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Las Tunas.- Gianni Fossati y Angelisa Zibaldi le han dedicado 25 años de sus vidas a la solidaridad con Cuba, y principalmente a Las Tunas, y eso no es poco. Así que han tenido una sensación especial regresar a la provincia después de tanto tiempo alejados, entre otras razones, por la pandemia de la Covid-19. Una motivación los anima: reimpulsar el hermanamiento entre este territorio y la región italiana de Lombardía, que acaba de cumplir su quinto lustro de existencia.

Ambos son apenas la expresión de más de un centenar de italianos que a lo largo de este cuarto de siglo han estado aquí, dándole vida a un nexo entre lombardos y tuneros que trasciende lo puramente material, aunque el aporte en este sentido no es nada despreciable. Por lo menos 200 instituciones de Salud, Educación y Deportes han recibido el apoyo directo de los diferentes círculos agrupados en el Coordinamiento en Lombardía de la Asociación Nacional de Amistad Italia-Cuba (Anaic).

No extraña entonces que "¡gracias!" sea una palabra recurrente en cada uno de los encuentros sostenidos por Angelisa y Gianni durante sus cinco días en la tierra de Vicente García, como ya es tradición bajo los auspicios del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).

Han pasado muchos calendarios desde aquellos días de marzo de 1997, pero Angelisa nunca olvidará la primera experiencia de labor voluntaria, que en esa época fue en el palacio de pioneros José Martí. "No estábamos acostumbrados a ver trabajar a los directivos, estar ahí junto a nosotros; también a los muchachos que asistían allí. Eso nos impresionó a todos", recuerda.

Gianni evoca cada marcha, cada encuentro con sindicalistas, empresarios o gente de a pie en su nación para contarles de la Mayor de las Antillas, del Balcón del Oriente Cubano y su Revolución. "Compartimos muchas causas: la lucha contra las guerras, por Palestina, por Siria, pero Cuba tiene un lugar principal porque es un país socialista", afirma.

Luego, cita las perennes movilizaciones en batallas que no cesan, como lo es la denuncia del bloqueo económico estadounidense o la exigencia de la devolución del territorio que EE.UU. ocupa en Guantánamo; y esos otros combates que han aparecido en estos años como el reclamo de la devolución de Elián González o la liberación de los Cinco Héroes antiterroristas.

"Nunca les hemos dicho a nuestros compatriotas: Cuba es de esta manera o de otra, sino: '¡Vengan con nosotros para que vean y saquen sus propias conclusiones!', explica Angelisa. Recuerdo a una dirigente de la derecha en Italia que cuando regresamos dijo: 'Me has puesto en un gran problema, porque ¿qué les voy a decir a aquellos con quienes comparto en mi vida social?, ¿cómo explico esto que he visto?'".

Fossati cuenta de los desafíos que no terminan y ahora tiene uno nuevo: llevar las riendas de la coordinación general de la Anaic en la región de Lombardía. Mas, él solo piensa en el futuro. Y lanza una exhortación: “Les pido a los cubanos una cosa, que resistan, que no pierdan esos valores de solidaridad. De manera que nosotros podamos transmitirles a nuestros nietos que hay un pueblo que no se rinde, demostrando que es posible un mundo más justo”.

Angelisa no quiere terminar nuestra plática sin narrar cómo una vez trajo su maleta llena de zapatos para los ancianos recluidos en el hogar de ancianos Carlos Font, en años de severa crisis económica en la Isla. “Los conté una y otra vez, preguntamos sus números para que les sirvieran. Vencimos varias dificultades con el afán de traerlos y fue hermoso verlos puestos en sus pies. Así, con todo esto, no se puede regresar a Europa sin tener a Cuba en el corazón para toda la vida”.

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