Las Tunas.- Su finca apenas mide 0.90 hectáreas, pero Jorge Alberto Silva Rodríguez sueña todo el tiempo en grande para su pequeño espacio y concreta sus aspiraciones dando valor de uso a cada centímetro de esas tierras, con la intención de producir alimentos.
En el año 2012 comenzó a plantar mangos y poco a poco aumentaron las siembras y las variedades de frutas, lo que resulta provechoso para la cooperativa de créditos y servicios Niceto Pérez, pues usa dichas producciones en la juguera de la calle Adolfo Villamar, de esta ciudad.
"Todo esto lo planté yo, coco, guayaba, aguacate y otros cultivos, porque diversifico los sembradíos. Tengo plátano para el consumo de la familia y también produzco algunas hortalizas como ají, cebollino y ajo puerro. Quiero consolidar el culantro, condimento muy gustado en nuestras cocinas".
Aunque lo suyo es el fomento de los frutales, Jorge Alberto no se conforma y por ello incursionó en otro renglón, la crianza de conejos. Le resulta valioso porque garantiza la proteína que demandan en su hogar y, a la vez, los comercializa a la unidad empresarial de base Ganado Menor.
"Esos animales dan buenos resultados económicos; incluso, los he vendido en algunas comunidades, cuando se hacen talleres del Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL). Tengo vínculo estrecho con ese proyecto y me han apoyado en encuentros de capacitación, con jaulas para los animales y otros recursos.
"Yo procedo de una familia campesina y siempre tuve cierta inclinación hacia el trabajo de la tierra, pero no me dedicaba a eso. Un buen día me embullé y me da mucha satisfacción ver los frutos de mi trabajo, apreciarlos a pesar de los sacrificios".
Su finca está en los alrededores de la circunvalación Sur, en áreas del polígono de suelos. Por eso también es ejemplo en la práctica de técnicas agroecológicas que conserven y mejoren ese importante recurso natural, con énfasis en el uso de la materia orgánica y las barreras vivas.
