Leonor Bello Farreno

Las Tunas.- Desde hace algún tiempo, Leonor Bello Farreño padece de algunos problemas de salud que le causan severas molestias en la espalda y especialmente en la columna. Pero, ante la presencia en Cuba de la enfermedad COVID-19, decidió poner a un lado sus dolores para protegerse y también, a sus vecinos del Cerro de Caisimú, en el municipio de Manatí.

«Primeramente cogí una sábana de las que tenía en la casa y cuando la gente se fue enterando me ayudaban con retazos de tela para que les hiciera sus nasobucos. Me trajeron de los Comités de Defensa de la Revolución y de los organismos. Muchos colaboraron».


¿Pudo cumplir con todos?


«Más o menos. Es que la gente está preocupada. Quieren uno, dos, tres y hasta cuatro porque se sabe que hay que esterilizarlos y cambiarlos a cada rato. Yo también busqué muchos retazos de los que guardaba; pero, la verdad es que no doy abasto».


¿Cómo son sus días?


«Imagina. Tengo que hacer las cosas de la casa rápido. Casi siempre me acuesto tarde y me levanto temprano. Dedico mucho tiempo a coser. Siempre estoy en la máquina haciendo nasobucos».


¿Los regala o los cobra?


«Regalo muchos- bien lo sabe esta reportera- y otros los cobro al costo. Trato de complacer a quienes confían en mí. Al que lo quiera ancho y plano, así se lo coso. Y también los hago de una sola pareja de tirantes, que les dicen de piquito de pollo. Según como me los pidan yo me preocupo por hacerlos. Hay quien los quiere blancos y otros, oscuros, por ejemplo, los campesinos que trabajan la tierra y se les ensucian mucho».


¿Siente satisfacción?


«Claro que sí. Y estoy honrada porque me los mandan a hacer. Eso ayuda a proteger al pueblo. Hace unos días pasó uno por ahí y le dije que, si no tenía, viniera a buscar uno regalado. Aquí tenemos que elogiar a los dirigentes de las organizaciones en El Cerro pues viven insistiendo para que la gente se proteja.


«Debemos estar orgullosos. Aquí se preocupan por el pueblo. Es verdad que a este país tenemos que elogiarlo. A veces nos ponemos a pensar en la familia que tenemos en otras tierras y nos sentimos orgullosos de la salud del país. El que ande mal es porque no obedece las indicaciones».


Entre lágrimas, cuenta de su hijo que hoy reside fuera de Cuba y a pesar del nudo en la garganta se impone una pregunta.


¿Seguirá haciendo nasobucos?


«Sí. Mientras alguien necesite, mi respuesta es sí».

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