maria isabel enfermeraLas Tunas.- María Isabel Hernández Santana es una excelente conversadora. De esas cubanas auténticas que te sueltan un dicharacho sin reservas, con el encanto de hablar directo, como si te conociera de toda la vida.

Su historia me llegó a través de terceros y me encandiló desde el principio. Resulta que María Isabel se ha enfrentado a la Covid-19 por partida doble y en dos escenarios distintos. Primero, como enfermera intensivista en la República Bolivariana de Venezuela y luego, como paciente, pues días después de llegar a casa y pasar todos los PCR negativos, el aislamiento y el rigor del control epidemiológico, comenzaron los síntomas y resultó positiva.

“Esta es una enfermedad que nos puede tocar a todos y hay que cuidarse mucho y este país atiende al pueblo como ningún otro, eso también lo puedo asegurar.

“Pertenezco al grupo de colaboradores que estábamos cumpliendo misión en Venezuela cuando comenzó la pandemia y nos sumamos a los primeros equipos de trabajo para enfrentar la enfermedad allá.

“No sabíamos nada y de aquí, de Cuba, nos mandaron toda la información para poder implementar los protocolos. Atendimos a pacientes, hicimos pesquisas y, por cierto, casi todos los casos fueron de personas asintomáticas.

“Yo regreso por una resolución que mandó el Ministerio de Salud Pública de Cuba que decía que no debían estar enfrentando directamente a la enfermedad allá quienes tenían dolencias de riesgo y eran mayores de 50 años; y yo, además de la edad, soy asmática.

“Al llegar hice el tiempo de aislamiento previsto en La Habana; pasé con éxito todos los protocolos y llegué a casa 15 días después de entrar a Cuba, perfectamente bien. No sé dónde contraje la enfermedad, debió ser en el camino de regreso o algo así.

“Lo cierto es que a los pocos días de estar en la casa comencé con coriza y mi hija, que es estudiante de Medicina, me decía que eso era peligroso y yo que no, que yo no había tenido contacto con nadie y todos mis resultados fueron negativos, incluso, antes de regresar a Cuba me dieron los medicamentos allá, por protección.

“Pero una mañana desperté, de la nada, sin olfato y sin gusto y ahí sí corrí. Le dije a Raulito, mi marido, vamos para el hospital que esto es coronavirus. Y así fue.

“Me atendieron rápido y bien. En poco tiempo ya estaba en el hospital Fermín Valdés Domínguez, de Holguín, y yo sabía todo lo que me iban a hacer porque ya lo había vivido en mucha gente. Mi mayor preocupación nunca fue por mí, sino por mi familia, ¿tú tienes idea de lo que se siente sabiendo que yo podía contagiarlos después de tanto tiempo lejos? Una sensación terrible.

“Y así fue. Cuando ya casi estaba de alta, entonces mi mamá dio positiva y a mí casi se me cae el mundo. Ella tiene más de 70 años, solita en el hospital, pasando por los medicamentos, que son tan fuertes. Muy duro.

“Por eso no me canso de dar las gracias. Siempre estuvo fuerte y me cuenta que la atendieron tan bien como a mí. Es una persona mayor y a esa edad todo es más complejo. Pero el personal de ese hospital es maravilloso. No es lo mismo ver toda esta pesadilla desde fuera que vivirla y contar con personas así, que te ayudan porque respeta y entiende tus miedos, es algo que no tiene precio.

“Una amiga de ella también dio positiva después y hace unos pocos días fue que cerraron el foco que inició aquí, en la casa. Todavía no tengo olfato, aunque, poco a poco, ya voy recuperándome. Esto te deja mucho cansancio en el cuerpo y también se siente miedo. Por eso yo, que he visto la atención y el esfuerzo en dos orillas distintas, me siento muy agradecida de estar en Cuba y de ser cubana.

“No somos perfectos, es verdad; pero aquí el Estado da lo que tiene y hasta lo que no tiene para cuidar al pueblo. Y tenemos que ayudar cada uno de nosotros siendo disciplinados. Todo lo que hagamos es poco para no tener que llegar a un aislamiento o a un riesgo mayor, te lo aseguro”.

 

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