gordura estereotipo

Las Tunas.- Por mucho que intente apretar su cinto es imposible, ciertas “lomitas” asoman por encima de su ropa y le repiten, una vez más, que la dieta aún no hace efecto. Sin consultar a nadie se propuso eliminar pan, dulces y una serie de alimentos. Abrió más huequitos a su cinto y aunque se quede sin aire intenta llevarlo hasta el último.

Desempolvó el abrigo “peludo” del armario y cuando está en casa no lo suelta, “así sudo más”, dice para consolarse. Y todo porque últimamente los saludos hacia ella cambiaron, y pasaron de “hola, qué tal” a “¡cómo has engordado!” o “¡está bueno el ‘pasto’ por allá!”. Nadie percibe que eso le molesta.

Ya no desea que la saluden, incluso en su trabajo, que tanto le gusta; y es que casi todos van al mismo punto. Atrás quedaron los “qué bien te queda esa ropa” o “qué linda andas hoy”. Simplemente ganó unas libras de más y el tema se ha vuelto reiterativo; sin pensar que puede estar viviendo su mejor etapa personal y profesional, y que esa paz la ha hecho engordar.

La discreción es un asunto que no todos miran de igual manera ni le conceden la misma importancia, pero la tiene. Para muchos resulta muy necesaria, y eso va en el carácter de cada cual, algo que estamos en la obligación de respetar. Lamentablemente, la gordura es uno de los aspectos que enseguida resaltan a la hora de opinar.

No la totalidad de los comentarios van con malos deseos. Realmente, el cubano es conversador por excelencia y captador de detalles, pero eso no es excusa para caer en indiscreción. La jocosidad no puede convertirse en falta de respeto ni mucho menos invasión de la privacidad. El espacio individual es sagrado y mantenerlo así salva las relaciones sociales.

Cuando alguien adquiere unos kilogramos enseguida se nota, pero, ¿nos hemos puesto a pensar si esa persona está de acuerdo con que se lo mencionen? ¿Tomamos en cuenta si tal vez está pasando por un problema hormonal, de mal funcionamiento de la tiroides o consumiendo medicamentos que provoquen un aumento de peso? ¿O analizamos si salió de una situación agobiante y ahora está viviendo momentos de gloria, con menos preocupaciones y esto le ha hecho ganar libras?

Aunque el juicio se emita sin malicia, es preciso que exista una medida. Conozco a muy pocos que anhelan engordar, por lo general, el deseo es de mantenerse en forma. Sin importar la confianza que tengamos o que nuestra intención sea la mejor, lo ideal es evitar las frases incómodas. Piense que ella o él también tiene un espejo, y el grosor o delgadez ya lo notó antes que usted; no necesita un recordatorio constante.

Para nadie es secreto que los cánones de belleza actuales imponen una cintura “de avispa” y cero “balsitas”. Tampoco, que muchos no podemos darnos el lujo de pagar un gimnasio y hacer dieta con abundantes frutas y vegetales, menos cuando tenemos una familia que mantener.

En el caso de las mujeres, hay una “factura” que se cobra con los años. Aspectos como el parto, la lactancia, la ligadura de trompas y más hacen que esa figura de Barbie se convierta en algo lejano. No podemos soslayar que, además, existen aspectos hereditarios que influyen en nuestra anatomía. Claro que la mayoría deseamos una figura esbelta, pero no significa deprimirse si eso no está.

Mantener la buena salud sí constituye una misión para ocuparnos diariamente. Esforzarnos por sostener una dieta balanceada, caminar siempre que sea posible, proteger la paz mental y cuidar el ambiente en el que nos movemos es valioso para nuestro bienestar. Pero resulta esencial, a la vez, que donde quiera que vayamos se respete nuestro aspecto, y que llegar a un lugar donde hay gente que consideramos y queremos no se convierta en una experiencia incómoda, por el simple hecho de no saber practicar la discreción.

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