estudiar en casa

Las Tunas.- Por estos días, fundamentalmente a través de las redes sociales, muchos padres han mostrado su preocupación por el regreso a las aulas en el sector urbano de la ciudad de Las Tunas y todos, entre los que me incluyo, estamos ansiosos por tener clara la fecha exacta del acontecimiento.

Las autoridades del sector insisten en que “está por definirse el día” y destacan que depende de la situación epidemiológica concreta de este espacio del territorio; sin embargo, igualmente anuncian que los estudiantes deben permanecer en sus casas, con el aislamiento que exigen estos tiempos duros.

Y eso, la razón fundamental para transformar la etapa lectiva en toda Cuba este año, no es siempre una realidad cuando usted desanda las calles tuneras. Si lo duda preste atención al pasar a los muchos pequeños que se mantienen en los parques y en las aceras, algunos de la mano de mamá y otros jugando a la pelota.

Muchas son las anécdotas que me llenan la cabeza. La más añeja que ahora recuerdo ocurrió hace un par de semanas en el reparto Buena Vista: mientras el edificio 13 estaba cerrado, con sus vecinos en total aislamiento, frente al 15 (justo detrás) los peques disfrutaban de un partido en el parque, con el nasobuco abajo, a la altura del cuello, para subirlo muy rápido si llegaba cerca “la autoridad”.

La más reciente fue ayer, en plena calle Vicente García, con los niños acompañando la cola de los padres; y claro, tal vez algún caso sea por necesidad extrema, no lo dudo, pero todos no, de eso tengo certeza.

En los centros docentes de Las Tunas, antes de que el sector educacional apostara por la no presencialidad en esta etapa, se dieron reuniones de padres para explicar la situación y, al menos en las que participé, los maestros insistieron en que no eran vacaciones; los tutores de los alumnos que permanecieran fuera de sus hogares serían severamente multados. También se explicó que los círculos infantiles y los seminternados se mantendrían recibiendo a los pequeños cuyos padres no pudieran cuidarlos por encontrarse trabajando.

Pero todo eso termina siendo palabra al viento ante la indisciplina. No son tiempos de soluciones sacadas de un sombrero. La Covid-19 sigue entre nosotros y cada día son más jóvenes los enfermos. Tras cada caso hay una historia dura de lucha por la vida y sustos ilimitados, y nadie está ajeno a este dilema. En eso pienso, mientras los niños corretean en las esquinas un día cualquiera.

 

 

 

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