Candita. Foto Ángel Luis Batista

Las Tunas.- “Cualquier cosa en la que yo pueda apoyar cuenten conmigo”. Quien habla es Candelaria Aldana Dell y esas fueron sus palabras cuando le preguntamos por la disposición para esta entrevista. En poco tiempo supimos que no era una frase hecha, de esas que se dicen por compromiso o vanidad.

Ella se pasó 12 años sin trabajar fuera de casa, sí, porque dentro nunca ha dejado de hacerlo. En esa década se dedicó a criar al hijo más pequeño. Pero un día, al ver que su retoño menor ya entraba en la adolescencia, ganaron la partida los deseos de aportar a la economía doméstica, de liberar una vitalidad que le estremecía y de que su esposo tuviera que esforzarse menos como rehabilitador físico. Fue decisión tomada: volvería a tener un empleo.

“Me comentaron que había un puesto en la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Gonzalo Falcón (Dumañuecos, Manatí) y vine a averiguar. Era justo lo que buscaba; desde el inicio me sentí bien en la casa de postura. Empecé con un poco de miedo, la verdad, no tenía destreza… Mi primer salario fue de mil 500 pesos”.

Cuenta y tal parece que ha pasado medio siglo, porque lo dice con profundo convencimiento y alegría, como quien guarda mucha experiencia. Y claro que ella tiene esa piedra preciosa, pero para moldearla solo ha necesitado poco más de un año, meses que ha vivido intensamente, hasta volverse casi imprescindible allí. A la vez, ha cursado una “maestría” de cómo organizar los tiempos, porque el hogar siempre espera por ella.

“Vivimos mi esposo, su abuelo octogenario, mi pequeño y yo. Mi otro hijo está en La Habana. Me levanto a las 5:00 y algo de la mañana, les preparo el desayuno a todos, el almuerzo de mi marido, que se lo lleva, y la merienda del niño. Vengo para acá (la casa de postura), a las 11:30 regreso, adelanto la comida y le alisto el baño al abuelo; retorno al trabajo hasta alrededor de las 5:00…, así más o menos. Pero yo estoy de maravilla aquí, me encanta”, subraya y saborea los vocablos “maravilla”, “me encanta”…

Del Proyecto de Apoyo a la Intercooperación Agropecuaria (Apocoop) supo a los pocos días de su nueva vida, conoció que aquel lugar que pronto se le volvería entrañable “germinó” en la primera fase de ese empeño como iniciativa económica de género. Martha Orsell Adeis, la presidenta de la cooperativa, se ocupa todavía de explicarle y relatar cada capítulo de tan promisoria obra. Candita, como la llaman de cariño, escucha atenta y agradece a quien se le haya ocurrido levantar ese paraíso en su Dumañuecos; quien haya sido, le dio la oportunidad de tener “lo suyo”.

“Me siento profundamente realizada. Lo que prefiero de mis labores, ¡ay!, es sembrar. Si yo tuviera, si pudiera tener otro par de manos para hacer más… -se lamenta casi llegando a la angustia. Yo lo mismo busco la tierra, que planto en las bandejas… Al que pase por la carretera le pido que me cargue una carretilla de arena o que me haga algo de fuerza… y así vamos venciendo los días -ríe bonito, con orgullo.

“Ya quisiera yo haber estudiado más, solo tengo noveno grado; cómo quisiera tener más conocimiento, más herramientas para aprovechar y aportar más… -y ya en este minuto del diálogo sobraban argumentos para entender por qué decía: ‘Cuenten conmigo’.

Candita en la casa de postura

“No pocas mujeres se asombran de mi ajetreo diario y solo preguntan cómo hago para atender a la familia. Yo no encuentro que sea tan complejo. Hemos visto a muchas para que vengan para la casa de postura, pero no se deciden”. Así devela uno de los problemas que ha enfrentado ese enclave: la estabilidad laboral, se ha tenido que batallar duro contra el machismo.

Por estos días la realidad allí, en tal sentido, exhibe un despuntar esperanzador, luego de tanta insistencia de Martha y otros esfuerzos, cuatro nuevas mujeres se han sumado a la CCS, para impulsar el módulo pecuario y el área de uso colectivo.

Candita las acompaña, las anima desde su quehacer, lo mismo está junto a ellas en el huerto que buscando comida a los conejos. Pues lo que le falta en título le sobra en voluntad, en energía, en entrega. Es como si hubiera tenido dentro un volcán listo para erupcionar. No sabemos cómo pudo vivir hasta ahora con esas brasas en su interior. “Yo tenía todo esto dentro de mí, voy a cumplir 53 años y me siento de 35. He vuelto a vivir”. Y cada dos palabras vuelve a su “si yo pudiera hacer más”…

Eso lo dice porque ve cuánto bien esparce su faena, asegurando la producción de alimentos por doquier y nutriendo las finanzas de la cooperativa. Hoy gana de tres mil a ocho mil pesos, según la temporada y los resultados. “Trabajamos por pedido, el campesino viene y dice el cultivo que necesita, siempre le confirmamos que si quiere más podemos hacerlo. Me da gran satisfacción que vengan, de cualquier parte, que pidan bastante y regresen.

“Nunca se me olvida que, en el año 2022, cuando empezó la cosecha de tomate, atendimos a un productor de otra CCS que me compró 37 mil posturas. A la hora de pagar, eran 22 mil pesos, él los puso en mi mano, y yo dije ¡ay, ay, ay!”, comenta y suelta una carcajada.

Estos meses intensos le han servido para construir sus teorías: “Dicen que un semillero es bueno, pero qué va, como la casa de postura no hay. Sacas la plantica formadita, no se achurra”. Y qué pensar si varios labriegos alimentan ese “ego” reafirmándole que les duran mucho antes de sembrarlas.

Uno de los temas de los que Martha le habla, mientras insiste para que tome otros cargos en la cooperativa, es el empoderamiento femenino. Sí, “yo me siento una mujer empoderada”, suelta sin mayores adornos y suma otro apellido compuesto: “feliz feliz”.

En ese reinventarse y a fuerza de ejemplo, las dinámicas familiares han tomado otro color. “Mi esposo no es de prohibir, él dice que no me va a tronchar el futuro. Antes sí era celoso, yo ni podía mirar para los lados. Pero hemos construido una vida juntos, 18 años, y ha cambiado muchísimo, es maravilloso, me apoya en lo que necesito y el niño a veces me dice: ‘Mamá, te barrí el patio’. Y yo: ‘¡Eso es!’. Por otro lado, mi madre: ‘Ve a ver qué tú estás haciendo’. Le digo que no coja lucha, que me siento bien. Ella me colabora bastante.

“Cada vez que puedo alerto a las jóvenes que tienen que estudiar, hacerse independientes, que hay otras opciones, no solo depender de un hombre…, pero desgraciadamente no es lo que más vemos por estos rumbos”.reporte de la casa de postura

Esta descendiente de curazoleños, de ahí su peculiar apellido, conoce que Apocoop ya casi se despide, cierra como proyecto; sin embargo, sabia como es, no asoma la tristeza por ningún lado: “Para mí es como si siguiera. Ahí quedará la casa de postura, mi trabajo y aquí nosotros tenemos muy claro lo que hay que hacer, continuar y profundizar. Pero antes de que se vaya debo darle las gracias por aparecerse en mi destino y darme tanta felicidad”.

¿Con qué sueña Candita?

“Me gustaría vivir nuevas experiencias en talleres y capacitaciones como las que me cuenta Martha y veo en los libros que me muestra. Tiempo atrás iba a ir a un evento de esos, pero el niño se me enfermó. Quisiera conocer otros lugres, otras personas tan empeñadas como yo en echar p´alante.

“Quisiera -y esta expresión no podría faltar en la despedida- que yo pudiera hacer algo para tener más siembras en nuestros campos, para animar a la gente a que haya más productividad, ya sé que eso depende de muchas cosas, pero también de un esfuerzo mayor. Si por mí fuera, aquí siempre habría una fila esperando para comprar posturas”.

manos de mujer sembrando

 

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar