pasocenizas16Las Tunas.- El día después del 25 de noviembre del 2016, un silencio de plomo se apoderó de cada espacio de este caimán antillano; era la natural expresión de un sentimiento de dolor y orfandad ante la muerte de un hombre que era ya la Isla en peso.

En esa jornada inició el primero de los nueve días de duelo en los que rendimos tributo póstumo al guía que, “con su sabia virtud de anticiparse a lo que está por venir” había expresado en 1959, el año de su salto luminoso al triunfo: “Sé, además, que nunca más en nuestras vidas volveremos a presenciar una muchedumbre semejante, excepto en otra ocasión -en la que estoy seguro de que se van a volver a reunir las muchedumbres-, y es el día en que muramos, porque nosotros, cuando nos tengan que llevar a la tumba, ese día, se volverá a reunir tanta gente como hoy, porque nosotros ¡jamás defraudaremos a nuestro pueblo!”.

En tránsito hasta la victoria eterna, el 30 de noviembre del 2016, desde la Sala Granma, partió el cortejo con las cenizas de Fidel, en viaje de más de mil kilómetros por la Carretera Central hasta Santiago de Cuba, sitio de reposo para el Líder. Tal y como había predicho en los amaneceres de la Revolución, el camino hacia el oriente indómito y rebelde se colmó de expresiones de amor y agradecimiento hacia quien cumplió el sueño de Martí.

LLORAR Y CELEBRAR SU VIDA

pasocenizas18En su ruta hacia la inmortalidad un mar de tuneros va a despedirlo o, acaso, a recibirlo. Fidel es presencia, nunca adiós. En su emotiva descripción del tránsito de la caravana por la calle Vicente García González, en esta ciudad, en medio de la efervescencia, la solemnidad… lágrimas, gritos, y tantísimas emociones, la periodista de 26 Esther De la Cruz Castillejo narra para la emisora provincial y la Cadena Nacional de Radio: “Fidel Castro está ahora mismo frente a mí y yo me siento orgullosa de las flores blancas que lo acompañan. (…) Aquí va un hombre que es todos los hombres. (…) Así gritamos, en esta mañana bien alto, para que nadie lo dude: ¡Comandante, hasta la victoria siempre!”.

Mientras describe, la voz de Esther da paso a una multitud que en un solo haz clama: “¡Fidel! ¡Fidel!”.
Como un momento inolvidable lo vivió también la joven periodista Leydis María Labrador, corresponsal en la provincia del diario Granma. “Recuerdo que estaba muy nerviosa, soñaba con tomar yo misma la foto que acompañaría la crónica de ese día y, como me temblaban las manos y me emocioné tanto al ver la respuesta de las personas, tenía el temor de no poder hacerla. Sin embargo, en el minuto en que la caravana se detuvo, en la cercanía de la Plaza Martiana, pude tomar la imagen con la que luego acompañé mi trabajo y la cual atesoro con cariño”.

pasocenizas10Mientras el guerrero de mil batallas vencidas pasa ante los ojos llorosos de los hijos de la tierra de Vicente García, se advierte “el latido colosal” de este gigante entre su pueblo, 90 banderas cubanas ondean en el corazón de la urbe, justo “desde donde el Apóstol pareció mirar orgulloso, una vez más, a quien desafiando a la injusticia hizo realidad sus sueños”. Aquí, como en todo el tránsito hacia el oriente caluroso y hospitalario, lo saludan personalidades de la cultura, del deporte, la ciencia, obreros, maestros, extranjeros, militares, católicos, protestantes, espiritistas, ancianos, limitados físicos, niños…

“Maravilla la capacidad que tenemos los cubanos de advertirlo cerca, de saber que estamos despidiendo a un hombre y recibiendo la leyenda. (…) Fidel Castro está en Las Tunas, está en el corazón de mi ciudad y rodeado de personas que lo amamos y que guardamos el compromiso de mantener su obra”, describe en su alocución la colega Esther De la Cruz.

De las muestras de respeto y cariño hacia el eterno joven rebelde que se dejaron escuchar hasta la comunidad de Cañada Honda, en el municipio de Majibacoa, donde el cofre de cedro fue recibido por los holguineros, habló Leydis en su recuento de aquella jornada memorable. Ya del tributo en la indómita Santiago de Cuba, rememora hoy: “Cuando se puso en la Plaza de la Revolución la canción Cabalgando con Fidel, que se convirtió casi en un himno, todos los presentes coreaban, y prácticamente se oía más el sentir y el canto de la multitud agradecida que los propios equipos de audio.

“Fue hermoso; instantes que dicen mucho de lo que él representó para los cubanos, pero, sobre todo, de lo que simboliza y es para este pueblo. Llevaré siempre el orgullo de haber coincidido en el tiempo con una figura tan excelsa y única como nuestro Comandante en Jefe”.

SE ADENTRA EN EL ORIENTE

pasocenizas20Mucho antes de que el armón verde olivo con el escudo nacional, rodeado de rosas blancas, crisantemos, lirios y hojas de helechos, partiese por el itinerario que rememora la Caravana de la Libertad, en Las Tunas comenzaron a ajustarse los detalles con vistas a esos días históricos, inolvidables.

El actual jefe del Departamento Ideológico del Comité Provincial del Partido, y entonces funcionario de esa área, Miguel Enrique Brito Fernández, reseña: “Desde que se conoció la noticia de su deceso, anunciada por el General de Ejército, los cuadros nos movilizamos en función de los aseguramientos para las honras fúnebres.pasocenizas4

“Fueron momentos de gran tristeza y, a la vez, de una respuesta contundente en todos los sectores y grupos etarios de la sociedad. En cada territorio buscamos el lugar propicio para las honras fúnebres que, en la capital provincial, acontecieron en el memorial Vicente García; por allí transitaron miles de tuneros ante la imagen del guerrillero con mochila y fusil.

“Desde la división Camagüey-Las Tunas, ambos laterales de la carretera estaban concurridos de niños, jóvenes, trabajadores… en los rostros mucha congoja y también muestras de saludo al paso de la Caravana. La intención era que la vía central acogiese a los habitantes de los municipios de Amancio, Jobabo, Colombia y de otras comunidades; todos querían realizar su homenaje.

“Hubo disímiles iniciativas revolucionarias, de efervescencia y agradecimiento a quien tanto hizo por los cubanos. Esa fue la respuesta de la provincia.

“Además, 80 tuneros pudimos participar en el acto de despedida en Santiago de Cuba. En esa ceremonia, Raúl impactó mucho por sus palabras finales cuando dijo: ‘¡Fidel, Fidel… Hasta la victoria, siempre!’.

“Soy y seré un agradecido del Comandante; hijo de obreros, nací en un central azucarero y gracias a la obra de la Revolución me hice un profesional en este país que tanta gloria ha dado al mundo. Siempre sentiré gratitud hacia quien nos enseñó, además, a mantener la unidad en torno al proceso revolucionario, aun en las horas más duras”.

EL LAZO ESPIRITUAL

pasocenizas21Antes de que el “corazón de Cuba, envuelto en cedro y protegido en cristal” llegase hasta estos predios y cuando el dolor rozaba el aire, muchos como Carol Lora Bermúdez, actual jefe del centro de Comunicaciones de la Región Militar Las Tunas y entonces responsable del Complejo Militar de Datos, volcaban sus sentimientos al cumplimiento del deber.

“Tuvimos la misión de asegurar, desde el punto de vista de las comunicaciones, una parada técnica que se realizó en el Centro de Convenciones de la Central de Trabajadores de Cuba. Allí, la infraestructura no cumplía los requisitos y debimos garantizar los servicios necesarios.

“Fue uno de los principales cometidos que he recibido y tengo la satisfacción de que cumplimos con creces. Entonces pudimos constatar el apoyo incondicional de nuestra gente al paso de la Caravana y las expresiones de cariño hacia la figura del gigante”.

Al pie del camino, agnóstico aún ante lo sucedido, relata, estaba un pueblo que presenció con pesar el cortejo fúnebre. Una enorme bandera colgaba de dos inmensas palmas, y minutos antes de la llegada de las honras la enseña se embrolló de una manera difícil de solucionar.

“A pesar de los esfuerzos de los compañeros del Cuerpo de Bomberos era casi imposible desenredarla. Mira, fue algo místico, Fidel venía avanzando y fue como si su presencia hiciese que aquella bandera se soltara por sí sola, segundos antes de la llegada del cortejo. Todavía hoy, ese recuerdo nos enardece y emociona mucho”.

A cada paso una sensación de vacío quedaba ante la imagen del guerrillero que venció al tiempo y tantas veces a la muerte. Hubo dolor, un dolor profundo que se hizo corpóreo en lágrimas, rostros caídos, saludos militares, aclamaciones, en la estampa bravía de todo un país; Cuba lo vio pasar, sin importar el sol, la lluvia, el frío… el día o la noche. Las Tunas lo vio también ese 2 de diciembre, mientras lo recordaba llegando en el Granma a las costas del sur oriental, decidido a honrar a la Patria y sus mártires.

En medio de la desolación de su ausencia física y con la pena agujereando el alma de la nación, Fidel continuó dejándonos lecciones para la posteridad, y en esa singladura hasta Santa Ifigenia, la imagen del cofre de cedro vestido por la bandera cubana dejó en evidencia, una vez más, que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

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