Ulises Espinosa Núñez Premio a la Obra de la Vida Rosano Zamora Paadín Las Tunas

Las Tunas.- Le dicen El Gitano por su carácter bohemio en sus años de juventud, cuando andaba trasnochando detrás de una mujer o de un buen trago, y llegaba a la Redacción del diario 26, pasadas las 12:00 del mediodía, aunque Infante, el director, decretara que había que llegar temprano para repartir las tareas del día y él hacía caso omiso a la orden.

Entonces le pusimos El Vespertino, porque con sus ojos rojos por la falta de sueño y su parsimonia habitual, llegaba y se sentaba frente a la máquina de escribir y llenaba la sección cultural en un dos por tres, porque ya venía con la información, la entrevista, el comentario o la crónica en la mente. Una vez hecho esto, nos miraba sonriente y nos decía a rajatablas: “Aprendan a vivir y a trabajar, partida de lentos”. Y se marchaba con su cojera a entregar el texto al jefe de Información.

Ulises Espinosa Núñez, que es su verdadero nombre, repetía esta rutina una y otra vez. Y en las reuniones de análisis de la semana siempre se las arreglaba para salir ileso cuando le quedaba pendiente algo en los chequeos del plan de trabajo, porque su mente era -es- tan rápida, que las inventaba al vuelo, en una eterna competencia con Julio César Pérez Viera, el otro que las inventaba al pasar para justificar un posible incumplimiento frente al director, con cara de pocos amigos.

Era brillante en su labor periodística, y por ello, le asignaron un auto FIAT polaco, y cuando salía a la carretera dicen que los animales huían, porque en una ocasión chocó con una vaca y en otra con un caballo, pero él y su acompañante siempre salían sin daño alguno, porque por suerte no corría.

Desde sus inicios siempre fue un tipo apasionado por el Periodismo, aunque tenía un defecto: creía demasiado en los testimonios de los protagonistas de las historias que encontraba, como aquella de una joven con hepatitis que le contó cómo en un mes de reposo había leído los 28 tomos de las Obras completas de José Martí y él lo creyó. Nos discutía la veracidad a Oscar Góngora y a mí, que le tuvimos que sacar la cuenta de lo casi imposible que resultaba el hecho, teniendo en cuenta la complejidad del pensamiento martiano y las más de 400 páginas como promedio que tenía cada tomo. La muchacha tuvo que leer un libro por día. Y, aun así, seguía discutiendo.

No obstante a esos pequeños detalles, El Gitano brillaba en la concepción y estructura de los géneros, al margen de algunas subordinadas y detalles de redacción, pero cuando escribía una crónica, una entrevista o un reportaje, había que leerlo porque estaban bien escritos.

Después de muchos años de trabajo en 26, un día pasó a laborar en la Emisora Provincial, donde se jubiló, y de todo lo que hizo, lo que más marcó a la audiencia eran sus posiciones de defensa a la población en el programa de debate Primer día, al punto de que algunos oyentes temían que un día se fuera a las manos con otro panelista por la pasión que ponía en cada debate.

Ulises está jubilado, pero no retirado, porque además de trabajar en otro centro laboral colabora constantemente con Radio Victoria, porque él no puede prescindir del Periodismo, siempre en defensa de esta sociedad a la que él se debe, pues sigue furibundamente el ejemplo de su padre Aquiles Espinosa, un hombre asesinado en plena juventud por los esbirros del tirano Fulgencio Batista. A él le rinde homenaje permanente manteniendo en pie sus ideas en defensa de la Revolución por la que Aquiles entregó su vida.

Y así, apegado a esa brillante trayectoria, le acaban de entregar el Premio a la Obra de la Vida Rosano Zamora Paadín, en honor a esa existencia sustentada en el Periodismo y en la Revolución.

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