Todo inició hace casi tres lustros y todavía, en algún que otro arranque de cólera, echa afuera los reproches de siempre, que "si perdió los mejores años de la vida y truncó su futuro", "que más vale no tener descendencia", "que antes lucía un cuerpo esbelto" … Eso y más vocifera cuando su hijo desobedece o no logra cumplir sus expectativas.
En días recientes, el muchacho le dijo que deseaba optar por un oficio y, como de costumbre, no hubo conservación civilizada; el escándalo "surcó" las paredes del hogar. "Di tú, después de tanto sacrificio para no llegar a ningún lado". Ante los ya habituales insultos el adolescente baja la mirada y ahí, donde cuecen los sueños, algo se apaga de a poco.
No es este un caso aislado y tampoco de las historias peores que emergen en nuestra sociedad. Unos cuantos padres se adjudican el poder absoluto, al punto de humillar, maltratar e, incluso, hacer sentir a ese menor responsable de sus frustraciones e infortunios.
Es largo el camino legislativo que ampara a los niños, niñas y adolescentes, y rico en cuanto a lo que expone. Así quedó claro en el proyecto del nuevo Código de las Familias, que hoy está en fase de corrección por todo un equipo de especialistas. Constituye este un avance, una mirada moderna y real de la Cuba que tenemos, y gracias a él miraremos a nuestros hijos con mucho más cuidado.
LOS NIÑOS Y SUS DERECHOS DESDE UN NUEVO CÓDIGO
"Son muchas las formas en las que nuestro país vela por la integridad de los infantes, y lo ratifica con el nuevo Código de las Familias y su Artículo 6 del Título I, el cual viene a implementar cómo cumplir aquí el Artículo 9 de la Convención de los Derechos del Niño, refiere Eyanes López Batista, quien se desempeña como presidenta de la Sala de lo Civil, de lo Familiar, de lo Administrativo y del Trabajo y de la Seguridad Social en el Tribunal Provincial Popular.
"Lo que se establece en la actualidad argumenta lo expuesto en la ley vigente; esto no les quita derechos a los padres sobre sus hijos, a menos que sea verdaderamente necesario y siempre velando por el bienestar y la integridad del menor".
En caso de que la Patria Potestad sea retirada por incumplimiento de la ley, una casa de niños sin amparo familiar acoge a los infantes. Allí son atendidos y reciben tratamiento psicológico, y si el tribunal lo determina los progenitores podrán visitarlos bajo la supervisión del propio personal de estos hogares, con prevalencia del interés superior del pequeño.
El nuevo Código amplía la gama de derechos y deberes de los padres con respecto a sus hijos, incluso, los delimita en cuanto al alcance de la responsabilidad parental, su contenido, la representación legal y otros aspectos más garantistas para el menor que los planteados en la letra por la cual aún trabajan en el país.
"Solo teníamos un artículo que establecía los deberes de los hijos para con los padres, y lo delimitaba a los alimentos y garantías económicas. Los cambios actuales amplían la participación de los hijos, la corresponsabilidad en la labor doméstica y el cuidado del hogar de acuerdo con la edad, nivel de autonomía progresiva y grado de madurez, entre otros", comenta López Batista.
Desde ambas partes se refuerzan las posturas. Así, por ejemplo, si en casa es valorada la independencia del menor a la hora de tomar decisiones, también debe hacer uso de ella en las labores diarias.
Asimismo, se incluyen los deberes de descendientes mayores de edad con sus progenitores, que no aparecían en la anterior legislación.
OTRAS RESPUESTAS DESDE EL CÓDIGO A LA PROTECCIÓN DE LA INFANCIA
El cuidado de los niños en nuestro país es primordial y, en reconocimiento a lo que dicta la Convención, deben crecer en un ambiente pleno, armonioso, de amor y felicidad para el buen desarrollo de su personalidad.
"A través de la crianza positiva se trata de mostrar al niño lo que hizo incorrecto y, a la vez, enseñarle a reconocer cuáles son sus normas y límites. El propósito es que comprenda el porqué de cada decisión y no desde la autoridad, sino que pueda tomar parte en la solución a determinada situación", expresa Elia Marina Brito Hidalgo, funcionaria del componente educativo del Programa Materno Infantil en la provincia, máster en Psicología y sexóloga clínica.
Con la llegada de la "autonomía progresiva" comienza la segunda resistencia. "Esto quizás esté dado por el desconocimiento -añade la experta- porque esa terminología siempre ha existido, incluso, desde la Psicología, y guarda relación con cada una de las etapas del desarrollo de la personalidad, el reconocimiento de las características, de los límites por parte de las familias y lograr que hijos e hijas puedan comprenderlo".
Este concepto no quita la potestad al padre, sino que contribuye a lograr que asuma métodos educativos más eficaces, efectivos y, por supuesto, saludables; si en algo insiste el nuevo Código es en la protección de los menores para evitar cualquier tipo de violencia.
"El derecho a la recreación figura entre los elementos que no debemos transgredir. A veces olvidamos que, dentro de las etapas de la vida, el estudio resulta la prioridad de los más chicos, pero ya en los adolescentes las actividades con el grupo pasan a ocupar el primer lugar.
"Todo tiene sus límites y los padres deben reconocer que el Código nos conduce a cómo hacerlo bien. No ofrece herramientas nuevas sobre el modo de educación, sino que delimita las funciones de la familia en cuanto a elementos afectivos, económicos y educativos", puntualiza.
Inculcar valores constituye otra de las misiones en el seno familiar. "Desde edades tempranas hay que darles responsabilidad dentro del hogar, así como las cumplen en la escuela, y de esa manera podrán adquirir la madurez y el compromiso necesarios para su desenvolvimiento en la sociedad".
LO MÁS IMPORTANTE
Es necesario que, desde los roles de cada miembro de la familia, los pequeños y adolescentes comprendan la trascendencia de asumir sus deberes y derechos, no solo para la salud, sino además para propiciar que se conviertan en buenos seres humanos. Así podrán entender los significados de igualdad, la equidad de género, responsabilidad, honestidad, civilidad y todos aquellos valores que hacen de la sociedad un entorno edificador.
Si se logra que conciban estos conceptos habremos avanzado mucho en cuanto a materia legal e instructiva en nuestros sucesores. El Código resulta bien abarcador respecto a los deberes y, sin olvidar el papel preponderante de la escuela, es en la casa donde empieza y termina todo, y desde allí hay que fomentar el amor y el respeto.
