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Las Tunas.- Hay mucha gente que pierde el nombre o el apellido por lo que hace o por ser como son. Agosto es de las mujeres. Se puede hacer una entrevista relevante, pero detrás de ese rostro o de esas manos hay muchos otros. El trabajo de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) es así, de las tuneras y de las cubanas, claro está.

Empezamos, entonces, a conversar de tareas de choque, movilizaciones…, de andar por todas partes buscando líderes o voluntarias para formar delegaciones y bloques. ¡Y se me olvidaron las preguntas específicas y no hubo entrevista propiamente dicho! Miré sus canas. Disfruté su café humeante y cabalgué por sus recuerdos. No quería de ningún modo que me concentrara en ella, sino que escribiera del amor y el compromiso de todas.

Insistí. Traté de persuadirla con aquellos años de la década del 80 cuando, recién estrenada en el oficio, atendí la organización y compartimos reuniones y recorridos, éxitos y retos. Nada logré. Su alta estatura y esa fuerza de carácter siguen intactos. Ella son ellas. Y punto. Quiere que diga eso.mujer6

Heme aquí, pues, tejiendo palabras que ilustren la vida entera de las fundadoras de la FMC. El nerviosismo que las inundaba cuando Vilma Espín, la presidenta legendaria, les pedía aquellas misiones primordiales de levantarles la valía y hacerles ver lo importante que eran para los primeros años de la Revolución y ganar la batalla contra la ignorancia y la subestimación. ¡Y se llenaron las aulas, los cañaverales, el cafetal, las milicias…!

O pintando su sonrisa cuando recuerda que todas estuvieron en la creación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y apenas dormían por las rondas de vigilancia y estar alertas por si Fidel o Vilma necesitaban alguna cosa en los barrios o las regiones. Las amigas y cómplices en que se convirtieron todas. Así fueron tejedoras, costureras, maestras, cocineras… Y en su gesto está la huella de satisfacción por el esfuerzo y el deber cumplido.

mujer5Es hora de que esta mujer descanse un poco en su siesta, un lujo para quien durmió poco en más de medio siglo. Afuera el sol es un fuego indomable. Muchos como ese nos bañaron de sudor la ropa y ni lo sentíamos, dice. Y en ese coraje que sanamente brota de sus achinados ojos pienso que es verdad, muchas personas pierden su apellido.
Ella quedó con su nombre. Pero su regocijo no está ahí, en que la recuerden como la secretaria de la Federación durante varios años en Las Tunas. La hace feliz cada agosto. Saberlo de ellas, femenino, con más bríos y el don de levantarse y adecuarse a los tiempos como siempre.

Heme aquí, pues, tratando de buscar las maneras de que entienda lo difícil de no personalizar su más bien monólogo/diálogo. Es tajante. "Escribe… yo fui y soy un poco todas… todavía lo soy, y ¡mira si hace años! El cumpleaños es de la FMC, ese es mi nombre". Y desde su real perspectiva prometí cumplir su voluntad. "Al final, sin mis mujeres, nunca hubiésemos llegado a donde lo hicimos. La FMC es un equipo desde arriba hasta abajo… desde la base hasta la nación. Así nos enseñó Vilma". Y su mano, como en aquella década, me regaló otro suave adiós.

 

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