Las Tunas.- Sin perder las esperanzas de retomar sus operaciones habituales en el 2023 la Empresa de Aceros Inoxidables (Acinox Las Tunas), de esta provincia del oriente cubano, no renuncia a la apuesta, además, por los ingresos que pueden reportarle las producciones complementarias, especialmente el campo de los materiales para la construcción.
En el 2022 la parada obligada por la carencia de disponibilidad energética del país colocó esos renglones adicionales como la única fuente de ingresos para la planta tunera. Aunque no suplieron en su totalidad los beneficios que le genera sus rubros tradicionales (las palanquillas de acero al carbono y las barras corrugadas de ese mismo material) sí llevó a sus arcas más de 60 millones de pesos; y la conectó con clientes nuevos, tanto en el sector empresarial como entre las instituciones sociales y las cooperativas.
Estos pasos forman parte de la estrategia de recuperación económica y social en el período 2023-2030, con los nuevos enfoques y requisitos que implementa el país, calificada de Excelente por el Grupo Empresarial de la Sideromecánica, y que es una referencia para el resto de las empresas del organismo, informó el máster Eraldo González Arias, director general de Acinox Las Tunas.
La empresa cuenta, además, con otras certificaciones y avales que la colocan en condiciones de aprovechar cada oportunidad que se abra en el frente de la energía y las materias primas. Ese es el caso de mantener implementado y certificado su sistema de gestión de la calidad según la norma NC ISO 9001:2015, requisito para que sus mercancías sean aceptadas en los mercados foráneos. Asimismo, el que su laboratorio ostente la acreditación por la norma ISO/IEC 17025:2017 le posibilita no solo medir con precisión la calidad de su acero, sino también hacer de dicho recinto otra fuente de ingresos para fábricas afines que lo necesiten.
El pasado año la planta recibió un reconocimiento por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) por resultar Destacada integralmente en ambas actividades, al tiempo que conserva desde el 2007 el Premio Nacional de Medio Ambiente, en testimonio de su compromiso con mitigar el impacto que sobre el planeta y la salud de sus propios trabajadores tienen una práctica fabril que por su naturaleza suele ser muy agresiva con el entorno.
