Foto: Reynaldo López

Las Tunas.- Son muchas las referencias al doctor José Guillermo Montero Quesada que tengo entre mis apuntes de trabajo. Lo mismo en la computadora que dispersos en carpetas o entre los tantos audios que siempre me rondan; él es, quizás, la persona que más me ha asesorado en temas de historia local en los últimos tiempos.

Por eso, y también por la manía que tenemos de pensar en nosotros mismos, en nuestro dolor, cuando se va el otro, mi primer pensamiento fue para lo mucho que nos quedó por hacer, para los tantos planes de trabajo que él tenía y para los otros que yo rumiaba y nunca llegué a contarle esperando siempre una oportunidad mejor. Fatal error el mío.

La Covid-19, esa navaja, se encargó de arrancarlo de este mundo como ha hecho con otros tuneros desde que inició la pandemia. Mi historia de desconcierto no es distinta, por tanto, a las de los amigos y familiares que, dispersos por toda esta geografía, tienen el llanto en los ojos y han pasado por la experiencia terrible de despedir a los suyos sin darles un beso.

Algunos, a sabiendas de que les entierran solos, al filo de una madrugada, sin flores, rezos y apenas con el consuelo de pedir luz; luz para el camino incierto que siguen los muertos cuando se van de nuestro lado y que, ojalá y así sea, siempre se antoja mejor.

El 20 de diciembre del 2011, en la Universidad de La Habana, José Guillermo Montero se convirtió en el primer doctor en Ciencias Históricas de Las Tunas; y en eso fue el único hasta que en la madrugada del 3 de agosto la Covid-19 le hizo perder el combate de la vida. Era un hombre trabajador con una dosis impresionante de sacrificio y superación personal, que había conquistado siempre sus propias batallas.

Hace poco tiempo, él tecleó para mí estos recuerdos: “El salto comenzó cuando laboraba en la biblioteca provincial José Martí, en el departamento conocido hoy como Patrimonial, donde dediqué mucho tiempo a estudiar. Cuando me permiten laborar como profesor a tiempo completo en la facultad de Cultura Física Manuel Fajardo de Las Tunas, me ofrecen la posibilidad de disponer de una computadora, inicié la gran carrera hacia la meta, dedicaba hasta 16 horas diarias al proyecto.

“Las circunstancias me llevaron a crear una estrategia de formación consistente en llevar al mismo tiempo durante cinco años una segunda licenciatura en Estudios Socioculturales, dos nuevas maestrías; una en Desarrollo Cultural Comunitario y la otra en Deportes de Combate, pero siempre en el perfil de la Historia.

“De ese modo completaba lo que necesitaba como parte de la formación que necesitaba para sentirme en una posición cómoda, no solo para el doctorado, sino en las carreras en las que laboraba como profesor. Confieso que dormía poco, algunas veces me invadió el estrés y creo que fue por el apoyo familiar en especial de mi esposa Rosa Elena, quien me dio mucho aliento para continuar”.
Ese día me dijo que su sueño era ahora el de ayudar a que otros alcanzaran esa meta. En esas andaba, empeñado, cuando llegó la Parca.

Guille era el presidente de la filial tunera de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), tenía 20 años de experiencia como docente universitario, investigaba sin descanso. Y lo recuerdo como un apasionado en el arte de aglutinar, sumar a investigadores de todas partes, alentar el estudio y hacerlo, siempre, en un ambiente acogedor, de equipo.

Hacen falta muchos hombres como él para emprender las obras buenas y consolidar las que ya tenemos. Gente que le mete el cuerpo a los problemas y no se cansa de aportar. Hoy, por mucho, están de luto los historiadores por estos lares.

 

Comentarios   

Jesús Menéndez balcells
# Jesús Menéndez balcells 03-08-2021 14:45
La Historia está de luto se ha ido el alma de los historiadores tuneros , compañero consagrado, entusiasta, humano y amigo . Descanse en paz amigo jamás te olvidaremos.
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Yusdel
# Yusdel 03-08-2021 16:55
Soy testigo del empeño y su incasable búsqueda por los rincones de nuestra historia. Las Tunas pierde a uno de sus hijos más valiosos. Gracias Esther por tu texto y por reflejar ese dolor que siente todos aquellos que conocimos al Guille.
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