d castroLas Tunas.- Aunque su implacable cacería a la marca de más jits en series nacionales ha sido una explosión de color, en medio del gris panorama de la I Liga Élite, lo cierto es que Dánel Castro no necesitaba ningún récord para asegurarse un espacio en el corazón de cada tunero o tunera, de cada cubano o cubana que lleva en sus venas el béisbol.

Bastaría con preguntar en ese graderío extendido que son las redes sociales, donde miles de aficionados le han acompañado paso a paso hasta tocar juntos la gloria este 23 de noviembre del 2022, 28 años después de su debut en series nacionales.

Alcanzaría seguramente con algún espontáneo referendo en las tribunas del "Mella", allí donde los más sabios seguidores de la pelota prefieren a la Pantera de pie en el cajón de bateo, si es que acaso toca jugarse la vida en algún partido crucial. No por gusto el jugador nacido en Sabanalamar, Manatí, acompaña su lustroso récord de más jits, esos 2379 imparables acabados de completar, con la condición de máximo impulsor histórico del empate o la ventaja en el béisbol criollo.

Dánel es el hombre de los grandes momentos. Todos saben eso: sus compañeros de equipo y los fanáticos de ambos bandos, sus rivales de hoy y de ayer, lo mismo en el Latinoamericano que en el Camden Yard, de Baltimore; lo entienden, incluso, sus trasnochados haters, surgidos de quién sabe qué polémica sin sentido.

Lo saben todos, en fin, excepto quizás algún mentor ingenuo que se haya atrevido a llenar las bases para lanzarle en nada menos que una final por el título de Cuba.

En esos contados, pero muy notables casos, madero en mano, generoso y desprendido, Dánel ha ejercido siempre cierta clase de magisterio: con algún jonrón sideral e inolvidable se ha encargado de enseñarles qué no se debe hacer cuando se enfrenta a una leyenda.

20221123 161635Si algún resquicio de duda podía quedar, el eterno tercer bate de los Leñadores se encargó de despejarlo este miércoles, al destrozar la marca de Enrique Díaz nada menos que con dos cuadrangulares, el segundo de ellos dentro del terreno, un guion que ni el más optimista de sus seguidores pudo llegar a imaginar. Hace cinco años, como si de una tradición se tratara, había completado los dos mil jits ante su público tunero, con un vuelacercas frente al estelar lanzador artemiseño Miguel Lahera.

Pero, Dánel es también hombre de pequeños momentos, de instantes sencillos e íntimos en los que no tiene reparos en repartir felicidad. Uno de ellos lo atesora mi amigo "El Tiguerón", padre de mi amiga Zucel, quien hace muy poco no se podía creer que el legendario jugador estuviera plantado allí, delante de su cama, para regalarle con una simple sonrisa el mejor de los cumpleaños.

Esa capacidad de irradiar grandeza lo ha colocado muy arriba en la preferencia de la afición. A falta del título olímpico que exhiben Ermidelio y Osmani Urrutia, a pesar de no brillar en Grandes Ligas como Orlando Peña o Yordan Álvarez, a Dánel Castro le alcanza con sus pergaminos de monarca del orbe o de subcampeón estival, sobre todo porque los acompaña con sobradas dosis de eso que hay que tener para responder en los momentos claves, cuando el resto del equipo y todo un pueblo dependen de lo que un solo hombre sea capaz de hacer.

El récord de 2379 jits en series nacionales, que podría estar creciendo mientras usted lee estas líneas, es sin dudas una gran hazaña. Sin embargo, para el número 1 de Las Tunas, arribar a una cifra tan importante es uno más de sus muchos logros. En la memoria de todos sigue aquella noche del 3 de mayo de 1999 en la ciudad de Baltimore, cuando a fuerza de batazos mostró el calibre de la pelota made in Cuba en un gran escenario de Grandes Ligas: produjo de 5-4, con par de triples, cuatro anotadas y dos impulsadas ante el picheo de los Orioles de Baltimore.

png 20221124 001403 0000En su palmarés de titular Panamericano y Centroamericano resaltan, además, las dos ocasiones en las que decidió con jonrones sendos Juegos de las Estrellas, algo que nadie más ha conseguido. Entre sus grandes momentos podrían contarse, también, el día en el que Las Tunas clasificó por primera vez a una postemporada, de la mano de una generación en la que él ha sido un pilar, y la noche del 2013 donde, vestido de naranja (como ahora con Centrales), ayudó a los villaclareños a poner fin a una sequía de títulos que duró 18 años.

Todo eso, a pesar de haber confesado a este reportero que por casi tres décadas ha tenido que luchar contra un molesto esguince, ya crónico, o lidiar con frecuentes crisis de gastritis y vencer a una sinusitis que el sol y las tensiones del juego diario transforman en "unos dolores de cabeza infernales".

No es para nada gratuito, entonces, que Dánel reciba la espontánea distinción popular de pelotero leyenda. Sus números en torneos domésticos y sus demostraciones con la selección nacional son aval más que suficiente.

Desde que hiciera su debut en la 33 Serie Nacional, ha vestido las camisetas de Las Tunas, Holguín, Camagüey, Artemisa y Villa Clara, además de otros elencos como el actual Centrales, con los que ha jugado en torneos selectivos.

Entre sus hitos más recordados está la gran actuación en el Campeonato Mundial de Italia 1998, cuando bateó 438, con tres jonrones y 12 carreras impulsadas en 10 juegos.

Así se comenzó a tejer la leyenda de un pelotero excepcional, ya incluido entre los mejores de todos los tiempos en infinidad de departamentos ofensivos de nuestras series nacionales. Su grandeza quedará registrada en cifras de todo tipo, aunque han sido las sensaciones y los sentimientos los verdaderos intérpretes de una carrera excepcional, que será atesorada para todos los tiempos por el béisbol tunero; y que no se acaba aún.

 

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