-2021 09:27
Excelente profesor, tuve el honor de ser alumna suya (de la segunda graduación del IPVCE), además de intercambiar nuestra pasión por el Che. Muchas gracias profe por su tiempo y dedicación, siga siempre así.
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Henry Montero Tamayo
# Henry Montero Tamayo 05-06-2021 12:51
Saludos al profe Vargas, estuve del 96-99 y fui mi profesor en esos 3 años, disfrutamos mucho sus clases. Gracias por su entrega y siga formando futuros profesionales que la sociedad se lo va a agradecer
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Hilda Bosch
# Hilda Bosch 05-06-2021 15:38
Excelente profesor, tuve la dicha de ser su alumna, aún recuerdo su sonrisa y voz alta, de verdad que vive en el corazón de todos sus estudiantes
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