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Las Tunas.- A veces una fuerza misteriosa nos detiene de pronto, nos llena de dudas y extrañamente nos quedamos detenidos, “inmóviles al borde del camino”, sin avanzar hacia lo que hemos deseado, simplemente por el miedo a las heridas, a la verdad de ser nosotros mismos, sin adornos frente al mundo… A veces, por falta de coraje, perdemos el rastro de lo que tal vez era nuestra estrella.

Usted que lee tal vez haya reparado en cómo las personas se reúnen en diversos grupos y de alguna manera enfrentan diferentes temores, según sus peculiaridades, que finalmente le impiden su total desenvolvimiento en esta amalgama de oportunidades que es nuestra sociedad.

Un par de amigas me motivaron a escribir sobre el tema y me mostraron claramente cuánto puede quitarnos la inseguridad. Sé de seres con mucha inteligencia que sin importar las edades prefirieron encerrarse en el hogar por temor a no encontrar algún oficio que pudieran desempeñar, por miedo a superarse o simplemente por falta de valor para enfrentar los obstáculos de los nuevos caminos.

En diferentes sectores despuntan profesionales que se desenvuelven con brillantez y devienen sin proponérselo en ejemplos dentro del colectivo. Muchos de ellos sin recurrir a la apatía, que obviamente también escapó de la caja de Pandora, niegan por inseguridad sus dotes de líderes, es más, a veces ni siquiera los perciben porque en el fondo siguen pensando que es mucho más fácil seguir órdenes ajenas.

Los ejemplos pueden ser muy diversos, quizás usted conozca vecinos que han vivido todos sus días regidos por una rutina invariable, y no cambian sus estilos de vidas porque creen que es demasiado tarde para descubrir nuevas metas, para integrarse a la sociedad no importa desde qué esferas. Hay quienes son demasiado cobardes como para arriesgarse a ser mejores y no perciben que más allá de los criterios ajenos lo que está en juego es la realización personal, los sueños…

Hay miedos que no deben tener lugar en nuestra sociedad. Constantemente nuestro Estado perfecciona los mecanismos para asegurar su buen funcionamiento. Aquí no sabemos de los temores que enfrenta medio mundo y que a nosotros solo nos llegan en fotos de atropellos, epidemias, violencia...

A pesar de nuestro privilegio aún persisten personas que unen sus inseguridades a la apatía y al facilismo y no siguen el curso de esta sociedad que está pensada para ganar cada vez más protagonismo, para descubrir siempre nuevos rostros. Usted seguro entiende de lo que hablo, las acciones que no marchan a buen ritmo devienen en obstáculos que retrasan ese tiempo que siempre es nuestro cuando se trata de hacer, de ser mejores.

Cuidado con que sus inseguridades no terminen por ceñirlo a la nada, y usted se detenga sin descubrir ni siquiera quién era en realidad, hasta dónde podrían haberle llevado los pasos… Sería muy triste, solo por miedo, guardar todo el valor del otro lado del espejo y continuar jugando a vivir, pero de alguna forma, incompletos, frustrados, extrañamente solos.

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