Las Tunas.- Dijo Flor Loynaz: “Hay que ir siempre por el mismo camino, sobre la misma tierra, bajo los mismos árboles. El mismo camino". Conscientes de ello funciona el Club de Bonsái de Las Tunas, bajo la cobija de la Fundación Nicolás Guillén en el Balcón de Oriente.
Entre sus acciones figura la realización cada mes de la tertulia La voz del bonsái, simbiosis de música, literatura y el arte de recrear la realidad de un árbol, con una técnica de reducción de tamaño, al estilo japonés.
Wilner Rondón dirige la iniciativa que, además, forma parte del Proyecto Arte y Naturaleza, el cual tiene su espacio dentro de la sede de esta institución, en el centro cultural Huellas.
Actualmente, una exposición de bonsái alegra el patio interior de la FNG. Allí se pueden apreciar varios tipos de árboles en ese formato, entre ellos, ficus, framboyanes, ceibas y otros.
Al decir del líder, es su intención profundizar en la Hildegardia cubensis, más conocida por guana, que está representada en el escudo de nuestra ciudad. Para ello, se ha plantado este árbol en parques, se les han regalado ejemplares a diferentes instituciones y cada miembro del club debe tenerlo como parte de su quehacer.
Además de Wilner, otras 15 personas integran la cofradía, signada por “el amor a la naturaleza y la gratificante continuidad de expresar la espiritualidad través de creaciones muy personales”.
El arte de cultivar árboles en macetas surgió en China, de la mano de los monjes taoístas y encontró su perfección en Japón. Precisamente, a tono con esa cultura, las actividades del proyecto suelen acompañarse de haikus escritos por los mismos participantes al estilo de este: "Queda una hoja/ en la rama desnuda/ tras el invierno".
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