campesina Ana ErmindaLas Tunas.- Cualquiera que esté cerca de esta campesina nota en sus ojos, en sus palabras, en sus gestos, el profundo agradecimiento que siente por esta Revolución. Es una mujer que no se amilana por las necesidades, los problemas, las situaciones difíciles, incluso, en estos tiempos de la Covid-19.

Se trata de Ana Erminda Acosta Hechavarría, quien ha crecido de cara al surco, es el alma de la cooperativa de créditos y servicios Victoriano Martínez, del municipio de Jobabo.

“Por el año 1981 comienzo a ser dirigente de base y allí me enamoré del trabajo -relata Ana-. Fui luego vicepresidenta, apenas sin experiencia, porque solo había trabajado como campesina, recibí el apoyo de muchos para llevar adelante la cooperativa”.

A cada instante recalca: “Sin la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños no soy yo”, y es que eternamente enamorada de la labor en el campo agradece siempre a esta Revolución por permitirle tal desempeño y por participar en muchos procesos que han marcado la asociación campesina.

Delegada ya de tres congresos anapistas, Ana Erminda, junto a sus compañeros, logró que la cooperativa fuera Vanguardia Nacional y expone que las claves están en tenerle amor a lo que se hace y ser ejemplo ante los demás.

“Para dirigir, una tiene que ser ejemplo. Cuando hay una tarea, hay que ser la primera; cuando se necesita cumplir una misión, hay que dar el paso al frente y si de aportar se trata, también tenemos que estar en la fila principal”, destaca esta mujer que es fuerte en sus convicciones revolucionarias.

Y es que su disciplina trasciende: “Hasta con mi esposo, también campesino, la aplicaba -dice sonriendo-. Ya los años han pasado, soy bastante mayor, pero me siento realizada, feliz, porque dirigí un colectivo campesino lleno de virtudes, donde a todos se les reconocía su quehacer, nunca tuvimos un problema de comportamiento y siempre les daba mis consejos, mi ayuda, mi experiencia.

“Recibir la Orden 17 de Mayo hace cuatro años ya, para mí fue algo muy grande. Significó una alegría inmensa, un estímulo, pero sobre todo, un gran compromiso. Mi esposo y yo todavía somos campesinos, trabajamos en la ganadería”.

Pero hoy la situación del país también motiva a esta labriega. En tiempos de la Covid-19, cuando la Revolución y el pueblo les pide a los campesinos que den lo mejor de sí, ella y su familia no se quedan atrás, y entregan leche y carne tanto como es posible con su masa vacuna. Saben que Cuba los necesita.

“Les garantizamos a nuestras reses los cuartones, la alimentación proteica, el agua, para que tengan las condiciones básicas para dar leche, desarrollarse, y así cumplimos los planes”, enumera Erminda.

Nunca la motivación oportuna a sus colegas falta en las palabras de esta jobabense. “Hoy, cuando por medida sanitaria fue pospuesto el XII Congreso de la ANAP, los afiliados sabemos lo que tenemos que hacer. A mis compañeros del campo les digo que jamás defrauden la confianza que la Revolución y el Partido Comunista han depositado en cada uno. Sean honestos, piensen en los demás, luchen, tengan amor al trabajo; nuestro país nos necesita para salir adelante, vamos a responderle con la producción de alimentos”, concluyó.

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