Local escogido por los revolucionarios de la séptima zona para crear el M-26-7, antiguo depósito del Ron Pinilla.
El depósito del ron Pinilla en la otrora Victoria de las Tunas, convertido hoy en el museo memorial 26 de Julio,
fue el local escogido por los revolucionarios de la séptima zona para crear el M-26-7.

Las Tunas.- Poco antes del ataque al cuartel Moncada, los tuneros habían comenzado a dar muestras de su inconformidad con el régimen golpista instaurado en Cuba el 10 de marzo de 1952. La alta dirigencia ortodoxa apenas impugnó aquel cuartelazo traidor. Pero sus miembros más radicales sí. En consecuencia, varios de ellos se reunieron en enero de 1953 en los altos del bar La Cubana para romper con la politiquería que minaba el partido fundado por Chibás.

Allí decidieron pasar a la acción mediante la propaganda, cuya primera etapa consistió en distribuir materiales extraídos de publicaciones como Alma Máter y Aldabonazo, contentivas de una evidente orientación revolucionaria, y en captar nuevos miembros para el grupo. Los revolucionarios tuneros, además, hicieron abortar la parada escolar por el centenario de Martí, para lo cual, previamente, distribuyeron volantes con este texto: "Padre, no dejes ir a tus hijos a la parada escolar, porque habrá disturbios y sus vidas corren peligro".

También lanzaron cuartillas antibatistianas con décimas de Jesús Rodríguez Vidal sobre los lunetarios de los teatros Rivera y Martí, el parque Vicente García y la estación policial de la ciudad. Algunos ejemplares se remitieron vía correo a las residencias de los principales personeros y esbirros del régimen en el territorio. En eso andaba el grupo de revolucionarios de Victoria de las Tunas cuando se produjo el ataque al cuartel Moncada. La noticia produjo una ola de júbilo entre sus integrantes, quienes decidieron mantenerse alertas para pasar a la acción cuando resultara necesario.

Casi todos los asaltantes pasaron por nuestra ciudad en los días previos al ataque a la fortaleza militar, tanto en automóviles como en guaguas. Se dice, incluso, que Fidel se detuvo en la cafetería El Néctar, por entonces al lado de la zona de la Plaza Martiana. Lo que sí está confirmado es que varios familiares de los atacantes se alojaron por esos días en el hotel Casino, en tránsito hacia Santiago de Cuba.

Cuando en 1955, después de ser condenado y encarcelado por aquel glorioso suceso, Fidel salió de la prisión, Juan Pérez González, uno de los revolucionarios tuneros, viajó hasta La Habana y se entrevistó con él para poner al grupo a sus órdenes. Nuestro líder le respondió que lo tendría en cuenta llegado el momento. Mientras tanto, prosiguieron la captación de nuevos simpatizantes, realizaron sabotajes y distribuyerobn copias de La historia me absolverá, traída a la zona por el chaparrero Ángel Ameijeiras. Los jóvenes hicieron contacto luego con militantes camagüeyanos por intermedio de Jesús Suárez Gayol y de Cándido González, dos tuneros que por entonces residían en la ciudad de los tinajones. También se entrevistaron con Pedro Miret, en la capital, a quien le manifestaron el ferviente deseo del grupo de integrarse al Movimiento 26 de Julio. 

Después, Fidel se exilió en México. Pero un enviado de la dirección nacional vino por acá a valorar el nivel de organización conseguido por los antibatistianos de aquí. Junto con una comisión local, el visitante recorrió los poblados de las regiones que integrarían luego la Séptima Zona del Movimiento. Así, fueron visitados Jobabo, Manatí, Vázquez, San Manuel, Puerto Padre, Delicias y Chaparra. Desde el país azteca, el líder orientó pasar de la actividad política a la actividad revolucionaria. Comenzó a escucharse: ¡Revolución, Revolución!

A finales de 1955 llegaron a Victoria de las Tunas Frank País, Léster Rodríguez y otros miembros de la dirección del Movimiento en Oriente. Se reunieron con los revolucionarios tuneros en el depósito de ron Pinilla que existía entonces en la calle Lucas Ortiz, esquina Juan G. Gómez.

Después de escuchar el informe organizativo del grupo, Frank orientó crear células por sectores, con no menos de cinco miembros y no más de 10. Esa reunión fundacional aparece en los anales de la historia local como la que incorporó a la comarca al Movimiento 26 de Julio.

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