Doctora forense Elianis Gómez.

Las Tunas.- Debajo de la bata blanca se descubren 28 años que han transcurrido a toda prisa, como si fuera un pecado desperdiciar el tiempo por aquello de que la vida es un manojo de oportunidades, solo mientras se respira. Eliani calza en sus zapatos demasiados compromisos, a veces rebasan -incluso- las 24 horas del día más ajetreado, pero asegura que tienen vértice en una gran pasión: “Ser criminalista”.

Cuenta que la influencia de un profesor muy querido coló en el centro de sus deseos convertirse en legista. En Cuba, los programas de televisión, nacionales y extranjeros, ya habían explotado varias inclinaciones similares, pero la suya llegó más asentada a la realidad tunera, con la dosis justa de querer defender la tranquilidad de su pedacito de cielo.

“Cuando le dije a mis compañeros que iba a especializarme en Medicina Legal o Forense, como se le conoce en el mundo, recibí críticas, con cariño, pero críticas al fin. No creo que porque me vieran muy frágil, sino por el hecho de que esta profesión es propia de trabajar con muertes violentas, sospechosas de criminalidad. No todo el mundo quiere eso en su día a día.

“En la práctica también está ligada a muchas visitas a los centros penitenciarios, indagación en condiciones inciertas, vínculo con elementos sociales complejos… La verdad entraña un reto, mas nunca sentí que mi condición de mujer limitara mi desempeño. Creo que solo hay que visualizar lo que una desea y lo demás brota con más naturalidad de lo que puede esperarse”.

Entre las pausas que desgrana en su diálogo, Eliani Gómez Velázquez no deja de sorprender. Desde el instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) Luis Urquiza Jorge comenzaría a erigirse con cierto don para liderar a las eufóricas masas estudiantiles; y en la Universidad de Ciencias Médicas, aunque el estudio no le diera demasiado margen, se encomendó a un proyecto de tamaña dimensión, ser presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) los últimos tres calendarios de la carrera.

“Imagínense, esos años son de mucho estudio. Aceptar estar al frente de un centro con más de dos mil alumnos suena a desafío grande, sobre todo, si pretendes hacer las cosas bien. En ese entonces la meta era muy clara: sacar adelante la actividad estudiantil, y me gusta creer que lo logramos.

“Recuerdo que presidí un secretariado en el que el ciento por ciento de los integrantes eran hombres. El contraste resultaba notable y tal vez desde ahí aprendí a desenvolverme frente a grupos heterogéneos y diversos, unidos por el respeto.

“A la par, fui presidenta de la FEU e interna vertical de Medicina Legal. Fueron tiempos de grandes motivaciones, de enfocarme mucho en mis propósitos y, a la vez, enamorarme de mi profesión. Esto es importante. En la formación académica resulta vital la pasión, la sensibilidad, el orgullo. Ser médico juega con fibras que están muy distanciadas del rendimiento académico. Es preciso lograr ambas”.

Una noticia eclipsó el tercer año de su residencia: iba a ser mamá. Confiesa que se conjugó la bendición más grande de su existencia con la decisión de no abandonar ningún proyecto. Disfrutó sobremanera los cambios en su cuerpo, la vida misma creciéndole dentro, y asumió la maternidad con la entereza con la que ya antes moldeaba sus empeños.

Tenía 5 meses su bebé cuando el miedo se volvió una garra visible y le dejó una costra de pánico que le pesaba, incluso, al respirar. Fueron momentos de obligarse a tener calma.

“En plena pandemia de la covid-19 me enfermé. Ahora consigo decirlo con facilidad, pero en ese entonces casi me paralizo. No era mi seguridad lo que me preocupaba, sino la salud del cuerpecito pequeño que tenía la obligación de proteger. Fui hospitalizada y mis propios compañeros de trabajo estuvieron cerca, atendiéndome. Hoy digo con alegría que toda mi familia es superviviente del virus que causó tanto dolor”.

La conversación se matiza por el timbre del teléfono y otras interrupciones. La especialista en Medicina Legal es actualmente, además, subdirectora de Medios Diagnósticos en el hospital Ernesto Guevara.

“La institución cuenta con 16 departamentos y amerita mucha entrega y compromiso para estar a la altura de lo que la población necesita. A veces me cuestiono el desempeño, porque solo tengo 28 años y acá más del 70 por ciento son cuadros de vasta experiencia. Todos los días estoy convidada a aprender algo nuevo. 

“Claro que es mucho. Tengo un bebé de 2 años que cada mañana me pregunta si me voy al hospital, y cuando regreso me suelta ‘te extrañé’. A la par sigo haciendo guardias en mi departamento, realizo un doctorado en Ciencias de la Educación, terminé un diplomado en Dirección y para qué seguir... 

“Debo estar muy temprano en el hospital cada jornada, salir muy tarde, dar clases en la Universidad de Ciencias Médicas. Afortunadamente, mi esposo también es médico y nos organizarnos para compartir las tareas del hogar”.

Asegura que la familia siempre es lo más importante, el abrevadero donde se le multiplican las fuerzas para repartir el tiempo. Confiesa que al calor de los suyos, con la consiguiente red de apoyo, ha podido darse el lujo de soñar con una profesión y un propósito. Aconseja a defender el hogar, a trazarse prioridades y andar por la vida del brazo de un compañero, que es mucho más que compañía, en ese respaldo descansa una gran fortaleza.

Mientras, su condición natural la va dejando escribir otra parte de su historia, y sonríe. “En el hospital, de los 16 cuadros, 13 somos mujeres. No le pedimos permiso a nadie para empoderarnos. Tengo la referencia de nuestra directora, Marianela Zapata, que puede con todo y más. Hemos creado un colectivo sobre la base de las capacidades personales, no de estereotipos”.

Habla con elocuencia del día a día. Quisimos que nos contara anécdotas de su desempeño como legista, pero la ética la mantuvo callada. Cuando menciona a su familia el diálogo es más bonito, se ilumina, y ella parece más tranquila. Desde el teléfono una demanda urgente la convoca. Camina deprisa y desaparece en medio de un pasillo cualquiera. Va muy oronda. Y es difícil dejar de pensar, ¡qué va!, Eliani no cabe en sus 28 años. 

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar