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Las Tunas.- A las puertas de su centenario, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) palpita al ritmo de su tiempo actual de vida. Plena y vigorosa, la organización está integrada hoy por jóvenes que tienen en sí el signo de su tiempo y el sello de una heredad hija de las mejores tradiciones de lucha de este pueblo. Mucho han cambiado las circunstancias desde que, en el lejano diciembre de 1922, la personalidad atrayente de Julio Antonio Mella irrumpiera, para siempre, en la historia de La Colina y de la nación, dejando un luminoso surco tras cada obra emprendida.

Rápido y con escasas palabras se resume así este siglo de vida fecunda en la que no solo la sangre de su líder y fundador abonó el camino, sino que otros, como José Antonio y Trejo, cayeron en la búsqueda de un ideal común; mas, un análisis reposado exige más que pocos vocablos para reseñar el devenir de esta centuria, pródiga en luchas, demandas, reveses y victorias. En la Clandestinidad y en la Sierra Maestra, así como al interior de los claustros docentes, la FEU fue parte de la vida nacional y como tal ha sido, en indetenible hacer, hasta el día de hoy, cuando el X Congreso moviliza inteligencias y dispone manos a lo ingente, necesario y útil.

En este contexto, los jóvenes universitarios han reafirmado que el ente de masas más antiguo del país puede y debe estar más cercano a las transformaciones sociales en las comunidades, más comprometido con la justicia social, con mayores espacios de participación y decisión, y en permanente renovación en el empeño de hacer honores a su historia. El reciente desarrollo del Bastión Estudiantil, la realización de jornadas científicas, del Festival Universitario del Libro y la Lectura y de Artistas Aficionados, entre otras actividades, constituyen capítulos recientes de la labor actual. Asimismo, las esencias del Décimo Congreso han impelido a su membrecía a profundizar en los problemas y soluciones, a pensar en la organización deseada e imprescindible en el actual escenario nacional, con la precisión de que es necesario redimensionar la participación estudiantil, hacer de la crítica edificante una herramienta de crecimiento y revitalizar el poder que emana de la brigada.

Premisa esencial en el nuevo aniversario ha sido el cultivo de la memoria histórica y el homenaje a aquellos que han marcado una pauta a lo largo del devenir de la FEU. ¡Cuánta historia se ha escrito y cuánta gloria la vivida desde los tiempos primigenios hasta el presente!

¿Por qué seguir construyendo y perfeccionando la Federación Estudiantil Universitaria 100 años después? ¿Qué tipo de joven debe formar la organización en un país como el nuestro? ¿Para qué es útil hoy la FEU en Cuba? Tal y como refería la actual presidenta, Karla Santana, esta estructura "tiene que seguir articulando la fuerza universitaria para conquistar horizontes en una realidad como la nuestra, que no se parece a ninguna" y en la cual resultan esenciales el sentido de patriotismo, la empatía, la justicia, solidaridad, resistencia y la perdurabilidad del mensaje humanista y moral del proyecto revolucionario cubano que se nutre y perdura en cada generación.

Continuar el legado de Mella es un reto, pero no individual, sino colectivo y ajustado a la dimensión de cada pieza constitutiva, desde la brigada hasta el macroespacio de las universidades existentes en la Isla. ¡Que la FEU sea siempre dinámica, proactiva, alegre, profunda y joven! ¡Que vaya sobrada de ímpetus, ideas y motivos para continuar revolucionando sus entornos! ¡Que cada miembro sienta la alegría y el orgullo de ser universitario cubano y se sienta parte, además, con la inmanente vocación de aprender, servir y darse a los demás, de aportar, crear, saberse útil!

 

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