yeneisy polo pons torcedora

Las Tunas.-  El gozo está en las manos que acarician las hojas, las doblan, les dan forma, una y otra vez. Por el audio local se escuchan las noticias en voz del lector, y una atmósfera íntima se crea entre los torcedores y el ambiente de la tabaquería, único por demás.

Entre la fila de mesas está ella, una joven que no levanta la vista para nada, porque sus ojos están fijos en lo que hace, y solo así, es que ha logrado confeccionar miles de puros, con los que seguramente han quedado satisfecho los fumadores.

“Mi trabajo me encanta. Será porque hacer tabacos es un arte. Aquí en la fábrica me han hecho otras propuestas para cambiar de labor, pero qué va, me gusta lo que hago y lo realizo con mucho amor”.

Yeneysi Polo Pons, la protagonista de esta historia, estudió Gastronomía, pero supo de un curso como torcedora en la fábrica Enrique Casals, de la ciudad de Las Tunas, y aquello le llamó la atención. Quizás era curiosidad, porque ni sabía las interioridades del puesto, pero con ese espíritu de aprender y aprender fue de las primeras en matricular. Catorce años después, es una de las jóvenes destacadas en la confección de tabacos y por sus conocimientos define su faena.

“Un torcedor tiene que tener decisión y que le guste su empleo. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: hay que dedicarle mucho tiempo al oficio, y no solo mientras se está produciendo, pues en la casa o en otro lugar, si te agrada, piensas en lo que hiciste y cómo hacerlo mejor. Además, hay que enfrentarlo con amor”.

La "Enrique Casals" ha sido el único centro de trabajo de Yeneysi. Es un sitio que la cautiva y la hace sentir bien, plenamente.

“De la fábrica me gusta todo. Es que aquí convivo mucho, más que en mi hogar. Me llevo bien con mis compañeros, somos una gran familia, y eso es esencial para desarrollarse en cualquier centro. En el caso de una tabaquería se logran lazos muy fuertes y el problema de uno es el de todos, y el logro de uno, pues igual”.

La cima del arte de hacer tabaco es alta y para llegar a ella se requiere de talento, destreza y sensibilidad, y a lo mejor por ello predominan las torcedoras.

“Como es un arte, sí, creo que se nos da mejor, porque estás sentada, a la sombra, escuchando las noticias y otros temas de cultura general y es como respirar dentro de un espacio grande, el de la fábrica, pero como en tu propio mundo, que es el más pequeño, con las hojas, las chavetas y el instrumental necesario. Una se abstrae de la vida allá afuera, y eso te va cautivando.

“¿De mi trabajo? Me gusta todo, no podría decir esto más que aquello. Me gusta todo, hasta el olor, que al principio me mareaba, ahora lo siento como parte de mi rutina diaria, aunque nunca me haya fumado un puro”.

Las manos de Yeneysi se mueven con rapidez. Envuelven hojas tras hojas, usan una tabla pequeña y poco gruesa, dos cortadores, una guillotina, un líquido natural insípido e incoloro, y la destreza se impone una y otra vez, para darle vida a la crema, el puro de más calidad, el que esperan los fumadores para deleitarse con el olor y el humo que inspira vaya usted a saber cuántas cosas. 

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar