kpop

Las Tunas.- Leidy Laura Gómez Pérez se acercó a la música coreana cuando rondaba los 13 años de edad, a través de Eres bella, un dorama (drama coreano) que propuso entonces la Televisión Cubana.

Confiesa ahora, casi 10 años después, que una canción la llevó a buscar otra; el nombre de un protagonista, a seguir sus demás actuaciones, y así. Se fue volviendo consumidora cada vez más activa del kpop (música popular de Corea del Sur), adoptó el nombre de Joy para moverse con soltura en ese entorno y, dos años después, ya estaba entre sus primeros bailadores por estos lares.

Leydis Laura Gómez (Joy)

Escuchándola, mientras conversamos tumbadas en el piso de la Casa del Joven Creador, aprendo que los kpopers (bailadores de música coreana) reproducen las coreografías que descargan desde el YouTube y memorizan; y también la escucho decir que la armonía de esa cultura le resulta fascinante.

“La estética es muy llamativa, sin sobrecargas”, afirma, pero también me deja claro que, al cabo del tiempo, sabe que le habita cierta superficialidad, una construcción para el consumo; y recomienda que, lo más importante, “es que tienes que tomar lo bueno”.

Solo que “tomar lo bueno” no siempre es tan fácil cuando se es adolescente. De eso igualmente sabe Joy, que llegó a sentirse absorta y enajenada ante una idealización que la superó, en algún momento.

“Los doramas tienden mucho a sublimar el amor y el aspecto físico; llega el momento en el que no te gustas tú, tampoco los chicos de tu país, porque de tanto consumir esas series asumes tal mentalidad.

“La base de esa cultura está en verse elegante, bonitos y delicados. Los hombres deben ser altos y delgados, casi siempre los patrones que se siguen son empresarios exitosos; y las mujeres, de barbilla en forma de V, cara simétrica y pómulos perfectos. Si te sales de ahí, ya eres feo, y entonces pasas a ser un perdedor. Son estándares de belleza muy irreales”.

Me atrevo a atizar más sus recuerdos. ¿Alguna vez te sentiste perdida? ¿Te superó la experiencia?

“Sí, me importaba mucho todo eso. Déjame decirte que yo llegué a saludar con reverencia, mis relaciones interpersonales eran muy idealizadas, y no encajaba, me sentía un desastre.
“Por consejos no se crece, no se sale de ahí, de ese círculo; además tus padres no pueden estar constantemente supervisando todo lo que haces, es imposible.

“Di muchos tropezones y luego me dijeron, ¿viste?, pero ya estaba hecho.
“Un día te das cuenta de que hay que saber lo bueno de las cosas, no puedes vivir en una cultura que no es la realidad donde estás, ni puedes tener ese pensamiento que no es acorde con tu idiosincrasia. Si lo intentas, te va a ir muy mal”.

A VECES, NI ESCUCHANDO CONSEJOS

La mayoría de los muchachos que comenzaron con Joy esta aventura han ido tomando otros rumbos. Sin embargo, nuevos rostros se abren paso entre los kpopers; y el gusto por la música coreana y, además, por la cultura japonesa, siguen ganando espacio entre los adolescentes tuneros.

En Las Tunas un proyecto acoge a ambas variantes en el centro cultural Huellas, se reúnen una vez al mes, y allí está Joy.

“Son dos culturas completamente distintas. En su música, el ritmo, las costumbres, todo tienen en común el hecho de ser asiáticas. A mí me gusta el kpop y también el anime”.

Pero no son los únicos. Otros dos proyectos de kpop se enrumban ahora en Las Tunas. Se les ve bastante activos los fines de semana. El más grande de ellos, KIS'S, está liderado por la joven Helenis González.

Ella dice que, aunque la Asociación Hermanos Saíz les brinda cierto abrigo para sus actividades, no pertenecen a sus filas, tampoco cuentan con una sede habitual y realizan sus presentaciones lo mismo en el parque, que en algún espacio ocasional.
“Tenemos estudiantes muy habituales de Ciencias Médicas, del instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) Luis Urquiza y de muchas secundarias básicas. Y no creo que tenga nada de malo practicar un baile y escuchar una música que no tiene elementos obscenos; además, a la mayoría les inspira estudiar el idioma, aprender a comer con palitos y hasta de manera más saludable”.

Lo cierto es que, puertas adentro, papá y mamá no piensan siempre igual de este 'fenómeno'.

“Yo sé que la adolescencia es una etapa rebelde y todo eso, pero a esta niña le ha dado por lo peor” –confiesa una madre a 26, mientras pide discreción con su nombre porque, asegura, está cansada de discusiones por este tema con su retoño de 16 años.

“Ha cambiado de amigos, se pasa horas prendida al celular, no le interesa nada más y no me gustan esos muchachos con los que anda, siento que no le aportan nada. Ahora se saca las cejas cortadas, escucha una música que no entiende y, para colmo, dice que es buena. ¿Qué sabrá ella si es buena o no?”.

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El "fenómeno del kpop" parte de una industria cultural que se expande de manera vertiginosa, se ha vuelto un fenómeno global que las redes sociales y la constante búsqueda adolescente han afianzado en muchas partes del mundo.

No es un “asunto” exclusivo de Las Tunas y tampoco parece que vaya a detenerse a corto plazo; todo lo contrario, académicos y seguidores confirman que su impacto seguirá creciendo en América Latina, especialmente entre quienes rondan desde los 14 hasta los 22 años de edad.

En esta ciudad los kpopers asumen su propia difusión, pagan ellos mismos los dos mil pesos que les cuesta el equipo de sonido para hacer sus actividades itinerantes y se van organizando, con más o menos fortuna, en espacios de encuentro y zonas para ensayar.

Alguna vez fueron los amantes del rock, el rock and roll, los Emo y muchos otros visones, que se hicieron grandes en el tiempo o no; ahora son ellos. Toca a los padres entender, acompañar y hasta crecer de la mano de estos ardores.
Esta reportera se queda con la sonrisa dulce de Joy, que además dedica sus días al oficio de tatuar, algo que hace con una amiga en su estudio de la calle Villalón 55, entre Rubí y Ciro Redondo.
Ella lo dice hasta el cansancio: “Hay que quedarse con lo bueno siempre, con lo bueno de todo esto".

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