omajaa yenima
Las Tunas.- En la comunidad de Omaja, uno de los poblados del municipio de Majibacoa, la historia ronda las calles, polvorientas y silenciosas como las de las películas del Oeste; y en cualquiera de ellas aparecen anécdotas y testimonios de importantes sucesos.

Lo más conocido para la mayoría de los tuneros tiene que ver con la fundación de la comarca el 16 de octubre de 1906, en una zona casi virgen, cubierta de grandes bosques de maderas preciosas, y atravesada, como una cicatriz, por el Ferrocarril Central.

omaja yenimaEn dicho lugar quedan muchas huellas de esa época, tanto en la arquitectura como en las costumbres y hasta en los apellidos de sus pobladores. Sin embargo, allá ocurrieron otros hechos que salieron a la luz mucho después y que ahora pudieran pasar desapercibidos.

Me refiero exactamente a lo que sucedió pasados unos días del asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, y es que en ese sitio, a veces olvidado, encontraron refugio cuatro valerosos jóvenes, quienes finalmente pudieron escapar de la persecución de la tiranía.

El propio 26 de julio de 1953, Raúl Martínez, Gerardo Pérez, Rolando Rodríguez y Ramiro Sánchez salieron en un auto y luego caminaron hasta la finca del pariente de uno de ellos. Recibieron algo de ropa y dinero, pero no encontraron un refugio seguro.

Sin embargo, quiso la suerte que ahí estuviera empleado Luis Batista Lores, quien no dudó en llevarlos hasta la casa de sus padres en Omaja. Primero llegaron Rolando y Ramiro, vestidos como campesinos para no despertar sospechas, y aunque vivieron días tensos, pudieron embarcar en un coche de motor con destino a Las Tunas.
Tres días después recibieron a Raúl y a Gerardo, este último con una herida poco profunda que se atendió en la misma casa. Pasadas unas jornadas, se repitió la operación y ambos salieron de la localidad hasta lugares seguros, sin ser reconocidos.

Para esos revolucionarios, la vida pudo tener fin tempranamente de no haber sido por la buena acción de la familia Batista Lores. Ellos, con humildad y dedicación, alimentaron, ampararon y curaron a los cuatro jóvenes sin conocerlos, sin pedir nada a cambio. Solo con la esperanza de un futuro mejor para la Patria.

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