Lema de la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia
• A propósito de la Jornada Nacional contra la Homofobia y la Transfobia, 26 se acerca a los más jóvenes y comparte sus “lentes” para mirar la diversidad sexual desde el conocimiento y la empatía

Las Tunas.- Desde que “espigaron” y comenzaron a comportarse como hombrecitos, el grupo se hizo más fuerte. Todas las tarde-noches se sentaban en cualquier rincón de la ciudad a “tallar”. Los shorts cortos de las niñas se llevaban las primeras horas de charla, pero otros temas “picantes” también aderezaban la ocasión.

Cristian recuerda que cada vez que pasaba un gay frente a ellos, y andaba solo, la cosa se calentaba y terminaban envueltos en carcajadas. “Nos metíamos con él, le decíamos: ‘Ricurita, mamita, con esa boca dejas seco a cualquiera, ¡qué pelo, qué cara, qué uñas!, qué piel más blanquita, e' tas cuqui…’. Le cantábamos cosas así, solo para reírnos”, confiesa el quinceañero, ahora con la cara muy seria.

La cuestión es que un integrante de la “manada” se fue separando sin aviso previo. Dejó de contestar el teléfono y de etiquetarlos en sus publicaciones. Tampoco volvió a mataperrear por el parque. Un tiempo después supieron la causa: “El socio salió del close y no quería andar más con nosotros. Claro, no se imaginan ni la mitad de las tallas fulas que nosotros decíamos de los homosexuales, las preguntas que nos hacíamos.

“No notamos nada extraño en él porque todos nos afinamos las cejas, nos quitamos los pelos de las piernas y el que quiere usa arete. Eso no tiene nada de malo. Se hacía muchas selfis sin camisa y las publicaba, algo también normal.

“Le ofrecimos disculpas. Yo mismo le dije que lo aceptábamos de vuelta y que nadie se iba a meter con él, que habíamos madurado; pero no quiso volver a andar con nosotros y es un chamaco bueno, bailador, de los más jodedores. Nosotros lo espantamos”.
                                                                                                                                                   …
Al calor de las primeras andanzas por la vida, aunque muchos lo ignoren, hay una singular valentía para definir qué cosa es importante y qué sobra en el entramado de las relaciones. En busca de cómo los más jóvenes perciben la diversidad en cuanto a la orientación sexual, 26 conversó con estudiantes de Secundaria Básica y sus respuestas desmontaron el viejo mito de que los adolescentes son demasiado chicos para saber.

“Me molesta mucho que nos traten como si fuéramos niños. Hablan delante de nosotros de que no hay dinero y falta esto, lo otro; pero cuidado con los temas sexuales, sobre todo, de la homosexualidad. Yo me enteré este año, en la escuela, que la homofobia era el odio hacia los gais.

“La verdad no me hace gracia, me parece ridículo que los adultos sigan pensando que pueden decirles a los demás con quién tener relaciones sexuales, qué es correcto y qué no. Mis padres necesitan mucha educación al respecto, desde que nací intentan que me separe de las niñas que no son delicadas, tienen miedo de que se me pegue y me ha tocado desengañarlos de que la orientación sexual no es contagiosa”, enfatiza Merlina (ella escogió el seudónimo) de 13 años de edad.

Para Karla, de 14, la cuestión es sencilla. “En la escuela hay varios niños y niñas homosexuales, de hecho, lo confiesan, no es un secreto. Yo tengo amigas lesbianas y no me da pena decirlo porque nada tiene que ver conmigo y ellas están en su derecho de ser como les parezca. Hay asuntos que deberían importar más, como su inteligencia, su amistad, su creatividad...

“Para las personas mayores sigue siendo un problema la diversidad sexual, ven las cosas en blanco o negro. Muchos de nuestros profes los miran mal y les hacen bullying, aunque no se den cuenta. En mi grupo hay un niño afeminado y no permitimos que nadie se burle de él, si más adelante quiere salir del close es su problema, ¿a quién le interesa?”, comenta Diana, de 14 años.

LOS “ABRIGOS” DEL HOGAR

Elisa asegura que tuvo que comenzar a asistir a consulta y llevar a su hija adolescente con una terapeuta cuando esta le contó que su mejor amiga estaba enamorada de ella. “Mi primer pensamiento fue que no la iba a dejar ir más a la escuela, que eso había sucedido por la demasiada sobreexposición del tema en los medios de comunicación; después recuperé la cordura -expone la máster en Comunicación Social.

“Se me fueron los estudios para los pies, no sabía cómo actuar. Y necesité ayuda para entender que mi hija y su compañera aún son niñas y están descubriendo su sexualidad. Que ahora mismo no necesitan regaños ni meterles miedo, sino mucha información para definir cuál es su gusto, su orientación. La adolescencia no es sencilla, y esta constituye solo un reto, hay muchísimos otros e, incluso, más complejos”.

Luis Armando (41 años) es categórico y delante de nuestros micrófonos exige que no cambiemos ni una coma de su discurso: “Se les ha ido la mano en este país con la homosexualidad. Quieren metérsela por los ojos a los muchachos. Hasta en los muñequitos se besan los del mismo sexo y me pregunto, ¿para qué hacen eso?, ¿quieren que sea una nueva moda?

“No hay novela que ya no trate el tema, ni serie juvenil. En las escuelas hablan de la homosexualidad más que de otros temas. Mi opinión es que no tienen la madurez para decidir aún qué van a hacer con sus vidas y debemos respetar su inocencia”.

Criterios como los de Elisa y Luis Armando matizan hoy el panorama tunero de frente a una nueva Jornada contra la Homofobia y la Transfobia, que en esta ocasión fomenta el trabajo con jóvenes y adolescentes en cuanto al respeto hacia la diversidad y orientación sexual de cada individuo, y a su inclusión.

Mayelín Ayala García foto Darletis LeyvaMayelín Ayala García, licenciada en Psicología y funcionaria del programa de ITS-VIH/sida que atiende grupos vulnerables y consejería, asegura que llegar a los más bisoños con los conocimientos precisos es la mejor manera de asegurarles una adultez plena, sin prejuicios, tabúes o doble moral.

“En el período de la adolescencia, los semejantes y el grupo ocupan el papel protagónico en el imaginario de nuestros hijos, eso hay que tenerlo claro -enfatiza Ayala García. El grupo puede tener el conocimiento para hacerle frente a la diversidad sexual, pero puede que no lo tenga, o sus saberes estén desviados en ese y otros temas, entonces, los que se relacionen van a reproducir conductas no sustentadas en lo adecuado.

“De ahí que es vital conocer con quiénes se desenvuelven los adolescentes. Yo abogo porque la familia les brinde a sus retoños todas las herramientas referentes a la sexualidad, para que puedan transitar su vida de manera plena y extender esos saberes a sus más allegados. Es ganancia por cualquier parte.

“Cuando nuestros muchachos tienen inquietudes y dudas corresponde llegar hasta ellos con certezas, no con lo que uno cree que es correcto y bien mirado por la sociedad. Hay que crear las condiciones para que ellos se abran con sus familiares y sientan la confianza de hacer cualquier tipo de pregunta”.

  ¿DEMASIADO JÓVENES PARA SABER?

La psicóloga insiste en la necesidad de que los padres comiencen desde edades tempranas a hacerles a los niños reconocimientos de su cuerpo, para que entiendan toda su formación biológica y desde ese mismo punto de vista darles información sobre el cuidado de su persona, el respeto hacia su cuerpo y hablarles sobre el respeto hacia los demás.

“No hay nada peor que condenar a los jóvenes a la ignorancia. Mediante historias, anécdotas, cuentos, podemos mantener a los hijos lejos de lo que les preocupa y a la vez ponerles una coraza de conocimientos para ir por la vida actuando con empatía, como debe ser.

“La orientación sexual responde a un placer, a un gusto, a una preferencia, pero el ser humano, en su totalidad, sigue siendo lo más importante. Potenciar la homofobia es encaminar a nuestros vástagos a creerse superiores a los demás, a actuar con crueldad, a infligir dolor”.

La terapeuta aboga, además, por seguir potenciando en los centros educacionales una correcta educación para la sexualidad, suerte de corrector para aquellos que en el hogar no obtienen los valores necesarios.

“La escuela como agente socializador tiene un papel protagónico en la formación de este adolescente, yo diría que juega un rol importantísimo en sus relaciones interpersonales. Es en sus predios donde se fomenta el conocimiento alrededor de la diversidad sexual que puede poseer, pero también adolecer un joven.

“Resulta vital entonces tener profesores bien formados, concientizados de la influencia que ejercen sobre sus alumnos en su pleno desarrollo. Dentro del programa de Educación existe otro dirigido a la orientación y a la educación de la sexualidad.

“Nosotros, desde Salud, nos sentimos comprometidos al respecto, queremos contribuir con la formación de estos nuevos profesores, incluso, de los no tan nuevos y poder colaborar con su formación metodológica. Se dan todo tipo de situaciones en los centros escolares y el docente debe ser capaz de orientar a sus estudiantes consecuentemente con lo que es mejor para ellos.

“Nuestro llamado no es solamente a la familia, incluye a la escuela, a este joven que no sabe qué hacer con esa orientación ‘diferente’, que no sabe cómo sentirse satisfecho y pleno con su sexualidad; que no sabe a dónde acudir, porque lo invaden temores de romper con los patrones, con la idiosincrasia del cubano que tiene que ser macho, varón, masculino, y la niña femenina y dedicarse a las labores del hogar.

“Tenemos que romper con esos esquemas que hacen sentir anormales a nuestros hijos. ‘Blindarlos’ desde casa, desde la escuela y fomentar la inclusión y el respeto para que cada cual pueda ser feliz en esta sociedad”.

Hace un par de semanas Cristian se encontró con unos tabúes que descansaban en su familia hacía años, escondidos. Cuando le contó a su mamá que estaba tratando de recuperar a su amigo gay y sumarlo otra vez al piquete, esta se alarmó muchísimo y le dijo que debía dejarlo tranquilo, o quería que en la escuela pensaran que él también era homosexual.

“Mi mamá es superbuena con todo el mundo. No entendí cómo no le daba lástima con el socio. Tuve que regañarla. La maté con el detalle. ‘¿A ti te gustaría que yo anduviera solo y los amigos no me hablaran y se escondieran de mí?, ¿que la gente me viera solapiao y se rieran? ¿Eso te gustaría mami?’. Más nunca me ha vuelto a hablar del tema”.

Cristian tiene sus métodos para defender a los que quiere. Su filosofía es infalible: “Si el socio es gay, ¿a quién le importa?”.

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