Las Tunas.- La Comandancia de San Joaquín es uno de esos sitios que usted debe visitar, si es de los interesados en la historia del Ejército Rebelde y su presencia por estas tierras.
Desde esos predios, a las órdenes de Eduardo (Lalo) Sardiñas y con el médico Manuel (Piti) Fajardo como segundo al mando, los rebeldes tenían la responsabilidad de obstaculizar el tránsito por la Carretera Central hasta Holguín y Las Tunas.
Desde allí salieron tropas que combatieron en La Guanábana, participaron en la toma de Bartle y Jobabo, apoyaron la de Puerto Padre y protagonizaron acciones de patrullaje y sabotaje en los últimos tres meses de la guerra.
Hasta allá llegamos los de 26, lidiando con los baches y lo malo del camino, prestos a aprender todo lo posible.
El caserón de guano y puntales altos nos recibió generoso, pero cuando lo recorrimos un poquito, descubrimos que el paso del tiempo y la conservación no han ido de la mano tanto como el inmueble merece.
No hay electricidad, se moja por varios puntos, la madera está dañada y sus áreas verdes merecen más esplendor. Sus trabajadores habituales (una especialista y los custodios) se encargan de limpiar y tratan de ir remendando los detalles que pueden, y hasta ponen de sus bolsillos el dinero para una frazada de piso o el poquito de detergente que requieren las tazas en las que te ofrecen café.
La sala de la Comandancia es una extensión del museo municipal Francisco Vega Espinosa, de Majibacoa; y Yaimara Arias Silva, directora de esa institución, asegura que están a punto de iniciar los trabajos de una reparación capital que revertirá tan triste panorama.
"Contamos con el apoyo del Partido y el Gobierno del municipio; ya tenemos el presupuesto. Lo haremos sin cambiar la estructura y tipología originales de este lugar, que posee gran significado histórico y patrimonial.
"En el caso del techo es preciso esperar a diciembre o principios de enero para cortar el guano que se requiere, porque es imposible hacerlo en otra etapa. Para eso contamos con el respaldo de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Octaviano Vázquez y sabemos que, en cuanto comiencen los trabajos, mucha gente también nos ayudará".
LA CASONA Y SU ALMA COLECTIVA
El doctor en Ciencias Gustavo López Ramírez, decano de la facultad del Partido Jesús Suárez Gayol, estaba al frente del Departamento de Marxismo e Historia de la Universidad de Las Tunas cuando visitó, por primera vez, este paraje patrimonial.
Fue pionero del Proyecto Guerra de Liberación Nacional, la iniciativa que dio a las provincias la responsabilidad de atender y potenciar el quehacer desde las comandancias del Ejército Rebelde enclavadas en sus territorios. Una experiencia que había comenzado y ya daba frutos en el Segundo Frente Oriental.
Las labores se fueron abriendo paso como en La Lata (Santiago de Cuba), Aguacate (Guantánamo), Caballete de Casas (Villa Clara), Mir (Holguín) y el Frente de Camagüey, entre otros.
"Fue muy emocionante porque salimos para acá y no teníamos siquiera claro dónde quedaba el sitio; preguntamos en el camino, llegamos y enseguida comenzamos a establecer puentes y vías de trabajo.
"Primero integramos al Proyecto a los estudiantes de la carrera de Marxismo e Historia, luego a la facultad y después a la Universidad en pleno. Quisimos hacer acciones tangibles, que quedaran para la comunidad. Por eso donamos una biblioteca y el mobiliario necesario; también trajimos a artistas, colaboradores, hicimos actividades de todo tipo, caldosas, invitamos a los pobladores... Era un espacio muy lindo".
La intención se mantiene y los encuentros del Proyecto continúan, aunque desde Las Tunas, pues cada vez es más difícil llegar hasta San Joaquín, asuntos como el combustible y el transporte van redefiniendo esa agenda.
El libro de visitas del lugar, este año, tiene apenas un par de notas agradecidas salidas de plumas foráneas. Y la esencia está justamente en lo contrario, en lograr que los tuneros nos acerquemos a nuestra historia chica, que recorramos sus esencias y respiremos el aire del monte que forjó lo que somos.
Al lado queda la casa de la familia Miranda, con un legado centenario de tradición musical y su grupo Raíces Soneras, defensor desde hace tres décadas de ritmos como el nengón, el sucu suco y el son montuno. En sus inmediaciones se puede concretar, por ejemplo, una ruta de senderismo. ¿No hablamos de recreación sana? ¿Qué mejor manera que esa de juntar deleite, saberes y hasta ingresos económicos para todo el enclave?
Cuentan que la casona original tenía otras dependencias en sus días de Comandancia activa, como una planta de Radio y hasta una pequeña cárcel. Sería esplendoroso que, de la mano de la anunciada reparación, venga también una vitalidad a sus espacios; y que el hacer colectivo multiplique las visitas y enchufe a sus alrededores del aliento bendito de la historia y la libertad.
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