titeres

Las Tunas.- Su casa es un oasis. En su seno lo mismo construyen una huerta familiar que organizan un taller de artes plásticas. La esposa fabrica maravillas en cerámica, él repasa los cuentos que luego convertirá en videos, uno de los hijos estudia para las pruebas de ingreso, otra ensaya un instrumento musical y Daniel de Jesús, su párvulo de solo 4 años, pinta y actúa en alguna que otra obra familiar.

Damayanti y Till 1La casa de Luis Andrés Till y Damayanti Mena, allá en las Petrocasas, no se detiene en tiempos de pandemia si de superación se trata. Y es que hacer de estos momentos difíciles un acto de crecimiento es objetivo de nuestros artistas.

Hoy 26 Digital se acerca a algunos ejemplos que, desde la escena hogareña, corroboran la valía de los creadores tuneros.

“Con Covid-19 o sin ella, el teatro somos nosotros; el edificio o el lugar solo enriquece el acto. Los actores trabajamos con los sentimientos e interioridades del ser humano, eso nos da una mirada diferente de la realidad, que llevamos también a nuestras obras. A pesar de que es un período doloroso, porque detrás de cada cifra hay una familia marcada, tratamos de verlo como una tregua fecunda para acopiar ideas y mejorar espiritual e intelectualmente”, afirmó Till.

Hasta el momento, él ha compartido en Facebook cuentos de su libro inédito Caguayos somos y en la cerca andamos, y otros de Virgilio Piñera, en tanto se prepara para asumir la interpretación de varios textos de Onelio Jorge Cardoso, El Cuentero Mayor. Además, trabaja por WhatsApp en un sitio llamado Cuentos para vivir, creado por la Cátedra Nacional de Cuentería Popular, al cual se suma también la narradora oral Tania Rondón.

“En casa todos colaboramos en materia artística. Una de mis hijas es instructora de arte, profesión que comparte con su esposo. Ellos y mi hija menor, me ayudan a montar una obra de mi autoría llamada Mi pueblo se encogió (debe su nombre a un libro escrito por Alcides López), que recrea historias del pueblo donde vivo: Calixto, en el municipio de Majibacoa”, narra Tania.

Ernesto ParraAsí, entre cuentos visibilizados en la Cátedra…, su hogar convertido en teatro y la documentación de un proyecto artístico a partir de la experiencia con sus consanguíneos, la creadora en Las Tunas de la Bienal de Oralidad Cuenta Conmigo hace de su aislamiento una etapa productiva.

“Tenemos que aprender a reír con llanto y también a llorar con carcajadas”, dice en uno de sus videos caseros la actriz Elizabeth Borrero. Se trata de la pieza Reír llorando, del poeta mexicano Juan de Dios Peza. La interpretación conmueve, te hace pensar en las circunstancias actuales y la complejidad del ser humano. A pesar de que ella ha compartido varias obras durante la cuarentena a través de Facebook y YouTube, y de hacerlo con el carisma y la profesionalidad que la caracterizan, no cree que ha hecho nada del otro mundo.

Elizabeth Borrero“Lo hago sencillamente para dar amor, porque los artistas siempre hemos sido los médicos del alma y por estos días las personas necesitan, además de los consejos de prevención, multiplicar sus deseos de compartir y vivir”, alega ella.

Textos de los Indios Mexicanos, Luis Carbonell, Mario Benedetti, una versión de Picolino, el caballito enano y otros de su autoría forman parte del repertorio vislumbrado en el ciberespacio por esta actriz de Total Teatro.

Por su parte, la colega Ana Rosa Díaz Naranjo (Albita), del teatro guiñol Los Zahoríes, comparte en Facebook cápsulas audiovisuales con Fito, uno de sus títeres. Sobre ello comenta: “Este es mi granito de arena en el actual contexto, un medio para que la gente recuerde momentos felices y se sienta bien”.

Tania rondonAlbita ha subido además pequeños videos de presentaciones de libro, fotos de actuaciones, poemas de su autoría y otras iniciativas para deleite del público. Mientras tanto, Ernesto Parra, líder de Teatro Tuyo, continúa con su popular dinámica Payasos a domicilio, y hasta se ha unido a un equipo del telecentro TunasVisión en el cuerpo de Papote (su personaje insigne) para transmitir a la audiencia la necesidad de ahorrar energía eléctrica.

Como estos colegas, otros cultores del arte de las tablas se entregan por estos días bajo la cobija del hogar para regalarnos su talento y una luz de esperanza en medio de la enemiga llamada Covid-19.

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