Las Tunas.- Mientras trabaja en su pequeña finca Cucalambé, el destacado productor Omar Evelio Montero Gutiérrez imagina el día en el que tenga listos los documentos para poder iniciar varios proyectos en otras tierras cercanas que recibió en usufructo.
“Me limitan esos trámites burocráticos y, si por mí fuera, ya estuviera recogiendo frutos de allí. Ese proceso no avanza a la velocidad que yo quisiera y realmente la necesidad de producir alimentos se debe priorizar más. No son momentos de dejar cosas para mañana”.
Él es un hombre de muchos empeños y de ideas que retoñan y crecen en un par de horas. Bien lo saben las autoridades del movimiento nacional de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, pues desde siempre ha sido uno de sus mejores exponentes.
“En esta parte tengo dos hectáreas y me entregaron otro espacio, con lo que llego a media caballería (6,71 hectáreas). Ahí quiero poner lo mismo que tengo de este lado, porque hasta ahora los resultados son buenos. O sea, la idea es crecer en frutales, acuicultura, plantas medicinales y ornamentales y hortalizas.
“Ahora mismo hay lechuga, culantro, ajo porro, cebollino, posturas de cinco variedades de mango, guayabas y un poco de café. Además, desarrollo la acuicultura, mediante la crianza en estanques, y crío conejos. Con todo eso estoy ahí, a disposición del pueblo”.
Omar se levanta antes de que los gallos despierten. Esa es su rutina de lunes a domingo. Cada día recibe a sus trabajadores, conversa con ellos y les dice cuáles son las principales tareas.
Luego se suma, como uno más, hasta que se va el sol, sin pensar en el cansancio.
“Trato de hacer cada día algo nuevo. Además de las siembras, protejo los suelos mediante la lombricultura. Gracias a esa técnica produzco el humus sólido y líquido. Incluso, hago algunos preparados con biocarbón activado. Lo estoy empaquetando y envasando en pomos. Ese es uno de mis aportes a la Agricultura Urbana.
“Aquí todo es agroecológico. Con los restos de la lombricultura alimento los peces. También les aporto a algunos productores de la zona para que pesquen y abono mis plantas. Además, uso los desperdicios de hierbas y hojas. Los llevo a un compost y los reincorporo al proceso de producción. No tengo pérdidas”.
Para sus nuevas tierras, Omar tiene muchos proyectos. Por ejemplo, sembrar una hectárea de café, intercalada con plátano burro para garantizar la sombra. Igualmente prevé hacer un aula de capacitación de conjunto con la Universidad, pues desde hace años trabajan juntos.
“Quiero darles conocimientos a los demás productores para que vean el valor y la importancia del humus sólido y líquido para el desarrollo de la agricultura. Hay que entender que de esa manera comeremos más saludable y tendremos mejores resultados productivos.
“Esa es la manera de ayudar a los que siguen. Pienso en eso porque los que nacieron antes pensaron en nosotros y por eso sobrevivimos. De ahí viene mi sentido de pertenencia y el amor al trabajo. Por eso se puede seguir contando con Omar hasta el último día”.
