Colombia, Las Tunas.- En ternura se convierten las palabras, los gestos y las sonrisas de Milagros de la Caridad Montero Yero, mucho más cuando interactúa con los niños de la casita infantil Meñique, del centro escolar Marcelo Salado Lastra, en el municipio de Colombia.
Es la tía favorita de los pequeños y como una madre para el resto de las maestras y asistentes educativas de la escuela porque a todos trata con amor y respeto, sin tener en cuenta que es ella la dueña de más canas y también de más experiencias.
Acumula una trayectoria muy amplia en el sector de la Educación, tanta que sobrepasa las cuatro décadas y siempre al servicio de la primera infancia. Ya estaba jubilada, pero los reconocimientos sociales y laborales tocaron las puertas de su hogar y aceptó reincorporarse en lo que tanto le gusta.
"Es una historia larga, de más de 40 años, que comenzó cuando yo tenía 15 y por mi propio interés me fui para la provincia de Holguín, a la Escuela de Educadoras de Círculos Infantiles. Luego de cuatro años, me gradué y regresé a 'Colombia' en 1982.
"Me jubilé en el 2022. Estuve un año en casa, retirada, y lo demás ya lo saben. Aquí estoy, contribuyendo a la educación de los niños de madres trabajadoras de los sectores de la Salud y Educación. Antes había trabajado en círculo infantil, en el Programa Educa a tu Hijo y en la Enseñanza Prescolar.
"Nunca había laborado en un centro como este y creo que es la vida misma. Para mí es muy lindo porque ahora me siento muy bien, renovada. Quiero crear todos los días, ver la alegría de los niños y trabajar con mucho amor para ellos. Realmente es lo que más me gusta".
Esta educadora honra su nombre y cada jornada hace milagros con los infantes. Algunos son tímidos y callados; otros, un poco más expresivos, pero todos aprenden los contenidos que les imparte mediante los colores, las canciones y las formas geométricas.
"Eso es muy lindo. Me siento satisfecha cuando veo que los niños aprenden, cantan y hacen lo que tú les dices. Luego viene la familia y agradece porque aprecian los logros que sus hijos tienen. Me place saber que estoy haciendo algo bueno por la infancia.
"Cuando estoy en la casa los extraño y quisiera tenerlos cerca. Allá aprovecho para hacerles sus materiales. Las vecinas me comentan que siempre ando cargada, y mi hija me dice que yo no paro de hacer cosas y siempre estoy inventado algún material nuevo.
"Es que no puedo detenerme. Tengo que hacer que los niños y la familia se sientan bien. Esta etapa de la primera infancia es determinante. Enseñarle todo lo que el niño debe saber, entre 0 y 6 años, es lo que lo prepara para que en el futuro asimile los conocimientos que necesita".
Milagros también es muy útil con las muchachas jóvenes que trabajan con los niños en la casita infantil y todavía estudian la especialidad. Las prepara y enseña en asuntos del día a día. Incluso, las asesora cuando tienen exámenes o evaluaciones prácticas.
"Les digo que para los niños hay que trabajar con amor y con estética; no presentarles un juguete feo, sino llevarles el más atractivo. Lo importante es que lo vean con interés, que les guste y se sientan motivados a aprender. Todo lo que les enseñamos se lo dicen a la familia".
Ante la interrogante de hasta cuándo estará con los niños de la casita, la respuesta no se hizo esperar. "Hasta que la salud me dé. Mientras tenga fuerzas quiero estar aquí. En esta casita me siento tan feliz como si hubiera vuelto a nacer".