Jobabo, Las Tunas.- Más de 20 años hablándose en Jobabo, de que ya los suelos de Zabalo no estaban aptos para la siembra de arroz y llegan Yasmany Guerra y Yudel Sánchez a demostrar todo lo contrario.
Ambos, conocedores de ese cultivo por herencia familiar, apostaron por recuperar uno de esos viejos terrenos olvidados entre la maleza y reverdecerlo en la primavera pasada.
"Aprovechamos la primavera, aunque fue tardía, las aguas nos evitaron un gasto grande en el riego", dice Yudel.
Aunque el rendimiento, lógicamente, estuvo un poco por debajo de la media para este tipo de cultivo, el entusiasta zabaleño logró llenar casi 100 sacos del grano, la mayor parte destinado al autoabastecimiento de su barrio.
Yasmani tuvo mejor rendimiento, pues disponía de más condiciones y un pedazo de tierra más grande.
La iniciativa de ambos productores revivió en Zabalo esa añoranza de barrio arrocero, asegura el delegado Delfis Hechavarría Guerrero, quien insiste en la necesidad de que se apoye con recursos para fomentar el cultivo del demandado cereal.
"Aquí mucha más gente quiere entrar en la siembra de arroz, está demostrado que hay fertilidad de los pozos, la tierra no está tan salinizada como se pensaba y tenemos voluntad. Lo que sí necesitamos es una ayuda por parte de las autoridades locales para mejorar las condiciones de los pozos y ampliar la capacidad de riego", comenta Hechavarría Guerrero.
Para Ramón Irineo, presidente del consejo popular de la zona, la posibilidad de que reviva la agricultura ha sido un factor clave en la sostenibilidad alimentaria en Zabalo. Y no solo se trata del arroz, hay intención de irles con todo a otros cultivos.
"Tenemos capacidad para sembrar unas siete caballerías y con eso podríamos dar un alivio a la demanda de arroz del municipio", asegura Ramón.
Además de Yudel y Yasmany, los trabajadores de la Unidad de Flora y Fauna sembraron en la primavera pasada unas tres hectáreas y pudieron autoabastecerse del grano, vender a sus trabajadores y ayudar a otras entidades de su empresa. Ahora continúan con el cultivo y se avizora la posibilidad de ampliar los terrenos.
Lo principal es que la tierra no es estéril y hay voluntad para explotarla al máximo, insiste Yudel, quien este año solo pudo plantar una hectárea y dice que usando fertilizantes orgánicos va a tener mejores resultados, pero lo que falla es la capacidad de riego.
"Si nos ayudaran con la limpieza de los pozos y estos se electrificaran para poner turbinas, podríamos tener el doble de rendimiento. En vez de 100 sacos yo solo podría sacar 200 quintales en esta cosecha", refiere el campesino.
Recuperar la agricultura arrocera en Zabalo, no solo sería el despertar de un sueño para sus habitantes que añoran ver los prados llenos de espigas, sino que caería como anillo al dedo a una estrategia de desarrollo local que tiene todavía sus metas incompletas en materia de sostenibilidad alimentaria.