fidel amancio 1969 02

Las Tunas.- Varias eran las razones que determinaban la necesidad de culminar la zafra de 1969 para iniciar la de los Diez Millones. “Nosotros tenemos los medios y tenemos los hombres…, de ustedes depende cómo programar esta batalla. Tienen los hombres, la voluntad de luchar de esos hombres. Es duro, pero en este país los revolucionarios han vencido dificultades superiores”.

Así expresó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al concluir el recorrido que realizara el 24 de marzo de 1969, a las áreas cañeras del central Amancio Rodríguez, donde también compartió con trabajadores de la brigada de caminos del Desarrollo Agropecuario del País (DAP) y con jóvenes macheteros del Ejército Oriental. El Líder cubano vino a comprobar in situ los pormenores del proceso. El territorio pertenecía a la región Amancio-Santa Cruz del Sur, de la antigua provincia de Camagüey.

En la actual localidad, muchos de sus pobladores recuerdan aquel periplo. Aurora Pérez dice que lo vio pasar por frente a la oficina de la Unión de Pioneros de Cuba, donde hoy está Radio Maboas, que iba en un yipy cuatro puertas camino a la granja Vicente Pérez. El homónimo poblado donde se ubicaba ese enclave estaba constituido por alrededor de 50 viviendas, una escuela primaria, un internado para niñas de sexto grado, una bodega, un merendero, una nave para almacenar las cosechas y las oficinas de la granja.

Lo vieron entrar por el camino de Las Pulgas. Testigos aseguran que, como había llovido, el yipy se atascó y hubo que halarlo con un tractor. Ya en el pueblo -comenta Aurora- entra por el barrio La Esperanza, recorrió la granja y fue hasta Los Juncos para ver la plantación cañera. Después regresó a la comunidad.

Bienvenido de Ávila, en aquel entonces inspector regional de Educación de Adultos, atestigua que se encontraba en el campamento de la Columna Juvenil del Centenario, en el distrito cañero, cuando el citado carro paró frente al alojamiento de maestros.

Al grito de “¡Llegó Fidel!” toda la población se movilizó y corrieron hacia el lugar, produciéndose el encuentro con el pueblo. La compañera Blanca Muñoz Herrera, directora del campamento, y la maestra Norma Cedeño sostuvieron con él un agradable diálogo de preguntas y respuestas. Las niñas Clery Menzoney y Juana Fernández Pino, de 9 años de edad cada una, tomaron de la mano al legendario luchador y caminaron a su lado hasta el internado, dicen que se acostó en una de las camas rodeado de infantes. Después fue a los alrededores del almacén para conversar con los pobladores.

Culminado el recorrido por el territorio se efectuó una reunión en el Puesto de Mando Regional de la Agricultura, ubicado en Pino 4, con dirigentes del Partido, el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA) y demás organismos que intervenían en la zafra. Allí Fidel explicó una serie de medidas que debían adoptarse para evitar que las lluvias de primavera afectaran seriamente la zafra en esa región.

Entre ellas, señaló la construcción de caminos cañeros, la necesidad de cortar rápidamente las áreas más bajas y desviar caña de uno a otro ingenio “como, por ejemplo, el central Colombia…”.

Después de señalar el gran esfuerzo realizado en la siembra de la gramínea para la contienda del 70, en sus reflexiones destacó la importancia económica de la zafra de 1969, para que el país cumpliera sus compromisos internacionales. Así lo reflejaba el periódico Adelante, de Camagüey, al día siguiente de la visita y agregaba que, refiriéndose a las dificultades que surgen en todas las grandes tareas, “recordó el espíritu que animó a Camilo y al Che al pasar la región pantanosa de Amancio, la misma de los mambises orientales cuando las guerras de independencia”.

En un contacto previo a esa reunión, Fidel discutió pormenorizadamente los casos de aquellas colonias con mayor volumen de caña en tierras bajas y más compleja situación en cuanto a caminos cañeros y los efectos de viabilizar las operaciones de zafra en dichos paraje, antes de la llegada de las lluvias. Solo en las zonas de Santa Amalia, El Junco y La Lucha, siete millones de arrobas corrían el peligro de no poder ser convertidas en azúcar, si iniciaban las precipitaciones.

El jefe revolucionario se interesó en detalle por el estado de los caminos cañeros, la localización respectiva de los centros de recepción, así como los equipos de tiro, y solicitó a los dirigentes locales información sobre ello.

El primer ministro comentó: “Aquí no hay un día que esperar; no estamos en condiciones de esperar ni 24 horas”, y esbozó un plan de construcción de caminos cañeros de emergencia, mediante el apoyo de cuatro brigadas del DAP. Subrayó que ese personal debería ejecutar los caminos cañeros para la zafra de 1970, después de priorizar y construir o reconstruir los más afectados en esos momentos.

Remarcó que el objetivo central del encuentro era enfrentar estas condiciones difíciles y tomar las decisiones precisas para cortar esa caña. “Me parece que, si en esta región se resuelve el problema, será más fácil resolverlo en otras. Si aquí se termina la zafra, no nos podrá quedar ninguna otra región en la provincia sin terminarla”.

El plan de siembra, iniciado desde abril del año anterior, estaba concebido para un total de más de 40 mil caballerías, pero hubo que sembrarlas dos veces por pérdidas, ocasionadas en unos casos por sequías y en otros por lluvias excesivas. “Eso significó un empleo de semilla suficiente como para producir un millón de toneladas de azúcar”, precisó Fidel.

Se refirió a las ventajas económicas de la utilización del herbicida, y resaltó en ese sentido el empeño puesto en el plan de siembra. “Estamos al borde ya de culminar ese esfuerzo -puntualizó- y la situación se ha enfrentado cuando todavía la química y la máquina no han sustituido al hombre, y en especial aquí, donde ni siquiera teníamos los hombres...”.

Después de referirse a otros planes económicos simultáneos que se desarrollaban en la Isla profundizó en la situación de los caminos: “Estamos prácticamente incomunicados: hay 104 brigadas en todo el país y no bastan… Creo que esta batalla en ‘Amancio’ se puede ganar porque lo fundamental está, que es la gente, los seis mil soldados y los tres mil columnistas, además está la fuerza de los obreros agrícolas de aquí.

“Pero no es suficiente la voluntad y la energía para cortar y transportar la caña. Hay que arreglar rápidamente los caminos con las brigadas que llegan de refuerzo. Hay problemas de alzadoras, hay problemas de piezas, problemas a veces de gomas, de acumuladores, en fin, las dificultades muchas que se presentan en toda lucha dura e intensa como esta”.

Manifestó que nuestros equipos no eran siempre los ideales, que a veces están muy lejos de serlo, pero con ellos se estaban haciendo miles de kilómetros de buenos caminos y carreteras. Insistió en que había que entregarse por completo a la organización y el análisis de los procesos y tener todas las respuestas: “Dónde está la grúa, o el transporte subutilizado. En cada una de las regiones, dónde está la caña sembrada en lugares bajos, cuántas arrobas hay, qué camino llega hasta allí, como está el camino…, todos esos detallitos. Hay que tener una información del problema global y de los factores concretos que hay que tomar en cuenta para enfrentar y resolver un problema”.

Finalmente, el Comandante en Jefe expresó: “Vamos a poner a prueba en este punto crítico la voluntad y la decisión. Ustedes son el grupo de hombres que aquí, en este año, en una zafra importantísima, en una provincia importante y con el punto más difícil de esa provincia, van a representar a la Revolución y van a representar esa voluntad, el sentido del honor y el deber revolucionario. Y no será solo ganar la batalla, sino ganarla lo más inteligentemente posible. Ustedes deberán llevar este mensaje, esta apelación de la Revolución, la seguridad de la Revolución en que esos miles de hombres cumplirán esta tarea”.

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