Las Tunas.- Arenas finas y blancas en medio de paradisíacos paisajes, acompañadas de las altas temperaturas que azotan la geografía oriental, son algunas de las acostumbradas imágenes en el litoral norte de la provincia de Las Tunas.
Las playas tuneras despuntan como sitios de esparcimiento para lugareños y visitantes en zonas, incluso, poco conocidas y que sin dudas atrapan la atención por el encantamiento y la pasividad de sus aguas.
Corella, Covarrubias, La Boca, La Herradura y Punta Tomate son algunos de los nombres que quedan para siempre grabados en la memoria de quienes llegan hasta ellas para disfrutar el tiempo en familia, amigos, pareja o en soledad, con la única compañía del mágico sonido del mar y la típica complicidad del viento con el irrefutable olor a salitre.
Cada verano las playas tuneras se bañan de algarabía, con la inconfundible adrenalina de infantes y adolescentes, aderezadas también por el ir y venir de los botes con pescadores, en una icónica pincelada de esas vidas entrelazadas con el mar.
Nadie duda de los sortilegios de las norteñas costas de Las Tunas; en ellas habitan muchísimas historias de lo que fueron y son las comunidades que las circundan, con la calidez de su gente y la humildad abrazadora de quienes allí han realizado su existencia.
Cerca de 40 playas de una distinguida transparencia, con tonalidades que van desde el azul hasta el verde más oscuro, caracterizan los márgenes de una provincia con una exquisita riqueza biológica.
Tanto es así que también habita la barrera coralina de unos seis kilómetros de longitud, en Covarrubias, donde es posible, a través del buceo, admirar cuevas, colonias de coral negro, esponjas y una exquisita complejidad de sistemas marinos.
Una rica diversidad de la flora y la fauna, entre manglares y el eco de gaviotas, con la seducción de cada atractivo natural, hacen únicas las riberas tuneras; símbolo de la pluralidad y virginidad aún del litoral del territorio, en auténticos parajes todavía por descubrir.
Tienen los hijos de esta tierra, en ellas, un verdadero tesoro del que todos son dueños y al cual todos necesitan proteger; son las playas fuente de paz, entretenimiento y, sobre todo, de vida.