llamarse fidel

Las Tunas-. La raíz viene de la Sierra. Su hermano atesora la grandeza del hombre que tuvo el honor de conocer en las madrugadas del insomnio y las barbas crecidas, el sudor constante, las pistolas y las metralletas, el himno y la libertad. Eran tiempos del Ejército Rebelde y el teniente Sánchez Cruz sentía el alumbramiento de la idea. Nunca se arrepintió de ella. Cuando estuvo en la lucha contra bandidos, en El Escambray, sonreía de orgullo.

"Sí, ese hermano mío le dijo a mis padres que me pusieran Fidel, que Fidel era grande".
Un 15 de agosto de 1959 la familia Sánchez Cruz regaló a la vida un varón, allá en Mesa 4, municipio de Manatí. No dudaron mucho la propuesta del nombre. Estaba pegado al pecho como los collares de Santa Juana. ¡Era el regador de luz del primero de Enero! ¡Habían nacido casí el mismo día! El hijo recién parido se llamaría Fidel, Fidel Ramón.

Desde entonces llevaron el sano orgullo a todas partes y, con los años, Fidel Ramón lo entendió todo. Durante su misión en Angola, en la década de los ochenta del pasado siglo, entre hitos de recuerdos y los ruidos de la guerra, crecía la admiración por la figura lider de la Revolución Cubana.

"Escuchar su voz y saberlo en la esencia de cada batalla, aun cuando no estaba físicamente, me hacía sentirlo, y hoy lo siento igual, como un padre. La pasión y confianza que tuvo mi hermano en decirle a mis padres que me pusieran su nombre es un privilegio para mí".

Ahora está en casa. Nadie puede vivir al margen de la pandemia que acecha la provincia. Extraña sus madrugadas frente al timón, como chofer profesional de la Base de Transporte Nacional Emcarga y busca las maneras de contagiar “a su tropa” con el amor familiar que le caracteriza.

No es casual que abrace a su otro Fidel, el hijo mayor que bautizó también con un nombre grande, José, como el ápostol. Ambos, este 13 de agosto reviven las herencias que los unen y comparten el orgullo de llevar un pedazo vivo del Comandante, el ejemplo que los guía en el camino de hacer sus deberes cada vez mejor. La familia es el quilate infinito. Su otro vástago, Julio César también es parte de esta historia.

Taratean la canción “resguardo”... “Perdóname”, de Camilo Sexto, la cual a los 4 años dio la señal que Fidel José, el primogénito, sería cantante. Y la profecía se cumplió. Hoy Fide, como le llaman, cautiva auditorios con su voz en la Orquesta Danzonera Cubaclamé, pero igual ameniza las actividades comunitarias en los Consejos Populares de la ciudad, acompaña el proyecto cultural que anima los vacunatorios, donde Abdala es oxígeno para la lucha contra el Covid-19. O va a conciertos, a las tarimas populares, y hasta contagia a los vecinos desde los interiores de su casa mientras ensaya alguna presentación.

Cuenta este joven artista que la música le viene de los Almarales, de su mamá, quien se pasa el día cantando. Igual siente hondo llevar el nombre de su papá y del mayor estadista de América, paradigma eterno de Cuba y su gente. Disfruta eso, que el cumpleaños de su papá lo celebren horas después que el de Fidel Castro Ruz. Siempre hacíamos estas celebraciones con mucha alegría y compromiso. Hoy le rendimos respeto y homenaje, dice.

Un recuerdo bonito le acompaña. “En la primaria empecé con “La caldosa de Kike y Marina”. No había un recreo en el que mis amigos y yo no cantáramos. Luego la secundaria y el preuniversitario pusieron a prueba mi talento.., lo cultivé y aquí estoy. Mi sueño es terminar un disco como solista, el cual está en proceso... y, claro, ser reconocido nacional e internacionalmente. Es un compromiso con Cuba. Mi nombre es eso, fidelidad a la Patria”.

Padre e hijo se miran con la sana complicidad que convierte lo ordinario en trascendental. Mientan al hermano rebelde que les abrió el alma con la presencia de un hombre a quien le agradecen la Revolución y los principios. Sonríen y juntan puños. Es un pacto de sangre y herencia. Es como un amuleto... se llaman Fidel.

 

 

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