La Habana.- El biogás, una mezcla compuesta por metano, dióxido de carbono y otros fluidos en pequeñas concentraciones, es lo que se obtiene de un procedimiento denominado digestión anaerobia o sin oxígeno.
Comúnmente, en función de ello se emplean los desechos de las actividades agrícolas, las excretas de animales y del propio hombre; aunque no se descartan numerosos residuos de la industria alimentaria.
De esa manera, además de ofrecer la posibilidad de sanear el entorno y preparar fertilizantes con los desperdicios de origen orgánico, deviene, en especial para las zonas rurales, en una opción energética de gran valía lograda a partir de un biodigestor.
Ese último es una instalación cuyo propósito es garantizar la digestión anaerobia en el procesamiento de los elementos mencionados y que, a su vez, aprovecha el gas resultante y el material orgánico obtenido de las reacciones bioquímicas.
Existe disparidad de criterio en cuanto al inicio de su aplicación en la isla, pero hay datos que indican su origen en la primera mitad del siglo XX.
En el afán de ahondar en las posibilidades de expansión de esa variante en la nación, conversamos con José Antonio Guardado, coordinador del Movimiento de Usuarios del Biogás y miembro de la Junta Directiva Nacional de Cubasolar, la Sociedad para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y el Respeto Ambiental.
¿Cuáles son nuestras potencialidades en la extensión de los biodigestores?
Los discretos avances que se han conseguido y las perspectivas de desarrollo sostenible de esta fuente energética en Cuba propician valorar de positiva la situación actual, ya que existen entre cuatro mil 500 y cinco mil de esas instalaciones.
A la par, a lo largo de su trayectoria y sin fines de lucro, el Movimiento de Usuarios del Biogás ha acompañado siempre a personas jurídicas y naturales.
No obstante, la proporción es insuficiente si tenemos en cuenta la potencialidad del país, que origina residuos de origen orgánico para garantizar la explotación de más de 20 mil unidades en el seno familiar.
Lo expuesto cobra gran relevancia al tomar en consideración que, según declaraciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, frente a los efectos de la pandemia de la Covid-19 ha aumentado el hambre y el déficit de víveres en el planeta.
La Isla no es ajena de la escasez de provisiones y, debido a eso, la utilización de los productos finales de la tecnología es un modelo de desarrollo que promovemos y sienta pautas para un futuro promisorio de las fuentes renovables, especialmente en el logro de la soberanía alimentaria, la seguridad energética y el progreso municipal.
¿Qué elementos impiden que esa modalidad posea mayor expansión en el país? Algunas de las trabas radican en que los materiales de construcción empleados son deficitarios y el acceso a ellos se dificulta con el permanente bloqueo de Estados Unidos contra la isla. También intervienen otros factores, como la falta de conocimiento de la tecnología y los recursos locales para su manejo en la diversificación y adecuación de los diferentes diseños.
Del mismo modo, podemos referir la poca integralidad a la hora de planificar y concebir un programa de implementación en un territorio si no participa cada uno de los involucrados, y el empleo incorrecto de los productos finales de la tecnología del biogás.
En igual dirección, se puede aludir a la insuficiente difusión en torno a las bondades que podrían proveer los biodigestores.
Si dadas las condiciones se apuesta sobre todo por las facilidades del sol para generar energía en Cuba, ¿por qué es también válida la opción de los biodigestores?
Con razón, la solar fotovoltaica es considerada la variante líder dentro de las fuentes renovables para obtener electricidad; y según se ha difundido, por cada metro cuadrado como promedio y debido a la radiación solar, aquí se alcanzan 5 KWh/día.
No obstante, es válida esa alternativa que, por su peso en el arraigo popular y dada la participación de los usuarios, repercute en el bienestar, con los correspondientes y favorables impactos en el desarrollo local.
Por otro lado, no puede hablarse de explotación sostenible de dichas fuentes, y en específico del biogás, sin la acción efectiva de la gente y las autoridades municipales.
Es allí donde tienen que ser claras las estrategias, que a la larga impulsan e incentivan el progreso de una zona determinada.
Al respecto, hay que enfatizar que la importancia del empleo de esas instalaciones y del biogás como portador energético no estriba precisamente en generar electricidad, sino en dejar de consumirla, ya que su utilización directa es mucho más eficiente que si la transformamos en esa clase de corriente.
A 20 años de creado, ¿cuánto ha ganado el Movimiento de Usuarios del Biogás?
Pienso que sus mayores éxitos han sido las contribuciones en los aspectos educativo, político, sociocultural, energético y tecnológico; así como el quehacer desde las experiencias adquiridas en el seno de las familias, las comunidades y las instituciones asociadas a la producción de alimentos.
Ciertamente estamos conformes pero no satisfechos, pues queda mucho por avanzar.
Los retos más importantes y difíciles son lograr la integralidad de todos los actores afines al tema y coadyuvar al desarrollo local sostenible con el concurso de las fuentes renovables y de los recursos disponibles.
Por ello se trabaja porque sea más exhaustiva la promoción e implementación de la tecnología con una base auténticamente territorial y, cabe añadir, familiar y comunitaria.
De igual manera, aspiramos a promover que crezca la producción sostenible de alimentos y todo cuanto signifique la utilización de las modalidades renovables con la participación y el control científico-popular.
