RAMON

Las Tunas.- Ramón Rafael García Reyes parece un surtidor de frases aleccionadoras para la vida. Este jubilado reincorporado al sector de Educación es uno de esos filósofos ambulantes que ofrecen, con cada palabra, lecciones de humanidad.

"El hombre escribe su propia historia", "todos los días son buenos para ser útiles", "el que ama la vida, ama la Patria" o "a diario emprendo una auto rectificación de errores"; fueron algunas de las sentencias que "me regaló" en medio de una conversación de las que se disfrutan e inspiran.

Cuando comienza a hablar; Ramón desgrana el pedagogo que fue, de hecho y de oficio, durante décadas. Y aunque ya no está en el aula con el borrador y la tiza entre las manos, lo de educar y formar siempre lo acompaña. De manera que, como administrador de la secundaria básica Calixto Sarduy, se siente tan responsable de la disponibilidad de un recurso como de la formación de cada adolescente.

"En la educación tenemos que crear. Es verdad que en estos momentos carecemos de muchos recursos materiales, pero no nos falta voluntad, esfuerzo, decisión y amor para llevar adelante lo que la Revolución nos dio. Y la Educación es el primero de los logros, considero yo, que la Revolución creó después del triunfo".

Ante las carencias, para este tunero la materia prima que no puede o no debe faltar es la creatividad, la inteligencia y empeño de avanzar. Ramón es de esos inquietos a quienes las limitaciones materiales no les ponen freno.

"Como dijo el presidente Díaz-Canel: "Somos Cuba". De manera que aquí hacemos las cosas con lo que tenemos. Yo no sé…, pero siempre aparecen los recursos cuando usted tiene ideas y la mentalidad de buscar respuestas y soluciones. Yo me siento orgulloso de ser el administrador de la escuela, porque con mi trabajo apoyo el Sistema Educacional.

"Las condiciones, cada día, hay que crearlas y, ¿cómo se crean?, con el amor; ¿con qué recursos? con el recurso del alma, con el esfuerzo, con la creatividad que es la primera de todos. Las siete auxiliares, los seis custodios… los 20 que aquí apoyamos la docencia somos uno, uno creando condiciones para respaldar la batalla educacional y de todo eso me siento orgulloso y realizado".

Tiene 68 años de edad y un mundo onírico que alimenta con el anhelo de ver esos sueños concretados; por eso se regocija tanto con los mantos que ya crecen en el centro y los cuales animó a sembrar. Ahora, cuenta, ya tiene el vivero para un jardín que crecerá al amparo de los estudiantes, porque "a veces hay valores que no se enseñan en casa y debemos inculcarlos en la escuela" y porque tanta valía tiene el desempeño educativo como una planta que embellece al centro.

"Una escuela sin jardín es como una casa sin niños, yo considero que debe ir a la par el niño y el jardín para que la escuela tenga un resultado integral", reflexiona quien en su hoja de servicios al país tiene también el mérito de haber trabajado en la conformación del Programa Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana, junto a Adolfo Rodríguez Nodal. Valga este ejemplo solo para mencionar una de las tantas batallas que, como su generación, asumió con la sabiduría de una juventud comprometida.

"Soy un eterno educador. No se trata de un cargo o de la responsabilidad que ocupes en un momento determinado, sino de la responsabilidad que la vida te da y tengo la misión de educar, ayudar y formar", dice ya en la despedida este hombre inspirador, maestro Makarenko de formación, de convicción y de práctica durante décadas.

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