pluma uneac carlos

Las Tunas.- A los 67 años uno es lo que ha decidido ser. A veces, en las brumas del tiempo, se pierde exactamente cuándo se determina un camino, en otras ocasiones ese sendero se construye poco a poco. Infinitas son las variables que inciden en las resoluciones de cada vida. Que Carlos Tamayo Rodríguez sea un intelectual revolucionario no es fruto del azar, sino de una concatenación de sucesos en los que El Cucalambé, Vicente García González y Fidel Castro Ruz no pueden faltar.

Alguna vez dijo que le habría gustado nacer en la época del bardo y del mambí tunero, ambas figuras le apasionan y de tal fervor han surgido textos como Miedo a Vicente García o Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, el desaparecido. En otra oportunidad señaló que de los seis congresos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en los que participó, justo el primero es el más memorable, porque le hizo refirmar, para siempre, el compromiso con Fidel y la Revolución.

Para este escritor, investigador, profesor, promotor cultural e intelectual tunero, la Uneac ha sido, desde 1987, el espacio idóneo para acompañar el devenir de Las Tunas y Cuba. A la organización de la vanguardia artística en la nación consagró tres décadas de vida y creación; motivo suficiente para que recibiera, en ocasión del cumpleaños 60 de esta, la Réplica de la Pluma de El Cucalambé, el reconocimiento por antonomasia del Comité Provincial. Huelga decir que está feliz, revitalizado en su vínculo con esa cofradía imprescindible.

“La Uneac es un ente social de la Revolución Cubana y en los momentos más críticos de amenazas al país, la intelectualidad se ha pronunciado en contra. En la cultura cubana está la resistencia y somos muchos los convencidos de que hoy la Patria es también la Revolución”, manifiesta quien se sabe parte no de una élite, sino de un pueblo soberano e independiente.

Tras ser distinguido igualmente con tal guirnalda, el creador de las artes visuales Leonardo Fuentes Caballín piensa en ese mismo compromiso íntimo y hacia los otros. Ahora, desde el reposo del hogar, recuerda la frase de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo que estampara en uno de sus cuadros: “Tengo una pluma de buen marfil”. Y sí, este holguinero hijo adoptivo de Las Tunas, posee una pluma de buen marfil, una pieza que le llena de orgullo y cuya reproducción recayó, en esta ocasión, en el instructor de arte Baire Cartaya.

“Merecer esta réplica me conmueve. Ha sido para mí lo más grande y ha superado mis expectativas. La tengo como lo más representativo que se le pueda entregar a un artista del territorio o de otra zona del país”, destaca y subraya al rato que prepara con devoción un regalo a la ciudad de Las Tunas en sus 225 años de fundada.

En la pieza original utilizada por el inspirador de la Jornada Cucalambeana aparecen representados los personajes de la fábula La zorra y la cigüeña; un guiño a las enseñanzas básicas, pero esenciales de la vida, que cada cual defiende desde su cosmovisión y hacer cotidiano. Así lo ha hecho durante 41 años José Ignacio Reyes, un maestro para quien su oficio es el mejor del mundo y no tiene hora ni lugar. Tanta entrega fructificó en el Premio Nacional de Pedagogía 2020, y en ser otro ahora de los elegidos para recibir la singular estilográfica del poeta bucólico más relevante del siglo XIX.

José Ignacio Reyes agradece “que se haya considerado a un pedagogo”, viéndolo desde el punto de vista de “que ha aportado a la cultura en la formación de hornadas de maestros. Que tuvieran en cuenta mi trayectoria es un grandísimo honor en un año en el que hemos perdido a tantas personas importantes del sector. Trataré de ser digno de esto, guardarlo, cuidarlo y que las nuevas generaciones sepan lo significativo que es para nosotros lo que se hace en el orden artístico, cómo la cultura salva”.

Este profesor tiene en el magisterio una especie de sacerdocio y asegura que seguirá “defendiendo el valor de la educación en la promoción y divulgación de la cultura. La educación como arte y el arte como educación”.

¡Si sabrá Bartolo Pupo de la fuerza de ese binomio! Él, que tiene el don de ver la vida y cantarla en versos octosílabos; él, que desde el taller de repentismo infantil Chino Velazqueño ha llevado a los más pequeños los secretos de la décima, esa viajera peninsular aplatanada en Cuba.

A sus 82 años, a este poeta le palpitan en el pecho los Rumores del Hórmigo y le nace su propia décima guajira, la cual, con emoción, improvisó el día en el que la pluma del enamorado de Rufina llegó a sus manos.

“Significa lo más grande que en este momento he podido disfrutar, porque de verdad creo que son muchos los que se merecen la distinción, y para mí es un honor, un orgullo haberla recibido”, dijo este hacedor que tiene toda una existencia dedicada a la composición improvisada de la espinela.

Con la entrega de la Réplica de la Pluma de El Cucalambé, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia cerró otro ciclo de reflexión en torno a la organización, la Política Cultural de la Revolución y los desafíos actuales. A su vez, sembró honores para estos cuatro hombres, cuya mejor cosecha es el reconocimiento de un pueblo agradecido con quienes, tal vez sin detenerse en ello, escriben en su diario hacer, la poesía de estos tiempos.

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